Guillermo Rovirosa, el apóstol del mundo obrero: 30 máximas

Guillermo Rovirosa

ROVIROSA. Entusiasta

“Cualquiera que se haya aproximado a la trayectoria vital de este hombre queda impresionado por la actualidad de sus vivencias y de sus planteamientos. Ciertamente, Guillermo Rovirosa es un referente de cristiano laico y apóstol involucrado en la realidad social de nuestro tiempo, con un amor entrañablemente agradecido a la Iglesia y lúcidamente crítico con las deformaciones de la vida cristiana (empezando por las propias) que son un obstáculo a la evangelización. Buscador leal de la verdad, será comprendido por todo aquel que hoy lo busca. Converso a la fe en Jesús, ayudará al creyente a redescubrir el tesoro que se nos ha regalado, a agradecerlo y compartirlo. Encarnado en la realidad obrera, nos enseña a no evadirnos irresponsablemente, sino a asumir el conflicto social y ahí mismo encontrar a Cristo, seguirlo y darlo a conocer. La sabiduría que transmiten sus escritos es fruto de una experiencia de vida construida con fidelidad apasionada a Cristo y un gran amor a sus hermanos, los más pequeños”.

Alfonso Gil Montalbo, en Revista Ecclesia, nº 3162, agosto de 2003

Guillermo Rovirosa Albet, sindicalista cristiano y primer promotor y alma de la HOC (Hermandad Obrera de Acción Católica), nació en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) el 4 de agosto de 1897 en el seno de una familia religiosa, de valores tradicionales. Hombre de gran capacidad intelectual, fue un buscador (entusiasta) de la verdad en todos los órdenes de la vida. Junto al sacerdote Tomás Malagón dio auténtica vida a la HOC, una asociación seglar que pretendía acercar la religión al mundo obrero más pobre. Murió el 27 de febrero de 1964. En octubre de 2001, la Comisión General de la HOC acuerda solicitar la iniciación del proceso de canonización ante el Arzobispado de Madrid. Tras los pasos previos y necesarios para tal fin, tuvo lugar el acto de apertura de dicho proceso el 8 de julio de 2003. Recientemente, en marzo de 2016, se ha clausurado la fase diocesana de la Causa de canonización del Siervo de Dios Guillermo Rovirosa.

En sus escritos y publicaciones evidencia una gran preocupación por los obreros con menos recursos y denuncia la opresión a la que son sometidos. En los albores de la industrialización de España muchas familias (principalmente proletarias) llevaban una vida sacrificada sobremanera y en condiciones desfavorables e injustas. Pero especialmente, unida a esta inquietud social, Rovirosa mostró un gran amor por Jesucristo, que lo será todo en su vida: por estos hombres tan humildes  y entregados continúa Jesucristo su redención.

Sus pensamientos, apasionados y con un profundo espíritu religioso, nos llevan a interesantes reflexiones sobre la vida misma, las relaciones propias entre los hombres y la relación entre Dios y el hombre:

1⋅ “Jesucristo nos manda una sola cosa: amarnos. Cuando se ama ya no hacen falta mandamientos, pues el amor lo supera todo”.

2. “Jesucristo, como verdadero Dios, nos reveló ciertas intimidades de la divinidad, que los hombres por medios naturales jamás hubieran podido llegar a descubrir, y que en su esencia constituyen lo que llamamos: El Credo”.

3. “Dios nos dio:

1º.- Una LUZ, en su Mandamiento Nuevo.

2º.- Una MEDICINA, en la Gracia.

3º.- Una FORTALEZA, con los Sacramentos.

Todo ello formando un TODO que puede expresarse con la palabra: COMUNIÓN”.

4. “La COMUNIÓN preside las relaciones de las tres divinas Personas de la Trinidad Beatísima, y por esta COMUNIÓN podemos decir que Dios es Amor, y porque es Amor es COMUNIÓN. Para poder transportar esta COMUNIÓN (que de Tres hace Uno) desde el Cielo a la tierra, Dios se hizo hombre y entró en COMUNIÓN con la naturaleza humana, para que por Cristo los hombres pudiéramos entrar en COMUNIÓN unos con otros y con Dios. COMUNIÓN de Amor, pues únicamente el Amor puede hacer de varias personas una sola”.

