Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
Todo, Señor, lo ordenas con medida:
si a mis ojos humanos se mostrara
tu Luz, entre su aurora se apagara
la estrellita oscilante de mi vida.
Tu gloria, de mis manos suspendida,
al abrirse, mi ser aniquilara:
sólo me puede ser tu lumbre clara
bajo esta Forma blanca oscurecida.
Camino hacia tu Ser, pero aún mi sombra
ante Ti proyectada te oscurece:
la sombra de mi cuerpo el tuyo esconde.
Aún te enturbia mi voz cuando te nombra,
pero en la sombra siento que amanece
y que un eco a mi voz en Ti responde.
Ángel Martínez Baigorri
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