Fiesta del Beato Pere Tarrés i Claret

Pere Tarrés i Claret (Manresa, 30 de mayo de 1905 – Barcelona, 31 de agosto de 1959) fue un médico de gran competencia y caridad. Apóstol de la juventud y dirigente de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña. Durante la Guerra Civil ejercitó de médico en el frente republicano del Pirineo y del Ebro. Ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1942, se entregó totalmente a los hermanos. 

Ya enfermo, pasó en Núria sus últimos veranos atendiendo a grupos de Acción Católica Femenina de la Parroquia de Sarrià (Barcelona), donde se encuentra su sepulcro.

Beatificado en Loreto el 5 de septiembre de 2004, su fiesta tiene lugar el 30 de mayo. Tiene dedicada en Núria una fuente en la Ermita de San Gil (P. Queraltó, 1951) y una escultura en la Basílica (R. Muñoz, 2012).

Oración

Señor, Padre santo: Tú has llamado al bienaventurado Pedro Tarrés i Claret, presbítero, a llevar en su persona la imagen de Cristo, médico corporal y espiritual, y, por la gracia del Espíritu Santo, lo has hecho insigne en la caridad y en la castidad: por su intercesión y su ejemplo, concede a tus fieles perseverar siempre en la Iglesia como testigos y pregoneros del Evangelio. Por Cristo nuestro Señor.

* * *

Vida del Dr. Pere Tarrés

El arrorró (poema)

El arrorró

Guardo muchas canciones en la memoria
pero en el alma llevo tan sólo una:
aquella cuyas notas saben a gloria,
la que cantó mi madre junto a mi cima.

Aquella cuyas frases van impregnadas
del cadencioso arrullo de las palomas,
y cuyas vibraciones inmaculadas
tienen para nosotros luces y aromas.

Arrorró de mi tierra, sencillo y blando,
lleno de dulce y vaga melancolía,
¡quién no te ha oído nunca vive ignorando
de los grandes amores la poesía!

Susurro de los valles que lleva el viento,
del mar o de los bosques; canción lejana,
todo cuanto en mis penas tiene un acento
en tus notas encuentra la nota hermana.

Y se mezclan al ritmo de tus cantares
unas veces la dicha y otras la pena,
el murmurar alegre de los pinares
o el gemir de las ondas sobre la arena.

Canción incomparable, todo dulzura,
canción de mis recuerdos, tierna y vehemente,
cada vez que te escucho se me figura
que una ola de besos baña mi frente.

                   Domingo J. Manrique

La tristeza, la alegría, el arrepentimiento, el perdón…

LA TRISTEZA

Sigue tu arrullo, tórtola amorosa;
Hinche de tu ternura el bosque umbrío,
Y de amor bajo el suave poderío
Vive feliz correspondida esposa.

¡Ay! Yo con suerte mucho más dichosa
Trepar al olimpo por mí ser portio;
Y no obstante el acerbo dolor mío
Causa este llanto que en mi faz rebosa.

Que a ti de tu consorte siempre al lado
Con nuevo gozo te baila el nuevo día,
Y acrece los deleites del pasado:

Más huye de mi vida la alegría….
Y…. ¡Cómo! ¿Y es un fiel quien se ha quejado?
¡Tiene tristeza un hijo de María….!

LA ALEGRÍA

Dulce es María cuando tiende afable
Las manos amparando al inocente:
Dulce, cuando en favor del delincuente
Al irritado Juez torna exorable:

Dulce cuando con voz tierna agradable
Excita a la virtud al negligente:
Dulce, cuando acaricia suavemente
Al que juró en su amor no ser mudable.

Dulce, cuando en la noche de la vida
El ceño desarruga de la muerte,
Y acompaña al devoto en la partida.

Y dulcísima en fin, cuando… ¡Ah! Quien verte
Logra en el cielo, Madre esclarecida.
Ese podrá explicar su dulce suerte.

EL ARREPENTIMIENTO

¿Será Reina del cielo que severa
Miréis de un infeliz la angustia y llanto;
Y que así me arrojéis de aquese manto
Que en más risueños días me cubriera?

Madre, Madre piadosa, considera
Que, si bien no aprecié cariño tanto,
Mi ingratitud tanto me causa más espanto
Que el infierno si en él arder me viera.

Cuanto mayor mi ingratitud ha sido,
Más cruda, más horrible es mi desgracia.
Y más vivo el clamor de mi gemido.

Ved vos lo que valéis; y la eficacia
Veréis también con que perdón os pido,
Tórname aún esta vez, ¡ay! a tu gracia.

EL PERDÓN

Denme que el orbe a mi semblante atento
Mi voluntad mas que obedezca adore:
Denme que cómo sandez se enamore
Una Elena de mí con otras ciento:

Denme que dueño sea en el momento
Del oro que la tierra en sí atesore:
Denme que todo sabio condecore
Con su loor y aplauso mi talento:

Denme que finjan, o Marón, u Homero,
No imaginadas otras mil venturas
Que tengan para mí ser verdadero:

Para mí todas fueran desventuras,
Si la Virgen, su rostro antes severo,
No me hubiera anegado ya en dulzuras.

                                           V.C.R. (S. XIX)

Foto ilustrativa: Stefan Wise, en Cathopic.

Mi crucifijo (poema)

Mi crucifijo

¡Mi crucifijo!… ¡oh síntesis divina
de toda cuanto anhelo y necesito!
Luz, fuerza, paz, valor… sostén bendito
de un alma desterrada y peregrina.

Preso en mis manos, si mi ser declina,
tal aliento me das, que resucito:
y un consuelo me infundes infinito,
cuando beso tu llaga purpurina.

Yo contigo, no siento los dolores:
ni noto en mi redor, los desamores…
es más: mi soledad, de ver no echo:

Pendiente así de Ti la vida mía,
cerca de mí te tengo todo el día,
y duérmome contigo sobre el pecho…

     Carlota Navarrete (Málaga)

Invocación de una madre

Tú, que sobre las estrellas
Encumbrado,
Eres de Vírgenes bellas
Adorado…

A quien mil y mil querubes
A porfía,
Tributan de incienso nubes
Todo el día!

Tú, de la humana flaqueza
Dulce faro,
Tú, de la humana tristeza
Dulce amparo!

Oye el ruego fervoroso
De una madre,
Que eres todo Poderoso,
Y eres Padre!….

Por los suspiros dolientes
Que María
Sobre tus Hagas ardientes
Despedía…

Por tu sepulcro sublime,
Venerado,
Do el fiel sus labios imprime
Desolado…

Vuelve a la virgen que adoro
La salud,
Que es, buen Dios, almo tesoro
De virtud!…

Sin ella, todo aflicción,
Un desierto…
Dios mío, por tu oración
En el huerto!

             José P. Sansón