Iglesia de Santo Domingo de Guzmán (Málaga)

Imagen de San Martín de Porres en la capilla del Rosario de la Iglesia de Santo Domingo, en el barrio de El Perchel —distrito centro— de la ciudad de Málaga. La imagen ha sido realizada por el escultor granadino Juan Patón y fue bendecida solemnemente el día 4 de Febrero de 2012.

El retablo de esta Capilla, tiene como centro al Santísimo Sacramento por ser la Archicofradía Sacramental, a la Santísima Virgen del Rosario, nuestra amadísima Madre celestial, y a Santa Catalina y a San Vicente Ferrer en cada lado. En el Altar de la derecha se encuentra la imagen del Dulce Nombre de Jesús, y en el altar de la izquierda la citada imagen de San Martín de Porres.

Fuente: elduendedelperchel.blogspot.com

Cerámica: San Martín de Porres (I)

Convento de Santa Catalina de Siena (Zafra - Badajoz)

Azulejo con la imagen de San Martín de Porres en la Portería del Convento de Santa Catalina de Siena en la localidad de Zafra, provincia de Badajoz. El Convento de Santa Catalina, de religiosas dominicas, fue fundado hacia 1500 por Dª Inés de Paula. Con una portada principal que tiene una puerta perfilando un baquetón gótico enmarcado en alfiz sobre el cual está dibujado el escudo de la orden de las dominicas, rematándose la portada con una pintoresca espadaña de estilo clasicista. Destaca sobre todo su interior en donde se pueden contemplar un magnífico artesonado mudéjar del siglo XVI y un capitel hispano visigodo que hace las funciones de pila de agua bendita situado sobre el muro de la epístola.

La ficha técnica del azulejo es la siguiente:

Pintor: Manuel García Rodríguez

Fábrica: Pedro Navia. Sevilla.

Técnica: Azulejo plano pintado.

Fecha: 1964

Fotografía: Baltasar Piedrola Galván

Fuente de la ficha: www.retabloceramico.net

Iglesia conventual de San Jacinto (Sevilla)

Iglesia (Convento) San Jacinto - Sevilla

Imagen de San Martín de Porres en la Iglesia de San Jacinto.

La iglesia conventual de San Jacinto se encuentra en la ciudad de Sevilla, en el barrio de Triana, y se construyó entre los años 1742 y 1745. Su arquitecto fue Matías de Figueroa, destacando el edificio por su traza dieciochesca, con planta rectangular y su cúpula de tambor. Todas las pinturas en su interior hace referencia a la vida de los dominicos, fundadores del convento.

El origen de San Jacinto se atribuye, con toda justicia, a don Baltasar de Brun de Silveira, clérigo y vecino de Sevilla que en 1603 legó sus posesiones para la fundación de este convento dominicano. Originariamente se ubicó en un lugar que resultó poco apropiado, por lo que en 1670 la comunidad se traslada a la ermita de Ntra. Sra. de Candelaria en Triana, que pertenecía a un hospital. El 10 de octubre de 1966, el Convento de San Jacinto es erigido en parroquia.

Foto por gentileza de Juan Antonio Segura Requena

Un milagro de San Martín de Porres: «Las cosas de Fray Martín»

“LAS COSAS DE  SAN MARTÍN”

La experiencia que narra con detalle Sor María Carmen Rodríguez, monja del Monasterio de las Dominicas de Lerma (Burgos) nos enseña que lo extraordinario también puede manifestarse en hechos cotidianos, simples, pero siempre vinculados a una experiencia transformadora del alma que impulsa a dar testimonio del amor de Dios…:

Soy una monja dominica contemplativa de clausura del Monasterio de San Blas de Lerma.

Sucedió una mañana del día 3 de noviembre de 1994. Nuestra huerta es muy grande. En el centro se encuentra un pequeño palomar, que es como una casita, un cuadrado donde encuentras una escalera rústica y casera que permite subir a un primer piso de tablas, del mismo estilo, con una barandilla alrededor, apenas unos palos enlazados.

Era media mañana de la fiesta de San Martín de Porres. Yo salí a la huerta a coger algunas verduras y vi  cómo entraban palomas en el palomar, lo cual me llamó mucho la atención y pensé: ¿Habrá pichones? Dicho y hecho; me fui al palomar, subí la escalera y empecé a dar la vuelta para mirar los nidos, al llegar a un tramo, me apoyé sobre la barandilla y se partió el palo por la mitad, yo al ver que me caía me agarré a una escalera de mano que estaba apoyada en la pared, pero se me venía encima, la solté, y entonces perdí el equilibrio y me quedé colgando hacia  abajo todo el cuerpo, con un pie enganchado en un agujero de las tablas.

