A los que aman a Dios todo les sirve para bien

A los que aman a Dios todo les sirve para bien

A los que aman a Dios
todo les sirve para bien.

La adversidad y el gozo,
la contrariedad y la alegría,
la enfermedad y la vida.

No son las circunstancias
las que esculpen la talla
del hombre y su estatura.

Es la certeza, el sentido y la razón
que infundimos a cuanto nos sucede.

Quien ama a Dios
humilde y confiadamente,
ve su mano trazándole el destino
entre los garabatos desmañados
de los sucesos que ocurren cada día.

P. José Luis Gago, O.P.

Feliz Natividad del Señor

La paz la cantaron los ángeles en aquel día memorabilísimo del nacimiento del Niño Dios. Pero ese canto iba acompañado de un gloria a Dios y de la buena voluntad de los hombres. Ahí están las bases de la auténtica y verdadera paz, la que sólo se encuentra en Dios.

Que esta venturosa paz acompase los latidos de los corazones y haga germinar por doquier la buena voluntad que nos asocie a los coros celestes en el himno de amor y fidelidad a Cristo…

«Cesó la voz… y en la región del viento
Entonando los ángeles un coro
Con majestuoso acento
A compás de los címbalos de oro,
Retumbó por el ancho firmamento
Este sublime cántico sonoro:
¡Gloria a Dios, Soberano en las alturas
Y paz a las humanas criaturas!»
-Jacinto Casariego-

La brasa y los amigos (cuento popular)

La brasa y los amigos

Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones religiosas con sus amigos, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades. Después de algunas semanas, una noche muy fría de invierno, el líder de aquel grupo de amigos decidió ir a visitarlo.

Encontró al hombre en su casa solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor.

Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder, y después, se hizo un gran silencio. Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno a los troncos de leña que crepitaban en la chimenea.

Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban en la lumbre y seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, y la separó de las demás con unas tenazas. Hecho esto, volvió a sentarse.

El anfitrión prestaba atención a todo fascinado pero inquieto. Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que se apagó por completo. En poco tiempo, lo que había sido una muestra de luz y de calor, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón.

Muy pocas palabras habían sido dichas desde el saludo inicial.

El líder, antes de prepararse para irse, con las tenazas regresó el carbón frío e inútil, colocándolo de nuevo en medio del fuego. De inmediato, la brasa se volvió a encender, alimentada por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno suyo.

Cuanto el dirigente alcanzó la puerta para marcharse, el anfitrión de la casa le dijo: Gracias por tu visita y por tu bellísima lección. Regresaré al grupo. Buenas noches…

¿Por qué se extinguen los grupos? Muy simple: porque cada miembro que se retira le quita fuego y calor al resto. A los miembros de un grupo vale recordarles que ellos forman parte de la llama.

A los miembros de un grupo vale recordarles que ellos forman parte de la llama. Es bueno recordarles que todos somos responsables por mantener encendida la llama de cada uno y debemos promover la unión entre todos para que el fuego sea realmente fuerte, eficaz y duradero. La familia también es un grupo.

Mantengamos la llama viva. Aunque algunos se reporten esporádicamente, es bueno saber que todos permanecemos unidos.

¡Gracias por ser parte de mi hoguera!

Cuento Popular

San Martín de Porres, ruega por nosotros

smp, ruega por nosotros

San Martín de Porres, santo sencillo y bueno, la iglesia nos ha dejado en la imagen en que te veneramos, las lecciones más importantes que debemos aprender para llegar a ser como tú:

Con la cruz que llevas en tu mano, nos enseñas que la primera de todas es el amor a Dios, que se hizo hombre y murió en la cruz para salvarnos del pecado y de la muerte.

En el rosario vemos tu devoción a la Virgen, la madre de Jesús y madre nuestra, que quiere ayudarnos en todo a cumplir la voluntad de Dios y que nos repite continuamente: «Hagan lo que Jesús les diga».

Con tu escoba nos recuerdas que hay que trabajar para comer el pan de cada día.

Finalmente, en el perro, en el gato y en el ratón; nos alertas para que sepamos vivir como hermanos a pesar de nuestras diferencias.

Hoy queremos que ruegues a Dios por nosotros para que nos conceda todas las gracias que necesitamos para ser santos en su presencia. Amén.

La oración del paracaidista

La oración del paracaidista

Dame, Dios mío, lo que te queda.
Dame lo que te piden nunca.
No te pido descanso,
ni tranquilidad de alma o cuerpo.
No te pido riquezas,
ni éxitos, ni siquiera salud.
Todo esto, Señor, te lo piden tanto
que ya no debe quedarte nada.

Dame, Dios mío, lo que te queda.
Dame lo que no te aceptan:
inseguridad, inquietud,
obstáculos, tormentas.
Y dámelo, Señor, definitivamente,
para siempre,
porque luego ya no tendré humor
para pedírtelo.

Dame, Dios mío, lo que te queda.
Dame lo que los otros no quieren.
Pero dame también el valor,
la fuerza y la fe.

           André Zirnheld

Imagen ilustrativa: «Compasión», óleo de William Adolphe Bouguereau.