Beata Ángela (Aniela) Salawa, el servicio elevado a santidad

El trabajo de un ama de casa o de una empleada del hogar es escondido, pero necesario e indispensable: el trabajo sacrificado y no aparente, que no se ve aplaudido y que quizá no encuentra siquiera gratitud y reconocimiento. El trabajo humilde, repetido, monótono, y por consiguiente heroico, de una innumerable multitud de madres y de jóvenes mujeres, que con su fatiga cotidiana contribuyen al equilibrio económico de tantas familias y que resuelve tantas situaciones difíciles y precarias, ayudando a padres lejanos o a hermanos necesitados.

SS. Juan Pablo II

Hija de Bartolomé Salawa y Eva Bochenek, campesinos pobres pero religiosos, nació el 9 de septiembre de 1881 en Siepraw, región muy árida e improductiva, distante 18 kilómetros de Cracovia. Ángela era la menor de nueve hermanos, nació y creció desnutrida, débil y enfermiza, era un tanto desobediente y caprichosa. Hizo los dos años de escuela posibles en el lugar, y aprendió a leer, pero no mucha ortografía. Piadosa, aficionada a leer buenos libros. A los 12 años comenzó a trabajar al servicio de vecinos en oficios de hogar. A los 16 años, en busca de trabajo, se trasladó a Cracovia, donde ya residía su hermana Teresa. Esta le ayudó a conseguir su primer trabajo, pero en los dos primeros años cambió de empleo frecuentemente. Ingresó a la Asociación de Santa Zita, que agrupaba a las empleadas de hogar católicas. En los primeros tiempos era vanidosa y frívola, y no muy piadosa, y mientras su hermana, según ella, iba de afán camino del cielo, ella también quería llegar, pero “despacito”. Sin embargo, siguió fiel a sus prácticas de piedad, y a sus deberes religiosos, quizás un tanto rutinariamente. Los consejos de su hermana y la prematura muerte de ésta, la movieron a cambiar de conducta y a tomar más en serio su vida. Bajo un impulso sobrenatural abandonó la frivolidad en sus diversiones y en su aspecto personal, de modo que, presentándose impecablemente, lo hizo solamente movida por su dignidad de hija de Dios.

Comenzó a progresar en la piedad; poco a poco se fue corrigiendo hasta llegar a convertirse en consejera de sus compañeras. Mientras tanto, alimentaba su vida interior con la lectura de libros de mística y de biografías de santos, sintiendo gran devoción por la figura de la santa italiana Gema Galgani. Con cierta frecuencia visitaba a su familia. Pensó algún tiempo en ingresar a un monasterio. Después de consultarlo con su confesor, hizo voto de castidad perpetua. Poco a poco comprendió que su vocación era sufrir con Cristo, y la aceptó resueltamente, pero consciente de su debilidad. Oraba largamente ante el Santísimo Sacramento y leía libros de alta mística tomando notas de los puntos prácticos más relevantes. Por consejo del confesor comenzó a llevar un “diario”, para consignar sus vivencias místicas, facilitar las consultas y abreviar sus confesiones. Encontró al fin condiciones favorables de trabajo, llevando ya cerca de ocho años trabajando para una pareja de esposos sin hijos. Pero un mal día, su confesor influenciado por las intrigas de personas envidiosas, e inclusive de las calumnias movidas contra Ángela, se negó bruscamente a atenderla en confesión, y públicamente la sacó de la fila del confesionario. Una mujer, en plena iglesia, le dio una bofetada; pero ella soportó pacientemente estas dolorosas humillaciones. La señora en cuya casa trabajaba, enfermó gravemente y murió asistida por Ángela. Después de esto, dos parientas del viudo pasaron a vivir con él, y comenzaron a hacerle difícil a Ángela la vida y el trabajo. Al sentirse abandonada, de repente siente que Jesús le dice: «¿Hija, por qué te preocupas? Yo no te he abandonado». Toma como director espiritual a un padre jesuita, el cual la acompaña en su proceso hasta su muerte. Para seguir más de cerca de Cristo pobre y crucificado, se hace terciaria franciscana el 15 de marzo de 1912, y hace su profesión el 6 de agosto de 1913.

