Te deseo

Te deseo

Te deseo
el gozo de ver el amanecer
la paz de escuchar al viento
el sonido al pisar las hojas en otoño
el ver volar a un colibrí
la sonrisa de tu hijo
la caricia del sol en invierno
el olor del recuerdo
las lágrimas de un duelo.
Te deseo
sentir los colores del arco iris
la furia del mar
la obscuridad del temor
la bondad de la mentira
la impotencia en la frustración.
Te deseo
un beso inesperado
el perdón a ti mismo
el vuelo del apego
y el sabor de la pasión.
Te deseo
mariposas en tu vientre
coraje en tu misión
compasión por tu prójimo
y amor, amor, montones de amor…

¡Deseo manifestarme a través de ti!

Soy tu vida…

Aurora Orozco

El amor existe

El amor existe

El amor existe
como un fuego
para abrasar en su belleza
toda la fealdad del mundo.

El amor existe
como un presente de las diosas
benignas
a quienes aman la belleza
y la multiplican,
como los panes y los peces.

El amor existe
como un don
sólo para quienes están dispuestas
a renunciar
a cualquier otro don.

El amor existe
para habitar el mundo
como si fuera
el paraíso
que un amante distraído perdió
por pereza
por falta de sabiduría.

El amor existe
para que estallen los relojes
lo largo se vuelva corto
lo breve infinito
y la belleza borre
la fealdad del mundo.

Cristina Peri Rossi

Yo he sentido, Señor, tu voz amante

Yo he sentido, Señor, tu voz amante

Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.

No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas,
¡al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante!

¿Por qué no obedecí cuando le oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?

Haz, mi dulce Señor, que en la serena
noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío!

Juan de Contreras y López de Ayala

Padre Santo, Dios y Señor nuestro

Padre Santo, Dios y Señor nuestro

Te damos las gracias y te bendecimos,
Padre santo, Dios y Señor nuestro,
porque te manifiestas
a través de multitud de signos y señales
y nos haces percibir las vibraciones
de tu constante presencia cálida y cercana.
Sabemos que eres la abundancia de amor,
la plenitud del bien,
que no quieres ser ningún juez que imparta justicia,
que nos premie y castigue,
sino el Dios bueno que perdona por anticipado
y se hace llamar Padre y Madre.
Eres un Dios familiar y amigo,
comprometido con tu creación entera.
Te agradecemos que nos quieras incondicionalmente,
tales como somos, que no te importen nuestros defectos,
ni nuestras debilidades.
Significas nuestra liberación,
ahuyentas nuestra tristeza y desasosiego,
estar junto a Ti nos mueve a vivir en esperanza,
en permanente alegría y fiesta.
Tú pones, Señor, un cántico nuevo en nuestra boca,
que entonamos en tu honor, agradecidos y alegres.

Santo y bueno eres, en verdad, Padre nuestro.
Quieres que sigamos las huellas de tu Mesías, tu enviado.
Jesús pasó por este mundo haciendo el bien,
sirviendo, ayudando,
desviviéndose por cuantos se le acercaban,
comunicando su paz y felicidad interior,
contagiándoles de su alegría,
convirtiendo en fiesta la vida vivida en su compañía.
Supo ser buen amigo,
supo convivir con toda clase de gente,
aunque su debilidad fueron los pobres y enfermos,
los marginados de la sociedad,
cuantos sufrían cualquier tipo de injusticia,
los que más le necesitaban.
El ejemplo de Jesús nos compromete
y no nos valen excusas
porque ya sabemos lo que tenemos que hacer.
Jesús nos invita de nuevo a seguir sus pasos.

Que el recuerdo de la vida terrena de tu hijo amado,
nos mueva a hacer realidad tu proyecto del Reino.
Envía tu espíritu de amor y generosidad
sobre toda la humanidad.
Por suerte, no limitas tu gracia y tu fuerza
a ningún grupo en particular,
sabes que la tarea de hacer un mundo mejor
es tarea que nos importa a todos,
que requiere la solidaridad
de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Pero te pedimos, de modo especial,
por nuestra Iglesia y nuestra jerarquía,
para que sea motor y no rémora
para la transformación del mundo,
para que nunca seamos motivo de escándalo,
que sepamos huir de lujos y grandezas
y demos ejemplo de sencillez y austeridad.
Te damos las gracias porque ya viven felices en tu seno
nuestros familiares y amigos difuntos.
Por Jesús, nuestro hermano mayor, tu hijo primogénito,
atendiendo a su llamada y en su compañía,
queremos bendecirte, Padre santo,
ahora y por toda la eternidad.
AMÉN.

Rafael Calvo

A la espera la Resurrección

A la espera la Resurrección

Cubriendo con su lúgubre manto
la noche en su negra esfera,
inquieta a mi alma que espera
afanosa elevar su canto.
Mirando hacia la fría tumba
donde el cuerpo descansa,
de Aquél que es mi esperanza,
mi corazón inquieto retumba.
Esperando ver el resplandor
que saldrá de la fosa mortuoria
y manifestará la gloria
del Resucitado, el Salvador
Parece que el tiempo se para
y la ansiedad se quiere desatar;
el hecho, que será un avatar,
una gran fiesta nos depara.
El silencio de la velada
muestra una calma aparente;
mas, la fuerza del Omnipotente
en el Cielo es aclamada.
Porque a su Hijo resucitará
exaltándolo por su gran amor,
y en medio de celestial clamor,
como Señor lo proclamará,
El tiempo de Dios ha llegado,
Su designio será ya cumplido;
la gran roca ya han movido,
la tumba se ha iluminado.
Jesucristo emerge vencedor
en el suceso más portentoso,
en el que el Dios Poderoso
manifestó su gran esplendor
A todos hoy nos advierte
“no buscar entre los muertos
al que vive”, y estar atentos,
porque hoy, aquí, está presente.
¡Regocijémonos, hermanos!,
ante semejante prodigio,
que nos trae el beneficio
de que ya nunca perezcamos.
Rasgando el velo de la obscuridad,
Emergió glorioso y triunfante;
Señoreando sobre la fragilidad,
Ungido cual soberano reinante;
Como su dueño en exclusividad,
Impera sobre la vida, boyante.
Traspasó, con su divina potestad,
Obviando, el umbral de la muerte.

Francisco Javier Cruz Luna