En esos momentos pensé que no tenía salvación, pues nadie en la comunidad sospechaba que estuviera en el palomar, por tanto no podían venir en mi ayuda. Al verme así, empecé a gritar a Dios, a la Virgen, y de repente me acordé que era el día de la fiesta de San Martín de Porres, comencé a gritarle: ¡¡San Martín, amigo mío, por favor “échame la escoba”, ayúdame!!

¿Creéis en los milagros?…Pues escuchad. De repente sentí algo en mi mano, una cosa  como inmaterial, ¿la escoba de San Martín?… alguien que sin ningún esfuerzo me incorporó hacia arriba, una fuerza suave e invisible, que aún me dan escalofríos al escribirlo. Sentí una presencia muy viva en la estancia. ¿Qué había pasado? estaba  de pie sin saber cómo, ante mi sorpresa, caí de rodillas, dando gracias a Dios a la Virgen y  a San Martín, bajé la escalera como si no me pesara el cuerpo, me sentía envuelta como en una protección divina.

Allí abajo, otra vez me puse de rodilla, solo podía repetir: gracias, gracias. No recuerdo el tiempo que estuve allí en acción de gracias. Cuando salí del palomar me fui al Sagrario a contárselo al Señor, dador de todo bien, Padre bueno y misericordioso. ¡Dios mío, que emocionada estaba!

Al irse enfriando el pie, no podía andar, pues lo tenía todo morado, al salir de la capilla me encontré a la M. Priora, debía de tener una cara especial, pues al verme me preguntó si me pasaba algo. La dije: Acabo de nacer, San Martín de Porres ha hecho un milagro conmigo, y la conté todo lo que estaba viviendo.

Me auxilió, curándome el pie, que estaba bastante dañado y se puso muy morado. Cuando llegué al recreo se lo conté a las monjas, casi no me creían, pues tengo buen humor y gasto muchas bromas, con lo cual me costó que dieran crédito a lo que las contaba (aunque lo hacían para probarme). Me tomaban el pelo, diciendo que si se me quitaba lo morado del pie me creerían. Yo se lo pedí al Santo, pues ya que había hecho lo mucho podía hacer lo poco.

Para que no dudemos de la eficacia del Santo, al día siguiente me levanté con el pie normal, como si nada hubiera pasado. Y es que San Martín es muy fino y delicado para hacer las cosas, viene siempre como de puntillas, como que no hace nada, sin ruido, en silencio. Como ya sabemos en todos los milagros que hacía, él sabía que eran cosas de Dios, y nada se atribuía a si mismo, así son los santos, de los cuales tenemos que aprender, a dar siempre gracias a Dios, que nos da gratuitamente todo. Seamos como las  tinajas de las Bodas de Caná, estemos vacías para que el Señor las llene del vino bueno de su misericordia.

Bueno, pues a los ocho meses de este suceso, el pie no quería andar, y fui a la consulta del traumatólogo. Al preguntarme qué me había pasado, yo le conté la historia del “milagro de San Martín”, cómo me había salvado la vida, se emocionó de tal manera que me lo hizo repetir. Este médico nos ha tomado mucho cariño a toda la comunidad, y por supuesto a mi me quiere un montón, me llama “la monja de San Martín”.

Yo me siento muy orgullosa de mi hermano dominico mulato, que es mi gran amigo y compañero, a quien invoco todos los días, le llamo, le hablo, le cuento, y cada día me regala los “pequeños” “grandes” milagros de la vida cotidiana, pues cada acontecer del día a día son los pequeños milagros que van tejiendo la trama de nuestra historia, personal y comunitaria.

No sé si habré trasmitido algo de esta vivencia tan fuerte y profunda que yo experimenté aquel día, solo puedo deciros que hubo un cambio en mi vida interior. He vivido y palpado a lo largo de los días como se han solucionado cosas difíciles, por intercesión de San Martín, mi buen amigo, y por ello os invito a que probéis fortuna, pues él nunca falla.

¡Demos gracias a Dios por todo, que da su gracia a los santos y a nosotros nos concede saborear, su dulzura y compasión!

Sor Carmen (Lerma)

Fuente: frayescoba.info

«Fray Escoba», talla de madera (1964)

«Fray Escoba», talla de madera del escultor Acisclo Manzano Freire

La talla, realizada en madera, es tosca y austera, destacando el rostro adusto y serio del fraile cuyo cuerpo se adapta al tronco madre, conservando incluso la misma forma e inclinación. El tratamiento al que es sometida la pieza, quemando la madera y trazando incisiones con la gubia, da como resultado una obra expresionista, plásticamente innovadora y de fuerte carga emocional.