Mientras dispone de trabajo, ayuda a los enfermos en los hospitales, a los pobres y a sus compañeras necesitadas. En el otoño de 1916 es expulsada del trabajo, acusada injustamente de ladrona. Las enfermedades la agobian, la necesidad la acosa, y las envidiosas la persiguen, insultan y calumnian. Consigue algunos trabajos pasajeros, pero en mayo de 1917 ya no puede trabajar más. En un primer momento se acoge al hospital de Santa Zita, como cumplida socia que había sido. Pero también allí la calumnia y la envidia la persiguen, y decide irse a vivir sola; logrando alquilar una pequeña habitación dónde vivir. Allí, en medio de los sufrimientos, tiene algunas visiones de Jesús que la conforta pero también la corrige. A veces puede con gran dificultad ir a la iglesia y comulgar; pues una envidiosa, acusándola de fingir la enfermedad, había logrado impedir que los franciscanos le llevaran la comunión a su vivienda. Ofrece sus sufrimientos por la libertad de Polonia, su patria ocupada. En octubre de 1920 participa, con ayuda de sus compañeras, en una peregrinación a Chestochowa para orar a la Virgen de Jasna Gora. A finales de 1920 hasta casi mediados de 1921 sufre terribles dolores, con crueles momentos de desesperación, aceptándolos como sus “queridos tormentos” que la llevaran a unirse a Cristo en su pasión. Cristo la conforta con algunas visiones, pero luego viene otro período de tentaciones diabólicas, sugestiones alternativas de desesperación y de orgullo y presunción. Por último llega una etapa de consolación, y finalmente muere con una envidiable paz en su corazón el 12 de marzo de 1922. Fue beatificada el 13 de agosto de 1991 por Juan Pablo II, en Cracovia. Precisamente, Karol Wojtyla al inicio de su pontificado, impulsó la reanudación de la causa de beatificación de Ángela y su introducción en Roma.

Expiró serenamente en el Señor el 12 de marzo del año 1922 en Cracovia, y su fama de santidad se difundió rápidamente por toda Polonia.

La beatificó Juan Pablo II el 13 de agosto de 1991, en la misa que celebró en la plaza del Mercado de Cracovia. En la homilía dijo, entre otras cosas: «Me alegra sobremanera haber podido celebrar en Cracovia la beatificación de Aniela Salawa. Esta hija del pueblo polaco, nacida en el cercano Siepraw, vivió una parte notable de su vida en Cracovia. Esta ciudad fue el ambiente de su trabajo, de sus sufrimientos y de su maduración en la santidad. Vinculada a la espiritualidad de san Francisco de Asís, mostró una sensibilidad insólita ante la acción del Espíritu Santo. Los escritos que nos dejó dan testimonio de ello». En otro momento de la homilía, se refirió a la beata Eduvigis, reina, y a la nueva beata: «Que se unan a nuestra conciencia estas dos figuras femeninas. ¡La reina y la sirvienta! ¿Acaso no se expresa toda la historia de la santidad cristiana y de la espiritualidad edificada según el modelo evangélico en esta simple frase: «Servir a Dios es reinar»? (cf. Lumen Gentium 36). La misma verdad encuentra expresión en la vida de una gran reina y de una sencilla sirvienta».

Fuentes consultadas:

franciscanos.net/santoral («Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.)

franciscanos.org (Texto de L’Osservatore Romano)

Oración

Dios misericordioso, con vuestra inspiración la Beata Ángela Salawa participó en la misión profética, sacerdotal y real de Cristo, llenándose con el amor de su vocación como fiel Sierva.
Concede que por su intercesión, seamos fieles a la gracia del bautismo, para que de buen grado sirvamos al Señor y a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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Enlaces de interés:

«Beata Ángela Salawa, empleada doméstica». Ángel Peña, O.A.R. (libro pdf)

Fiesta de la Beata Carolina (Karolina) Kózka

Fiesta de la Beata Carolina (Karolina) Kózka

Carolina Kózka nació el 2 de agosto de 1898. Fue la cuarta de entre los once hijos de unos pobres campesinos, en el pueblo de Wal-Ruda perteneciente a la parroquia de Zabawa (diócesis de Tarnow). Ya desde su niñez respiraba en su familia el ambiente de piedad religiosa y honradez.

