Hoy que sé que mi vida es un desierto

Hoy que sé que mi vida es un desierto

Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.

Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.

Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.

Para que nunca busque recompensa
al dar la mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.

Para que no busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra
en el desierto de mi corazón. Amén

J.L. Martín Descalzo/Antonio Alcalde

Al final de la tarde

Al final de la tarde

Al final de la tarde
dime tú, ¿qué nos queda?
El zumo del recuerdo
y la sonrisa nueva
de algo que no fue
y hoy se nos entrega.

Al final de la tarde
las rosas siguen lentas
abriéndose y cerrándose
sin caer aún en tierra.

Al final de la tarde
no vale lo que queda
sino el impulso mágico
de la verdad completa.

Ernestina de Champourcín

Lo que Vos queráis, Señor

Lo que Vos queráis, Señor

Lo que Vos queráis, Señor;
sea lo que Vos queráis.
Si queréis que entre las rosas
ría hacia los matinales
resplandores de la vida,
sea lo que Vos queráis.
Si queréis que, entre los cardos,
sangre hacia las insondables
sombras de la noche eterna,
sea lo que Vos queráis.
Gracias si queréis que mire,
gracias si queréis cegarme;
gracias por todo y por nada;
sea lo que Vos queráis.
Lo que Vos queráis, Señor;
sea lo que Vos queráis.

Juan Ramón Jiménez

Lo más importante

Lo más importante

Lo más importante no es:
Que yo te busque,
sino que tú me buscas
en todos los caminos.
Que yo te llame por tu nombre,
sino que el mío está tatuado
en la palma de tu mano.
Que yo te grite cuando me faltan las palabras,
sino que tú gimes en mí con tu grito.
Que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar
contigo hacia el futuro.
Que yo te comprenda,
sino que tú me comprendas
en mi último secreto.
Que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mi,
y te expresas a tu manera.
Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón
y todas tus fuerzas.
Que yo trate de animarme y planificar,
sino que tu fuego arde
dentro de mis huesos.
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte…
si tú, no me buscas, llamas y amas primero?
El silencio agradecido es mi última palabra,
y mi mejor manera de encontrarte.

Benjamín González Buelta, sj