Canciones breves
I
Alma: expandida claridad;
cuánto imantando va tu luz;
qué numerosa en tu unidad.
¡Oh claridad blanca y azul,
signo de Dios tu claridad!
II
Aunque gravita sin cesar
poco advertimos de su acción:
El tiempo fluye al esperar.
(Tazón inmenso el corazón
donde he sentido su manar).
El tiempo es «algo» a interpretar.
III
¡Cuánta belleza sí ilusión!
Ella «nos hace» cada vez.
Ellas, único timón.
IV
Es toda vida (¡Ay cuánto albur!)
hilo invisible a devanar.
Por él se fue mi juventud
como ha de irse este ensoñar.
(Todo se va… llega y se va.)
V
Por dulce y bello recordado
el primer brote del Amor.
Qué bello y dulce recordarlo:
dejó un regusto de candor.
VI
Qué difícil traducir
en palabras un gran dolor:
como un perfume, de sutil,
escapa al tacto de la voz.
VII
Surgió el puerto donde anclar,
reinaba calma y suave luz,
reparé el agua, y era azul.
(Aun sin querer hemos de andar.
Nada es estable en la quietud;
Ella induce a caminar.)
VIII
Aun «quedándonos» aquí y allí,
tiene su encanto ese cambiar.
(¡Aún miro al tiempo en que te vi;
en el eterno deambular,
aún miro al tiempo, y era abril…!)
IX
Ya llegará el de descansar.
Y será poca la salud.
Como un dolor será el cantar.
Quizá no acierte a sonreír.
(Aún es tiempo de soñar.)
X
Y vendrá el de descansar
en que sólo cuente la virtud.
Donde no cuenta este contar.
Donde ya nada es la salud:
Todo está «antes» de llegar.
Chona Madera
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