La vida de Carolina era muy simple y sencilla, trabajando en casa, paciente y silenciosa, dedicada al estudio y a una profunda vida del espíritu, marcada con la oración diaria, frecuente participación en la Eucaristía, una gran devoción a la Pasión del Señor y a la Virgen a la que Carolina llamaba «mi Madre de Dios». Debido a su bondad y amabilidad para con todos, la pureza de su comportamiento, la modestia en el vestir y su delicadeza, la llamaban «un verdadero ángel» y «la primera alma al cielo».

Durante la Primera Guerra Mundial, el 18 de noviembre de 1914, fue secuestrada y llevada a un bosque por un soldado ruso y allí sufrió el martirio defendiendo su castidad. Las heridas que recibió testimonian la grandeza del sufrimiento y la heroicidad de una joven que prefirió morir antes que faltar a su virtud favorita de castidad. Al instante, después de encontrar el cuerpo martirizado de la chica, los parroquianos de Zabawa y otros pueblos vecinos empezaron a venerarla. Pasados varios años de esa veneración, se inició el proceso de su canonización, y Carolina fue llevada a los altares. La beatificación tuvo lugar en Tarnow, el día 10 de junio del 1987, durante el tercer viaje de Juan Pablo II a Polonia.

En la vida de Carolina no encontramos acontecimientos extraordinarios. Todo fue sencillo y simple, pero a la vez, lleno de amor de Dios. Y es ese amor de Dios algo hermoso, lo que da valor y grandeza a todos los actos más pequeños. «Amarle con todo el corazón… Amarle con todo el corazón, en los retos y obligaciones del día a día», fue éste el leitmotiv de todo lo que hacía Carolina. Amarle con todo el corazón, en los retos y obligaciones cotidianos.

Era eso lo que importaba –como atestiguaron varios testigos–  que nos amara Jesús, y que nosotros le amáramos a Él. «Trabajemos, no seamos vagas, para que Jesús nos ame», decía a las compañeras recogiendo el heno. La actuación del amor de Dios en una actividad tan simple como el recoger el heno, la puede transformar en una obra grande. La conciencia de ello cautiva. También nosotros necesitamos esa conciencia de que no hay en la vida cosas pequeñas e insignificantes; todo es grande si está hecho con amor. Ayudaba a sus padres en los trabajos de la casa y del campo. Afanosa en ayudar a los mayores y enfermos, les leía libros, catequizaba a sus hermanos y enseñaba a los pequeños del pueblo. Ella misma era una de las mejores alumnas en el pueblo.

El rasgo importante de su espiritualidad fue la oración. Acontecía que, ya después de los rezos de la noche, cuando todos estaban acostados, Carolina quedaba largo rato arrodillada en su rinconcito. «¡Vete a dormir ya! ¡No estés de rodillas tanto, que hace frío!», llamaba su padre al despertarse. «¡Ya dormiré, papá!», respondía Carolina. La oración durante el día era facilitada por el rosario, que siempre llevaba consigo. Los testigos afirmaban que rezaba el rosario completo diariamente. Valoraba mucho la oración y el estar en  la iglesia parroquial que distaba unos cuantos kilómetros de su casa. «Carolina, aún con el peor temporal, es capaz de ir a la iglesia», decían de ella los vecinos.

La mortificación y el espíritu de entrega es otro rasgo de la belleza de su alma. En las circunstancias de vida de Carolina, en la pobreza de entonces, la vida era llena de oportunidades de renuncia. Pero ella no se quejaba nunca: ni por el trabajo, ni del mísero vestido, ni del poco y mal comer.

Sin duda, uno de sus profundos deseos era la pureza: «Quiero ser pura, a ejemplo de la Santísima Madre», decía cuando las amigas contaban sus planes para el futuro. Su delicadeza natural y modestia hacían que sus compañeros cuidaran su lenguaje y evitaran las conversaciones vanas y, mucho más, las palabrotas. Tenía mucha devoción al santo Estanislao Kostka, patrono de la juventud y ejemplo de castidad.

Su espiritualidad es la encarnación de la vocación a la santidad en la vida sencilla y normal. Que con su vida, Carolina nos ayude a comprender que la santidad está a nuestro alcance, que puedo ser santo allí, o probablemente, solamente allí donde estoy.

