El «Padre Nuestro» de Dios

El “Padre Nuestro” de Dios
Hijo mío que estás en la tierra,
preocupado, solitario, tentado,
yo conozco perfectamente tu nombre
y lo pronuncio como santificándolo,
porque te amo.

No, no estás solo, sino habitado por Mí,
y juntos construimos este reino
del que tú vas a ser el heredero.

Me gusta que hagas mi voluntad
porque mí voluntad es que tú seas feliz
ya que la gloria de Dios es el hombre viviente.

Cuenta siempre conmigo
y tendrás el pan para hoy, no te preocupes,
sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.

Sabe que perdono todas tus ofensas
antes incluso de que las cometas,
por eso te pido que hagas lo mismo
con los que a ti te ofenden.

Para que nunca caigas en la tentación
agárrate fuerte de mí mano
y yo te libraré del mal,
pobre y querido hijo mío.

Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a rezar el «Padre Nuestro» sabía muy bien lo que estaba diciendo. Estaba abriendo de par en par – ¡nada menos! – el mismo corazón de Dios.

José Luis Martín Descalzo

Desde la cruz redentora

Desde la cruz redentora

Desde la cruz redentora,
el Señor nos dio el perdón,
y, para darnos su amor,
todo a la vez, sin medida,
abrió en su pecho una herida
y nos dio su corazón.

Santa cruz de Jesucristo,
abierta como dos brazos:
rumbo de Dios y regazo
en la senda del dolor,
brazos tendidos de amor
sosteniendo nuestros pasos.

Sólo al chocar en las piedras
el río canta al Creador;
del mismo modo el dolor,
como piedra de mi río,
saca del corazón mío
el mejor canto de amor.

Liturgia de las horas

Señor misericordioso, abre mis ojos

Señor misericordioso,
abre mis ojos
a las muchas ilusiones que cultivo sobre mi servicio;
refuerza mis rodillas,
que se niegan a plegarse para lavar los pies;
da firmeza a mis manos,
que se cansan de coger el barreño con el agua sucia por el polvo pegado a los pies de los viajeros que llaman a mi puerta.
He de confesarte, Señor,
que soy muy, muy débil,
que ando muy lejos de tu
ejemplo de vida.
Concédeme tu Espíritu para ahuyentar
mis miedos y para vencer mis timideces.
Señor, ten piedad de mis escasas obras.
Señor, ten piedad de mi corazón,
que no conoce todavía la bienaventuranza
del servicio verdadero y humillante.

G. Zevini

¡Ven, luz verdadera!

Himno al Espíritu Santo

¡Ven, luz verdadera!

Ven, luz verdadera; ven, vida eternal.
Ven, misterio escondido; ven, inefable tesoro.
Ven, realidad innombrable, persona inconcebible,
felicidad sin límite, luz sin ocaso. Ven.
Ven, esperanza segura de los que se salvan,
despertar de los que duermen, resurrección de los muertos.
Ven, oh poderoso, que haces y rehaces con solo tu querer.
Ven, oh invisible, oh intangible, oh intocable.
Ven, Tú siempre inmóvil y, sin embargo, fuerza que nos mueves;
oh Tú, por encima de los eternos cielos.
Ven, nombre amado y repetido, cuyo nombre y ser captamos.
Ven, felicidad eterna; ven, corona inmarcesible,
púrpura real, ceñidor enjoyado de zafiros, ven.
Ven, el solo a quien todo se le debe.
Tú que amaste y que amas mi alma miserable.
Ven, Tú, el solo, a esta soledad en que yo vivo.
Ven, porque Tú me separaste de todo y me hiciste solitario en este mundo.
Ven, Tú, que entraste en mi conciencia y que me haces desearte;
Tú, el absoluto inaccesible.
Ven, soplo y vida. Ven, consolación. Ven, alegría, gloria mía,
mis delicias sin fin.
Gracias porque te hiciste uno conmigo,
sin confusión, sin mutación, sin transformación,
Tú, Dios, por encima de todo.
Gracias porque para mí eres todo en todos,
comida sin nombre, del todo gratuita,
que llegas a mis labios y brotas de mi corazón.
Ropaje resplandeciente que alejas al demonio.
Purificación que me baña con lágrimas ardientes
que tu presencia arranca a quienes visitas.
Gracias porque te hiciste para mí luz sin ocaso, sol sin caída;
no tienes dónde ocultarte, Tú, que de gloria llenas el universo.
Nunca te escondes de nadie; más bien,
somos nosotros los que nos escondemos de Ti, no queriendo ir a Ti.
¿Dónde te esconderías si no encuentras lugar a tu reposo?
¿Por qué te esconderías, Tú que no te alejas de nadie y a nadie rechazas?
Ven, pues, oh Señor; hoy mismo levantarás tu carpa dentro de mí;
construye casa, quédate para siempre, inseparable, hasta el fin,
en mí, tu esclavo,
y que también yo, al salir de este mundo,
me encuentre en Ti y reine contigo,
oh Dios que moras por encima de todo.
Quédate en mí, Señor, y no me dejes solo
para que mis enemigos, los que buscan devorar mi alma,
huyan despavoridos, impotentes ante mí, por tu presencia poderosa.
Sí, Señor, así como te acordaste de mí cuando estaba en el mundo
y que en medio de mi ignorancia fuiste Tú quien me elegiste y separaste,
también ahora guárdame dentro de Ti, seguro viviendo en Ti.
¡Viéndote siempre, yo, el muerto, viva!
¡Poseyéndote yo, el pobre, me enriquezca!
¡Devorándote, vistiéndome de ti, vaya de delicia en delicia!
Porque sólo Tú eres todo bien y toda gloria y toda delicia.
A Ti solo la gloria, santa, consustancial y vivificadora Trinidad,
a Ti a quienes sirven, veneran y confiesan en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
todos los fieles ahora y por siempre en los siglos de los siglos. Amén.

