«Mi esperanza es que cada escultura sea un impulso para la meditación en el Señor» (Suzanne M. Young).
Suzanne M. Young nació en Detroit, Michigan (Estados Unidos). Inició sus estudios con una beca para la prestigiosa Escuela Pratt de Arte y Diseño de Nueva York. Además, recibió un B. A. en Educación del Mercy College, obteniendo su Maestría en Bellas Artes -en la especialidad de Escultura- de la Universidad del Este de Michigan.
Durante sus primeros años de creación escultórica, la joven sintió la llamada de Dios; un estímulo que la impulsaba a buscar en sus trabajos honor y gloria al Señor. Al poco tiempo, la creación de arte secular comenzaba a tener un especial sentido para ella, así que comenzó a esculpir arte religioso a tiempo completo. Tan pronto como respondió a la señal de Dios, su carrera se acrecentó. Durante su trayectoria profesional ha exhibido obras de arte en museos, iglesias, hospitales y escuelas de todo el país.
Dios me ha llamado para crear escultura religiosa. Por ello siento que mi vocación vital es crear obras de arte religioso para espacios sagrados y otros comunes: iglesias, hospitales o zonas como el hogar o el trabajo de una persona.
En cada escultura creada le pido al Espíritu Santo la inspiración necesaria. Me sumerjo en el entorno de esa persona o personaje determinado y trato de esculpir lo que podría haber sentido. Por ejemplo: la cuarta estación de la cruz, donde Jesús encuentra a su Madre. Lo que debe haber sido para María -su sufrimiento-, que ha visto a su hijo arrastrado por las calles de Jerusalén, llevando su cruz, en el camino a la crucifixión. Lo que debe haber sentido. Por un instante, María se estira para tocar el rostro de su hijo. Jesús pone su mano en el hombro de su madre, que amorosamente mira a sus ojos. El corazón de María se está rompiendo. Sin embargo, ella acepta la voluntad de Dios. En otra de mis obras, «María, Salud de los enfermos», creé Nuestra Madre como consuelo de los grandes dolores (físicos o emocionales). Todos los días, nos encontramos necesitados del amor de María y de su cálido abrazo.
Suzanne M. Young
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