Basílica de Nuestra Señora de Candelaria (Candelaria, Tenerife)
*Los Dominicos en la «casa de la Virgen» del Archipiélago
Desde el 1530, los Dominicos son los guardianes y capellanes de la Virgen Morena. Y han estado hasta el presente. Así también, a ellos se les confiaron otros muchos Santuarios Marianos de la península: La Virgen de la Peña de Francia (Salamanca), Nuestra Señora de Montesclaros y Nuestra Señora de las Caldas (dos santuarios de Santander), Santa María de Nieva (Segovia), Nuestra Señora de Atocha (antigua Patrona de Madrid), Nuestra Señora del Rosario (Patrona en Almería, Cádiz, La Coruña).
Por eso, con toda justicia se puede llamar a los Dominicos, como en los primeros años del origen de su Orden: “Los frailes de María”.
Desde todos estos santuarios, y otros muchos por Europa, y no digamos por América, han proyectado la gran devoción entre los fieles del rezo diario del Rosario. Así también hicieron los Dominicos andaluces, a quienes se les confió este Santuario de Canarias.
La imagen en la playa
La venerada imagen fue encontrada por los guanches -raza aborigen de las islas- en la Plaza de Chimisay, los primitivos pobladores la llevaron a la cueva del mencey Acaymo -rey del menceyato del Güimar por tierras de Chinguare. Esto ocurría al terminar el siglo XIV (también tuvo el nombre de Acaimo el primer mencey de Güímar, según el historiador Fray Alonso de Espinosa)
La cueva de San Blas
Pasado un tiempo, un guanche cristianizado, Antón de Guimay, eligió la gruta de Achbinico para conservar la imagen y rendirle culto. Esa cueva es conocida hoy con el nombre de Gruta de San Blas, y en ella se ha edificado una pequeña ermita, que es visitada frecuentemente con gran cantidad de devotos.
Aseguran los ancianos que el agua obtenida después de guisar las piedras de esa cueva cura radicalmente el mal de garganta.
Fue esa cueva de San Blas el primer centro católico de Tenerife. Allí recibieron las aguas bautismales los primeros guanches convertidos al cristianismo y sus restos están sepultados bajo el piso de la gruta.
Candelaria
El pueblo de Candelaria, situado en la zona Sureste de Tenerife, es un pueblo transido de historias y leyendas piadosas. Es el foco más intenso de fervor, y por esta razón el Obispo de la Diócesis ha dedicado sus desvelos a construir un “estuche digno de la joya”.
La gente que lo habita es noble y abierta, de natural bondadoso. Hay pescadores y agricultores. El caserío es blanco y contrasta con la arena de la playa, que casi besa los cimientos de la nueva Basílica.
Candelaria ha conquistado el título de “siempre abnegada y piadosa Villa”.
Lugar del Santuario
Se encuentra a 27 kilómetros de Santa Cruz de Tenerife. Cerca del Santuario se halla la primitiva iglesia de San Blas (su fiesta el 3 de febrero) a donde cada año es llevada la imagen de la Virgen, porque según la leyenda, allí reposan los restos de los primeros guanches convertidos que le rindieron culto.
Por ello, puede decirse, que Tenerife antes fue tierra de María Santísima que de España, pues la Virgen de Candelaria se adelantó a la corona de Castilla a posesionarse de Tenerife, que fue la última isla del archipiélago incorporada a la Corona de España.
Algunos meses más tarde de haber pasado por allí Colón, que admiró el Teide sin duda, en una mañana clara de mayo de 1493, el Adelantado don Alonso Fernández de Lugo desembarca en un desértica playa de Tenerife, en la que clavó la “Cruz de la Conquista”, dando después nombre a la capital “Santa Cruz”, construida en este mismo lugar.
Preparando el terreno a la recepción de la Cruz, se había adelantado la Virgen de la Candelaria, como su principal “misionera” de la Cruz.
Su Santuario
Hasta el año 1526 la milagrosa imagen fue conservada en el Santuario, que construyó el adelantado don Pedro Fernández de Lugo. El convento anejo fue edificado en el año 1803, puesto que el primitivo fue devorado por un devastador incendio.
La Imagen
La primitiva imagen despareció en 1826, a causa de un terrible aluvión que rompió algunas paredes del templo donde estaba guardada. La que los canarios veneran actualmente se debe a la gubia del escultor Fernando Estévez y fue ejecutada en el año 1827.
Milagros
En lo que respecta a los milagros que se atribuyen a la sagrada imagen, nos citaron como más notables los que siguen:
1 – Una niña perdida en el monte al regresar al pueblo fue llevada por su madre junto a la Virgen. Al verla la pequeña, que sólo tenía ocho años, aseguró que aquella mujer la abrigaba durante la noche que pasó perdida en la montaña.
2 – Una joven, cierto día fue a visitar a la Virgen, que, tanto a su madre como sus amigas, le habían pintado como “una imagen preciosa”. Pero al penetrar en el convento dijo en alta voz: “¿A ver esta virgen que parece una vieja piojosa me has traído?”. La joven sintió que su cuerpo se cubría de piojos, y aunque le cortaron la cabellera, nada pudo hacerse por que cesara su tortura. Por intercesión de la venerada imagen, y a ruegos de sus familiares, la joven curó al fin.
