Cuántas veces he sido campesina
Cuántas veces he sido campesina
En la tierra de otros,
Y he trabajado duro
Para mezclar ternura con ternura…
Cuántas veces sembré con mi semilla
Pensando que no sólo para mí florecía…
Hay que saber ser tierra, raíz, semilla, manos…
Ésa es la recolecta hermosa y cotidiana.
Y hay que saber también ser solo otoño.
Quiero ser primavera.
Miro con la mirada del que siempre florece…
Quiero ser de colores, estar viva y alegre.
Y regalar un apacible viento
A aquellos que me habitan y recorren…
Quiero que sea dulcísimo y amable
El paseo de la gente por mis prados,
Y yo pasear los suyos amable y dulcemente…
Pero a veces sonrío
Y amenaza una nube mi alegría
Y hace que se entristezcan mis corolas,
Y se convierta en llanto
Lo que antes fue rocío suave y fresco.
Y empiezo a deshojarme con mudas tempestades
Si no saben cuidarme;
No siempre he conseguido florecer nuevamente
Después de duras talas…
Muchas veces no puedo hacerlo sola
Y me dejo caer, y me dejo ser hoja…
Mi brotar necesita de unas manos que, libres,
Quieran que yo me vuelva enredadera;
Alguien que, tiernamente, entienda cómo crezco
Y cómo, laboriosa, intento mejorarme cada día;
Alguien que como savia me de fuerza
Para no adormecerme y ser frondosa.
A veces no consigo
Abonar sin apoyo mi extenuada tierra
Sembrada ya mil veces;
A veces no hay cosecha
Y me lleno de surcos y de miedo,
Y se cierran mis flores, presintiendo
Que otra vez mi paisaje se vestirá de sombra
Y con tonos de otoño y de fracaso…
Pero me empeñaré desde lo gris
A volver al calor y a la alegría.
Miriam Ayaso
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