Sombra del destino

Sombra del destino

Llevo mi muerte a cuestas como un peso profundo
que me inclina, implacable y constante, a la tierra;
cruzo por los caminos deseados del mundo
y soy raíz, que en viento y delirio se encierra.

Voy paso a paso, solo a la muerte avanzando,
la muerte que conmigo llevo haciendo camino;
cada aurora que vivo, se asoma despertando
de la niebla que envuelve, sin forma mi destino.

Siento en la carne el torvo aguijón del deseo
que empuja al infinito, que recrea la vida
y en el que, inagotable, todo un futuro creo
que le derrama libre como sangre de herida.

Del pasado, me llega el dolor del presente
en el que arde el fracaso y muere la esperanza
y el tiempo me domina, inquieto e impaciente
como algo deseado y que nunca se alcanza.

Y solo el fin, me atrae. Un sueño sin aurora
en el que quedará voz, sonrisa y anhelo,
sueño que hará infinita la sombra de una hora
sin palabra, sin ansia, sin lucha y sin consuelo.

                         Juan Lacomba

Festividad de Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars

Oh Dios, que has guiado a la Virgen Santa Teresa a la perfecta caridad en el cuidado de los ancianos, concédenos a ejemplo suyo, servir a Cristo en el prójimo para ser testimonios de tu amor. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Madre Teresa de Jesús Jornet

-Fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados-

«No olvides que Jesús vino al mundo no en palacios ni entre riquezas, sino al lugar más humilde y pobre; ¿quién no se animará a sufrir la pobreza?» Así hablaba la madre Teresa de Jesús Jornet Ibars, que dedicó toda su vida a remediar el abandono y la miseria en que muchísimos ancianos se encuentran los años últimos de sus vidas. Su tesón prodigioso y su incansable celo en servir a Dios la llevaron a buscar sin descanso el lugar que Él le tenía reservada como campo de acción. Nacida en Aytona (Lérida) el 9 de enero de 1843, la Madre Teresa de Jesús Jornet pasó primero por las Hermanas Carmelitas Terciarias en unos años difíciles para la Religión en España, en la segunda mitad del siglo pasado. Era una época en que las Carmelitas hablan de dedicarse a obras externas de beneficencia y de enseñanza para encubrir su auténtica vida de personas dedicadas a la oración. La imposibilidad de existir Conventos en España, venía a hacer más fuerte, si cabe, la vocación de muchas almas deseosas de entregar sus esfuerzos a la causa de Dios. Después también en el decenio 1862-72, Teresa de Jesús Jornet Ibars ingresó en las Clarisas de Briviesca (Burgos) donde hizo el noviciado y fue encargada de la enseñanza de niñas como Maestra que era en la vida civil. Tampoco aquí le fue posible emitir los votos de su profesión religiosa, parte por impedirlo las disposiciones de aquellos tiempos difíciles para la iglesia y parte por una enfermedad.

Objetivo: Los ancianos

Al fin encontró el puesto que Dios le tenía reservado. En un encuentro con don Pedro Llacera, encargado en aquellos días con los preparativos de una Congregación española de refugio y consuelo de los ancianos y desvalidos. A las primeras palabras supo que aquél era su sitio. Volvió a Aytona sólo para despedirse de la familia y para aumentar en este mismo momento el número de vocaciones: su hermana María y una amiga, Mercedes Calzada. La madre Teresa de Jesús que durante el resto de su vida, desde la primera elección el 31 de enero de 1873 habría de ser Directora General de la Congregación, no dejó nunca de recordar a sus Hermanitas cómo la Caridad era la clave de su misión: »Cuiden con esmero a los ancianos, téngase mucha caridad y observen fielmente las Constituciones: en eso está nuestra santificación». Los veinticinco años que rigió la Congregación hasta su muerte en 1897, fueron años de intensa actividad increíble casi para una persona que estuvo siempre seriamente enferma y que, sin embargo, viajó constantemente por España en que la quietud no era lo frecuente, y con unos medios de locomoción lentos y molestos. Así pudo dar vida a las 103 Casas-Asilos de España y América que junto con 1.260 monjas, de las que a su muerte vivían 883, eran el balance de una existencia fecundísima en el servicio del Señor.

Obras son amores

«Que conozcan los ancianos y enfermos sus buenos deseos por las obras, porque el verdadero amor las obras lo hacen. Sean a la vez diligentes, cuidadosas y caritativas». De esta forma, indicó la fundadora cómo debían las monjas vivir su existencia dedicada a Dios, haciendo felices y preparando para la hora de la muerte a tantos seres confiados a ella. La Sagrada Congregación de Ritos ha concedido el «tuto» por el que se reconocen los milagros obtenidos por intercesión de la Madre Teresa de Jesús y el 27 de abril se celebró la ceremonia de beatificación en la Basílica de San Pedro. La Orden por ella creada cuenta en la actualidad con 205 casas en España, Cuba, Méjico, Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Puerto Rico, Venezuela, Brasil y República Dominicana. El número de ancianos acogidos asciende hoy a 17.500. Como se ve, los años graves que ella empleó en consolidar la obra han dado magnífico fruto.

