Despedida

Despedida

Te dije adiós… ¿Tú dijiste
adiós?… ¡No dijiste nada!…
—¡ Era el instante tan triste!—
¡Me despidió tu mirada!

Al marcharme, dolorida
lloraste; ¡lloraste tanto,
que yo pensé si mi vida
naufragaría en tu llanto!

Y en el cuenco de mi mano
tus lágrimas recogí…
¡Frente al sol y al océano
llorando me las bebí!…

¡Tú me besaste la mano!…

Fernando González

Revés del asombro

Revés del asombro

No hay tiempo en el instante del asombro,
sino el cruce tal vez de muchos tiempos,
baraja ensimismada en un abismo
con fondo en el imán de lo indecible.
Hacia esa lumbre miran tus palabras.
Hacia esa tea que sostiene, alerta,
el ávido crupier de los sentidos.

Desenreda sus hilos el instante:
la ingrávida sorpresa, el resplandor,
la feliz aprensión con que una puerta
invita a completar nuestra existencia.
Ignoras que esa luz no te consiente.
Tiempo palpable en el umbral incierto,
tu afán es un enjambre de palabras
que esculpen en el aire su derrota.

Jordi Doce

El pan nuestro

Foto: Wiki Commons

El pan nuestro

Se bebe el desayuno… Húmeda tierra
de cementerio huele a sangre amada.
Ciudad de invierno… ¡La mordaz cruzada
de una carreta que arrastrar parece
una emoción de ayuno encadenada!
Si quisiera tocar las puertas,
y preguntar por no sé quién; y luego
ver a los pobres, y, llorando quedos,
dar pedacitos de pan fresco a todos.
¡Y saquear a los ricos sus viñedos
con las dos manos santas
que a un golpe de luz
volaron desclavadas de la Cruz!
Pestaña matinal, no os levantéis.
¡El pan nuestro de cada día dánoslo,
Señor!…
¡Todos mis huesos son ajenos;
yo tal vez los robé!
Yo vine a darme lo que acaso estuvo
asignado para otro;
y pienso que, si no hubiera nacido,
¡otro pobre tomara este café!
¡Yo soy un mal ladrón… A dónde iré!
¡Y en esta hora fría, en que la tierra
trasciende a polvo humano y es tan triste,
quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el horno de mi corazón…!

César Vallejo

Vivo y sueño

Vivo y sueño

Hunde la rama del sauce
en la alberca su fatiga;
levanta el ciprés su lanza
infatigable a los cielos.

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Lánguida rama de sauce
me cuelga entenebrecida.
Lanza de ciprés emerge
de mi piel hasta el misterio.

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Un cansancio secular
baja, baja, baja a tierra.
Sube, sube, sube altivo
el secular pensamiento.

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Todo me cansa y me rinde
si no es mío, si es del mundo.
Todo me embelesa y lanza
si lo miro y lo penetro.

Nada vivo
si no lo sueño.

José Moreno Villa