Oración por la intercesión de beata Carolina Kózka

Dios clemente que hiciste que una joven consagrara su castidad únicamente para ti por la ofrenda de su vida, muriendo de la mano del enemigo, te pedimos por su intercesión la fuerza para luchar cada día contra las tentaciones.

Incítanos el fuerte propósito de vivir limpia y noblemente. Haz que sepamos reconocer nuestra vocación e imitar las virtudes de la beata Carolina, para que, cumpliendo tu voluntad, purifiquemos nuestras intenciones, y limpios de alma y cuerpo te sirvamos con gozo.

Que tu gracia nos proteja contra los ataques de los enemigos de la Iglesia. Por Cristo Señor nuestro. Amén.

Fuente: sanktuariumzabawa.pl

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Enlace relacionado:

María Goretti, la santa de la pureza y el perdón

Fiesta del Beato Pere Tarrés i Claret

Pere Tarrés i Claret (Manresa, 30 de mayo de 1905 – Barcelona, 31 de agosto de 1959) fue un médico de gran competencia y caridad. Apóstol de la juventud y dirigente de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña. Durante la Guerra Civil ejercitó de médico en el frente republicano del Pirineo y del Ebro. Ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1942, se entregó totalmente a los hermanos. 

Ya enfermo, pasó en Núria sus últimos veranos atendiendo a grupos de Acción Católica Femenina de la Parroquia de Sarrià (Barcelona), donde se encuentra su sepulcro.

Beatificado en Loreto el 5 de septiembre de 2004, su fiesta tiene lugar el 30 de mayo. Tiene dedicada en Núria una fuente en la Ermita de San Gil (P. Queraltó, 1951) y una escultura en la Basílica (R. Muñoz, 2012).

Oración

Señor, Padre santo: Tú has llamado al bienaventurado Pedro Tarrés i Claret, presbítero, a llevar en su persona la imagen de Cristo, médico corporal y espiritual, y, por la gracia del Espíritu Santo, lo has hecho insigne en la caridad y en la castidad: por su intercesión y su ejemplo, concede a tus fieles perseverar siempre en la Iglesia como testigos y pregoneros del Evangelio. Por Cristo nuestro Señor.

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Vida del Dr. Pere Tarrés

Beato John Henry Newman (Cardenal Newman): de las sombras a la luz

Guíame, Luz amable

Guíame, Luz amable,
entre tanta tiniebla espesa:
guíame hacia adelante.

Oscura es la noche
y mi morada aún está lejos:
guíame hacia adelante.

Guarda mis pasos;
no te pido ver confines ni horizontes,
porque un solo paso seguro me basta.
Antes, no pensaba así, ni te dirigía mis oraciones:
guíame hacia adelante.

Me complacía elegir yo sólo el camino;
pero ahora guíame Tú.

Me complacía la luz del día
y sin temor alguno anteponía el orgullo:
no guardes, te ruego, cuenta del pasado.

Desde hace mucho tiempo has estado cerca de mí;
y por ello puedo decir una vez más:
guíame hacia adelante,
por entre ciénagas y pantanos,
entre precipicios y arroyos,
hasta que haya pasado la noche.
Al amanecer,
aquellos rostros de ángeles volverán a sonreír;
ellos, a quienes amé
y por desgracia con el pasar del tiempo, perdí.

         Versos de su poema «La Columna de nube».

Dios cuida de ti

Dios te quiere, Dios cuida de ti, te llama por tu nombre.
Te ve y te comprende tal y como te hizo.
Sabe lo que hay en ti,
todos tus sentimientos y pensamientos propios,
tus inclinaciones y preferencias,
tu fortaleza y debilidad.

Te ve en tu hora de alegría
y en la hora de tu infortunio.

Conoce tus esperanzas
y se compadece de tus tentaciones.

Se interesa por todas tus ansiedades y recuerdos,
por todos los momentos de tu espíritu.
Te envuelve y te sostiene con sus brazos.

Nunca te olvida,
tanto cuando ríes como cuando lloras.
Cuida de ti con amor.
Escucha tu voz, tu respiración,
los latidos de tu corazón.

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“Ex umbris et imaginibus in veritatem”: De las sombras y las imágenes pasó a la Verdad.