Revista Betania: Órgano diocesano de la rama de mujeres de Acción Católica, 1 de junio de 1958.

Fuente: jable.ulpgc.es

Palabras de Dios

Palabras de Dios

Palabras humanas el corazón delirante
del hombre espera en su pobre estulticia
de Ti, Señor, por lo que su maldad le llama
a pedir de tu voz rudo clamor

y no repara en que de Ti la brisa
habla, y melodía de pájaro perdido
repite al campo alto tu verso
y el grillo sobre un hilo de hierba suave

tu poema difunde y hasta por el fondo
de oculto barro un canto al cielo sube.
En todo hablas desde la primera edad
que encierra gran tiempo profundo

y siempre nuevas y arcanas voces hallas
para suscitar el improviso encanto
que siempre vivo resurge, humano llanto
consolando, enredado en duras zarzas.

Pero más tu voz poderosa y extensa
de relámpagos mudos levántase que el cielo
atraviesan; con ímpetu de fuego vivo
estremeciendo de repente:

palabras que de llamas revestidas,
de majestad tremenda, ardor espiran
como de caridad por gran celo encendida,
se ensancharán infinitas,

y todo quema el Verbo tuyo encerrado
en brillantes sílabas. Al Gran Día
tal resplandecerá Sentencia al corazón, adorno
en tu Belleza pura, humilde, suelto.

                       Angelo Josia, Roma.

Mi musa (a la Virgen de la Paloma)

MI MUSA 

Yo no sé cómo es mi musa.
No sé si es rubia o morena;
yo no sé si es alta o baja;
sólo sé que es madrileña.
A veces se me figura
que es una mocita de esas
de las de cuerpo castizo,
de las de cara risueña;
en su decir es alegre,
y con su mirar marea;
lleva pañolón de flores
y huele a nardo y verbena;
son sus ojos parlanchines,
y es su talle de palmera;
son sus andares graciosos,
y es su porte de real hembra.
Otras veces me la veo
en un altar, donde reina
allá, por los barrios bajos,
en una ermita pequeña,
y la dicen «La Paloma»,
y es paloma por lo esbelta,
y es paloma por lo blanca,
y es paloma por lo buena;
desde muy niño, mi madre
me enseñó a rezar ante ella,
y es para mí una alegría
el visitarla y quererla,
que habrá pocos madrileños
que á su Paloma no quieran,
por eso, por ser la Virgen
más castiza de mi tierra.
Yo no sé si es la Paloma
mi musa; quizá lo sea.
Yo no sé como es mi musa.
No sé si es rubia ó morena;
yo sólo sé que me inspira
para mis coplas modestas
algo que es muy madrileño,
algo que a mí me interesa:
Lavapiés y Maravillas,
el Barquillo, las Peñuelas,
los majos de aquellos tiempos,
las majas de aquellas épocas,
los romances de la Cruz
y los sainetes de Vega;
quizá el agua del Cerrillo
influya en tales quimeras,
o quizá la del Lozoya,
que es típica, aunque no buena;
serán los ayes flamencos
o el rasgar de las vihuelas;
será el sonar de organillos
y el ambiente de verbenas,
y el eco de romerías
o el de frases picarescas;
serán los grupos de gentes
que sobre el arroyo esperan,
entre decires y danzas,
al día que ya clarea
para continuar su lucha
y proseguir sus faenas;
será esa gente que ríe,
que trabaja y que se alegra,
y sabe ocultar sus lágrimas,
y sabe ocultar sus penas;
será el ambiente pesado
de las viciadas viviendas;
quizá el humo de figones,
o el respirar de tabernas,
o esos pobres del arroyo
lanzados a la golfemia,
o esos mocitos de «tufos»,
o esas mozas pintureras;
qué sé yo; pero es al caso
que escribo, y escribo a ciegas,
pensando en no sé qué pienso
que me hace pensar de veras,
y al propio tiempo me anima,
y al propio tiempo me alegra,
y mis coplas serán malas,
no serán mis coplas buenas;
bien haya quien bien las cante.
¡Si yo cantarlas supiera!…
………………………..

Yo no sé cómo es mi musa.
No sé si es rubia o morena;
yo no sé si es alta o baja:
sólo sé que es madrileña.

           Antonio Casero

Las Musas de los Madriles (poesías madrileñas), 1914.

Publicada el 17 de febrero de 1914 en el Heraldo de Madrid.

Tres flores celestes (Fe, Esperanza y Caridad)

Tres flores celestes

¿Quién eres que así iluminas
el alma en su noche obscura,
y diriges y encaminas
fuera de aquella negrura
donde claridad se ve?
¡FE!

¿Y tú, que siempre me envías
un consuelo a mis dolores,
tornando mis tristes días
en una senda de flores,
viendo el cielo en lotananza?
¡ESPERANZA!

Dime tú, a quien siempre encuentro
al lado del desvalido,
al pobre dando sustento,
consolando al afligido,
y esto oculta su bondad?
¡CARIDAD!

Nada más interrogué;
con ellas hice alianza:
camino a la eternidad
alumbrada por la Fe,
alentada de Esperanza,
guiada de Caridad.

Dolores Ondaro de Castro