Las doce en el reloj

Las doce en el reloj

Dije: Todo ya pleno.
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
Sonaron con amor.
Los verdes eran grises,
El amor era sol.
Entonces, mediodía,
Un pájaro sumió
Su cantar en el viento
Con tal adoración
Que se sintió cantada
Bajo el viento la flor
Crecida entre las mieses,
Más altas. Era yo,
Centro en aquel instante
De tanto alrededor,
Quien lo veía todo
Completo para un dios.
Dije: Todo, completo.
¡Las doce en el reloj!

Jorge Guillén

¡Abre los sentidos!

¡Abre los sentidos!

Escucha
atentamente,
afincado en la realidad siempre,
esos silencios que hablan,
esas voces de angustia y esperanza,
esa sinfonía humana no acabada…
¡No me digas que tus tímpanos
carecen de tal gracia!

Olfatea
hasta embriagarte
esos olores y perfumes
de flores y basureros a tu alcance,
de personas con sudor en su frente,
de pueblos y vidas haciéndose, muriéndose…
¡No me digas que eres insensible a náuseas
y fragancias tan penetrantes!

Palpa
suavemente, como sabes,
esas costras y blandas realidades,
esos hermanos con heridas para besarse,
esas soledades aisladas para no tocarse,
esas estructuras tan frías para abrazarse…
¡No me digas que tus yemas táctiles
no sienten ni se estremecen!

Mira
con tus ojos penetrantes
y ve el inmenso horizonte que existe,
eso que nadie enseña serena y dignamente,
lo que el mundo esconde de forma vergonzante,
lo que es deleite o bajar la vista te hace…
¡No me digas que tus pupilas son reacias
a las tres cuartas partes que existen!

Gusta
sin pensar en precios, pues es gratis
todo lo que tienes y se te ofrece:
la vida a raudales, tan patente;
el hambre que no puede masticarse;
esos granos a punto de reventarse…
¡No me digas que tus papilas
no están hechas para tales sabores!
Y si un sexto sentido tienes,
como a veces se dice,
haz que por él penetre
lo que es espíritu de tu vida
y alimento de tu carne y sangre:
las estructuras y detalles
de ese Reino que llora y crece;
todo lo que yo pensé y recreo,
y todo de lo que sois artífices…

¡No me digas que renuncias a lo que te ofrezco
con amor de Padre y Madre,
o que me he equivocado contigo
en esta aventura amante!
¡No me digas que te escandaliza
la pequeñez del Reino,
mi vida con aire nuevo,
un horizonte abierto
o las consecuencias de tu actuar profético!
Señor, aquí estoy;
ábreme los sentidos
para escuchar,
olfatear,
palpar,
mirar,
gustar
y vivir, como tú, el presente.

Florentino Ulibarri

Te alabamos y bendecimos

Te alabamos y bendecimos

Te alabamos y te bendecimos, Señor,
porque eres un Dios entre los hombres.
Tejes tu salvación
entre los hilos de nuestra historia monótona.
Pones tu tienda
entre las casas de nuestro mundo
donde vivimos y morimos
los hombres y mujeres de todas las razas y pueblos.

Te alabamos y te bendecimos, Señor,
porque la justicia y la paz
tienen nombres propios,
manos concretas,
corazones calientes
y palabras de amigo.

Tu nombre dura de generación en generación,
de un océano al otro
y el sol no lo agotará
y la luna, de noche, desvelará el misterio
y sonará un solo coro
cantando: ”La gloria y el poder
son de nuestro Dios, para siempre sin fin”

Álvaro Ginel

Hombre planetario

Hombre planetario

Vendrá un día más puro que los otros:
estallará la paz sobre la tierra
como un sol de cristal. Un fulgor nuevo
envolverá las cosas.
Los hombres cantarán en los caminos,
libres ya de la muerte solapada.
El trigo crecerá sobre los restos
de las armas destruidas
y nadie verterá
la sangre de su hermano.
El mundo será entonces de las fuentes
y las espigas, que impondrán su imperio
de abundancia y frescura sin fronteras.
Los ancianos tan sólo, en el domingo
de su vida apacible,
esperarán la muerte,
la muerte natural, fin de jornada,
paisaje más hermoso que el poniente.

Jorge Carrera Andrade

Ceniza

Ceniza

Si tengo
vocación de fuego,
también la tengo
de ceniza.

Si en ti
soy luz,
también en ti
soy oscuridad.

En mí
se esconden
tu fuego
y tu luz,
hasta que en ti
se enciendan
mi oscuridad
y mi ceniza.

B. González Buelta, sj