Simeón el teólogo

Letanías al Santísimo Nombre de Jesús

Letanías al Santísimo Nombre de Jesús

-Señor, ten piedad de nosotros
-Cristo, ten piedad de nosotros
-Señor, ten piedad de nosotros
-Cristo, óyenos
-Cristo, escúchanos

-Dios, Padre celestial,
-Dios Hijo, Redentor del mundo,
-Dios Espíritu Santo,
-Santísima Trinidad, un solo Dios,
-Jesús, hijo de Dios vivo,
-Jesús, esplendor del Padre,
-Jesús, pureza de la luz eterna,
-Jesús, rey de la gloria,
-Jesús, sol de justicia,
-Jesús, hijo de la Virgen María,
-Jesús, amable,
-Jesús, admirable,
-Jesús, Dios fuerte,
-Jesús, padre del siglo futuro,
-Jesús, mensajero del plan divino,
-Jesús, todopoderoso,
-Jesús, pacientísimo,
-Jesús, obedientísimo,
-Jesús, manso y humilde de corazón,
-Jesús, amante de la castidad,
-Jesús, amador nuestro,
-Jesús, Dios de paz,
-Jesús, autor de la vida,
-Jesús, modelo de virtudes,
-Jesús, celoso de la salvación de las almas,
-Jesús, nuestro Dios,
-Jesús, nuestro refugio,
-Jesús, padre de los pobres,
-Jesús, tesoro de los fieles,
-Jesús, pastor bueno,
-Jesús, verdadera luz,
-Jesús, sabiduría eterna,
-Jesús, bondad infinita,
-Jesús, camino y vida nuestra,
-Jesús, alegría de los ángeles,
-Jesús, rey de los patriarcas,
-Jesús, maestro de los apóstoles,
-Jesús, doctor de los evangelistas,
-Jesús, fortaleza de los mártires,
-Jesús, luz de los confesores,
-Jesús, pureza de las vírgenes,
-Jesús, corona de todos los santos,

Ten Misericordia de nosotros.

-Senos propicio Perdónanos, Jesús.
-Senos propicio Escúchanos, Jesús.

-De todo mal,
-De todo pecado,
-De tu ira,
-De las asechanzas del demonio,
-Del espíritu impuro,
-De la muerte eterna,
-Del menosprecio de tus inspiraciones,
-Por el misterio de tu santa encarnación,
-Por tu natividad,
-Por tu infancia,
-Por tu divinísima vida,
-Por tus trabajos,
-Por tu agonía y Pasión,
-Por tu cruz y desamparo,
-Por tus sufrimientos,
-Por tu muerte y sepultura,
-Por tu resurrección,
-Por tu ascensión,
-Por tu institución de la santísima Eucaristía,
-Por tus gozos,
-Por tu gloria,

Líbranos, Jesús.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Jesús.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Jesús.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros Jesús.

-Jesús, óyenos.
-Jesús, escúchanos

ORACIÓN

Te pedimos Señor, que quienes veneremos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.

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Soneto al Santísimo Nombre de Jesús