Oración

Oh Dios que diste al Beato John Henry Newman, sacerdote,
la gracia de seguir tu amable luz y hallar la paz en tu Iglesia;
concédenos, por su intercesión y ejemplo,
que podamos pasar de las sombras y las imágenes
a la plenitud de tu verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
un solo Dios, por lo siglos de los siglos. Amen

(Fuente de la oración: Hispanismo.org)

Aunque el fallecimento del Beato Cardenal John Henry Newman —converso del anglicanismo— se produjo el 11 de agosto de 1890, su fiesta se celebra el 9 de octubre: día de su conversión al catolicismo (9 de octubre de 1845).

Enlaces recomendados:

John Henry Newman, profeta de la Verdad católica

Asociación Amigos de Newman

Fiesta de la Beata Laura Vicuña

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Oración

¡Oh Beata Laura Vicuña!
Tú que seguiste heroicamente
el camino de Cristo,
acoge nuestra confiada plegaria.

Alcánzanos de Dios las gracias
Que necesitamos…
Y ayúdanos a cumplir
con corazón puro y dócil
la voluntad del Padre.

Otorga a nuestras familias
la paz y la felicidad.
Haz que también en nuestra vida
como en la tuya
resplandezca una fe firme,
una pureza intrépida, y
la caridad atenta y solícita
para el bien de los hermanos
Amén.

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25 pensamientos de la Beata Laura Vicuña:

1. “¡Oh Jesús! Me ofrezco a ti, y quiero ser toda tuya aunque haya de quedarme en el mundo”.
2. “No tengo miedo, estamos en los brazos de la Virgen”.
3. “Jesús quiero hacer cuanto sé y puedo para que tú seas conocido y amado”.
4. “María Santísima es mi fuerza y alegría: ¡Oh María!, dame tu mano, ¡coge las mías!”
5. “Para mí rezar y trabajar es lo mismo, es lo mismo rezar o jugar, rezar o dormir. Haciendo lo que debo, cumplo lo que Dios quiere de mí; y ésta es mi mejor oración”.
6. “María es ¡mi Madre! No hay nada que me haga más feliz que el pensar que soy hija de María”.
7. “Entiendo mortificarme en todo lo que me podría alejar de Dios”.
8. “Qué felices seremos en el paraíso con Jesús y María si les hemos siempre amado aquí abajo”.
9. “Sé constante en la virtud; desde el Cielo seguiré ayudándote”.
10. “Mi único deseo es adherirme con alegría a los deseos de Jesús y al amor de María Santísima”.
11. “El recuerdo de la presencia de Dios me acompaña y me ayuda siempre, doquiera yo me encuentre”.
12. “Quiero iniciar en la tierra la vida que continuaré en el Cielo”.
13. “Si recordáramos a menudo que Dios nos ve y nos ama, cuántos males podríamos evitar”.
14. “Amemos y ayudemos mucho a los pobres; por ellos Jesús tuvo un amor de predilección”.
15. “No despreciar a los pobres y no mirar a ninguno con indiferencia”.
16. “En cualquier sitio donde me encuentre, sea en clase, sea en el patio, este recuerdo me acompaña, me conforta y me ayuda a hacer todo en la mejor de las maneras y no me es ocasión de distracción, porque aún no pensando en esto, sin darme cuenta me
encuentro gozando de este recuerdo”.
17. “Estoy contenta de sufrir: mi único deseo es de contentar a Jesús y a María, mi querida Madre”.
18. “La santidad no se adquiere en pocos días; basta quererla, basta pedirla continuamente a Dios, basta empezar”.
19. “Hacer la voluntad de Dios: esta es mi oración preferida”.
20. “Me siento conmovida con pensar que Jesús se ha humillado tanto en la Cruz por nuestro amor”.
21. “Antes morir que pecar”.
22. “Señor: que yo sufra todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve”.
23. “Mamá, he pedido a Jesús morir por ti”.
24. “¡Oh Dios mío, quiero amarte y servirte toda mi vida, por eso te doy mi alma, mi corazón, todo mi ser!”.
25. “No hay amor más grande, que dar la vida por la persona amada”.

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Enlaces recomendados:

Para conocer a Laura Vicuña (pdf)

Beata Laura Vicuña, confesora de la fe (sitio dedicado a Laura Vicuña)