Imagen de San Martín de Porres en la Parroquia de San Roque y Santa Ana de Torrevieja (Alicante), obra del escultor Víctor García.
Hace poco, mi compañero de habitación en un hospital —le extirparon un riñón— fue contándome a ratos (eran muchas horas solos) sus trabajos y sus días. Albañil, pero albañil con todos los aires sencillos del artesano rural. Trabajaba la piedra y la madera en sus ratos libres. Ponía empeño y lo hacía muy bien a tenor de las fotos que me enseñó. Le dije que pasado un tiempo iría a verle a su casa y que le llevaría unas fotos de San Martín para que hiciese una talla, medallón o lo que quisiera como recuerdo agradecido de los 10 días compartidos en aquella habitación. Y por la bonanza pos-operatoria. Será mi visita en octubre. Y espero que…
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Todos hemos oído alguna vez la frase: “Estas cosas ya no se hacen hoy en día” cuando hemos visto una iglesia o catedral de muy bella factura, o cuando hemos ido a un museo y hemos podido contemplar obras espectaculares de imaginería religiosa u obras artísticas de otro tipo. Pues sí, se siguen haciendo obras bellas, con gusto estético, y que reflejan todo un mundo de mística interior, de creencias firmes y duraderas, que plasman rostros y actitudes que invitan a la devoción y al respeto. Una forma de avivar la memoria del corazón y alentar la fe de las gentes en gestos agradecidos.
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Torrevieja nos suena a mar, a apartamento ganado en concurso televisivo, como si allí no hubiese más que sol y playa. Pues no. También hay vida y vida cristiana cuidada, presencia creyente en sus gentes y en sus imagineros imaginativos. Eso es lo que tan bien nos ha demostrado el imaginero y escultor Víctor García Villalgordo con su trabajo para la parroquia de San Roque y Santa Ana, allí, en Torrevieja (Alicante): ha esculpido una talla de San Martín de Porres en tamaño natural, 1,70 metros de altura, con un rostro joven, bello, de un mulato emigrante lugareño, en madera de tilo. El artista ha sabido captar tres elementos esenciales en San Martín de Porres: la mirada «serena» puesta en lo alto, el «crucifijo» que sostiene y la «escoba» simbólica de su actitud de servicio. Hay en toda ella un aire que hace imposible no recordar a San Juan de la Cruz en actitud similar. Y es que cuando hay santidad por el medio, los gestos se asemejan. La imagen ha sido colocada en lugar bien visible este verano, en el altar de la Virgen del Rosario, sin que se hagan competencia, sino como apoyo mutuo en las demandas y agradecimientos de las buenas gentes de Torrevieja.
Una rifa popular de una talla, a escala, del s. XVII de S. Martín, donada por Ramón Torregrosa, se ha llevado a cabo para sufragar los gastos de esta otra más imponente, más a la altura de nuestra propia humanidad. El párroco, D. Mariano Martínez Bernad, ha puesto mucho empeño en esta imagen tan simbólica como real, en estos tiempos en que los refugiados, los emigrantes, todos nosotros, necesitamos rostros en los que mirarnos, como miramos padres o familiares ausentes. Desde aquí, nuestro agradecimiento dominicano; con la esperanza de poder un día compartir con el Sr. Víctor y D. Mariano, un rato de afable charla en torno a San Martín de Porres. Seguro que tienen muchas cosas que contarnos.
Fuente: Revista Amigos de Fray Martín, Septiembre-Octubre de 2017 (Nº 560).
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El sentir de un escultor: una imagen de San Martín de Porres
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