3 – En cierta ocasión, un hombre se negó a cumplir una promesa, pese a los ruegos de su mujer. Hizo burlas de la imagen, pero acabó de rodillas ante ella. Como fulminado, cayó hacia atrás, y poco después, el médico del pueblo, don José LLarena, certificaba su defunción. Fue instalado en una dependencia del convento y allí permaneció unas horas, antes de que la Virgen fuese llevada en procesión a la Cueva de San Blas. En el mismo momento en que la imagen pasaba frente a la dependencia en que se había instalado la capilla ardiente, el presunto cadáver volvió en sí y exclamó, a grandes gritos: “La Virgen me ha resucitado”.
4 – Un ciego que marchaba de noche por unos senderos peligrosos perdió el pie y cayó al abismo con el nombre de la Virgen en los labios. Un árbol detuvo su marcha y en él quedó preso hasta la mañana siguiente, en que lo rescataron algunos lugareños.5 – Entre los numerosos exvotos que hay en una de las paredes del convento dominicano está el pequeño ataúd dorado. Representa la promesa de una madre que pidió a la Virgen que resucitara a su único hijo, muerto unos minutos antes de que la madre elevara la angustiada y fervorosa oración.
Patrona
La designación de Nuestra Señora de la Candelaria como Patrona principal de las dos diócesis del archipiélago canario fue efectuada por el Papa Pío IX con fecha del 12 de diciembre de 1867.
Su imagen, después de cambios en la historia, guarda todavía numerosas joyas enviadas por los tinerfeños emigrados, principalmente en América.
El Himno
El himno popular de la Virgen, obra del canónigo M.I. Sr. D. Manuel Díaz Pacheco, dice así en su Coro:
“Salve, salve, Virgen Morenita,
dulce Madre de divino amor,
clara estrella de esperanza nuestra,
luz que irradia el eterno sol.”
La Virgen, que el mar trajo y que el mar se llevó, que estaba sin estuche de Ella digno, ya lo tiene. La Fe, el Obispo de Tenerife, sus capellanes los Dominicos y el pueblo, lo han conseguido.
Nueva Basílica
La Basílica que acaba de consagrarse es obra del arquitecto Marrero Regalado. El solar donde está emplazado el templo forma parte de una zona arenosa y el firme se encuentra a relativa profundidad.
Las maderas que se han utilizado en las obras de carpintería son totalmente oriundas de los bosques insulares. Fueron doradas y estofadas conforme a los métodos empleados en el siglo XVIII.
En el nuevo templo se reproduce la planta basilical latina, y el cuerpo de la iglesia adopta la forma de un paralelogramo de tres naves: una, central, de gran amplitud, y dos laterales. La Basílica tiene dos pórticos, que dan a la fachada principal y al crucero.
Los murales, del pintor isleño Don José Aguiar, situados en el presbiterio, ocupan una superficie total de 12×10 metros. La técnica empleada es la encáustica, con el fin de preservar la pintura de la acción del salitre, que viene de la muy cercana playa.
En la zona alta de la composición pictórica se representa una alegoría de la Glorificación, con el Espíritu Santo. En la zona central se completa esta alegoría con la interpretación de los arcángeles. En la zona baja está el mundo terrenal, y las figuras orantes del Obispo, los Dominicos y los devotos.
Solemnísima Consagración de la Candelaria
El día 2 de Febrero de este año (1959) ha sido consagrada la nueva Basílica que ha levantado el pueblo canario de las dos diócesis a su Patrona, la Virgen de la Candelaria. Lo hizo Monseñor Antoniutti, Nuncio Apostólico en España, ante una gran muchedumbre enfervorizada de canarios, y las más altas representaciones del Archipiélago y de la Península.
Con este motivo la Santa Sede ha conferido a este Santuario Mariano, el título de “Basílica”. Se calcula que los fieles en la procesión de la venerada imagen eran unos 50.000 devotos, y las palomas que se soltaron en su recorrido, como imagen de las tórtolas entregadas en el Templo por San José como rescate del Niño Jesús, fueron unas 4.ooo.
El nuevo templo produce una sensación extraordinaria de majestuosidad y belleza; y junto a él, está edificado el convento de los PP. Dominicos que atienden desde hace cuatro siglos este Santuario Mariano.
*R. Gárnez, O.P. (de la revista Cruzada Misionera, Abril de 1959)
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En la Basílica de Candelaria
De cascabel y fiesta vestí mi alma,
de Febrero una tarde, en Candelaria.
Candelaria es joyero que, avara, guarda
la joya de la Virgen de Candelaria.
Cabe su trono oré unas plegarias
y de su amor olí suaves fragancias.
Arroyos de personas pías llenaban
de fervores y rezos la Estancia sacra.
A la vera del Templo rugen las aguas,
más resuena el rumor de las gargantas.
Un dosel de albas nubes circunvalaba
el Santuario, escabel para sus plantas.
Llovía lluvia de oro, límpida y mansa,
de su materno amor enseña clara.
Avanzada la tarde, me volví a casa,
mas sólo con el cuerpo…¡Quedó allí mi alma
presa junto a la Virgen de Candelaria,
la Patrona Bendita de las Canarias!
(¡Dichosa y feliz cárcel, la augusta Casa
de la Virgen morena de Candelaria…!)
Antonio Márquez Fernández, S.D.B (Marzo, 1986)
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