5. “Jesucristo, por ser Dios, y por tanto infinito, dio su Vida, su Pasión y su Muerte por cada uno de los hombres. De manera que a mí no me corresponde una partecita de su Vida, su Pasión y su Muerte, sino que me corresponde TODA. Y cada hombre puede decir lo mismo”.

6. “En el orden individual ser perfectos como es perfecto nuestro Padre que está en los cielos. En el orden colectivo, que todos seamos uno, como son Uno el Padre y el Hijo; esto es: con unidad substancial”.

7. “El lema Uno para todos, y Todos para uno todavía contiene algo de egoísmo, que puede expresarse así: Doy para que me den, y esto es perfecto para los que no conocen a Cristo. Pero el cristiano colabora con los demás para servir al mismo Cristo, que se hace presente en “el otro”. Entonces la colaboración toma una magnitud y una fuerza que la hacen invulnerable a cualquier tentación de desánimo o de deserción”.

8. “La gran paradoja del cristianismo, que ha desconcertado, que desconcierta, y que desconcertará siempre la razón humana, es, precisamente, la de vencer a la fuerza con la debilidad, al poder con la mansedumbre, y a las leyes con el amor”.

9. “El pobre cristiano es el que comunica sus propios bienes a otros que los necesitan, o los desean; y no consiste tanto en dar como en compartir. La fracción del pan es su símbolo perfecto. El “espíritu de Pobreza” manifiesta el Amor cristiano en el com-padecer (padecer con), y conduce necesariamente a anteponer las necesidades y los deseos de los que se ama a los propios deseos y a las propias necesidades”.

10. “El que comparte lo que tiene, cada vez se da cuenta de que tiene más cosas para compartir. Aparte de compartir lo que sea fruto de su propio trabajo y esfuerzo material, intelectual y sobrenatural (que es un esfuerzo inmensamente más productivo y fecundo que el de los que se esfuerzan y trabajan únicamente para sí, en trabajos forzados y agotadores) se encuentra con que puede compartir su alegría con los tristes, y la luz del sol con los de ojos turbios; el gozo de las Estaciones del año y la Eucaristía; el cielo y la tierra; una lágrima y una sonrisa; la salud y la enfermedad; el trabajo y el descanso;… toda la creación, y el mismo Creador, son suyos si los comparte con Espíritu sobrenatural de Pobreza”.

11. “Los que miran el Espíritu de Pobreza cristiano solamente como un desapego de todo lo creado, se quedan en el primer paso, y por esto están inmóviles. Entre el egoísta que lo quiere todo para sí (y lo somos casi todos) y el Pobre cristiano que todo lo quiere para los demás (en los que ve a Cristo), el primer paso es desapegarse del egoísmo y detestarlo. Pero esto no basta, ni siquiera sería posible progresar ordenadamente por este camino si no se acompañara de su aspecto positivo, que puede expresarse así: No para mí, sino para Cristo que lo necesita, o lo desea, en la persona de los “próximos”.

12. “La Humildad de Corazón de Cristo es un puro misterio. Misterio grandioso y sublime que ilumina con luz esplendorosa la marcha triunfal de los Santos de su Iglesia”.

13. “Si la Humildad de Cristo le condujo a asumir todos los pecados de la humanidad no fue porque viera en ello un fin, sino un medio necesario para manifestar su Amor a los hombres. Así, muchos hombres al sentirse amados de esta manera han abominado y abominan sus pecados y hacen penitencia, provocando la alegría de los Ángeles del Cielo y la Gloria del Padre, por J.C.N.S”.

14. “El cristiano con Espíritu de Humildad mira y recibe como don de Dios todo lo bueno, noble y santo que percibe en los demás, ya que todo ello Dios se lo pone en su camino para su propia perfección”.

15. “El humilde acepta y agradece todo lo bueno que ve en los suyos, como exigencia de Amor, viendo en todo ello destellos de la presencia de Cristo en los demás. Aún en los más perversos no deja de ver nunca algo aceptable, que pondera y exalta (en vez de recriminar y gruñir por “lo malo”), y por el amor de correspondencia que esta actitud suscita, hace que el perverso amengüe su perversidad”.

16. “Sabiendo que lo malo que hay en los hombres tiene su origen en la carencia de Amor, el Humilde prodiga su afecto precisamente a los más despreciados. En ellos ve a Cristo despreciado de todos que le pide Amor para salir de la abyección en que se halla. Poco importará que “el otro” no lo agradezca ni se dé cuenta; a la larga no tendrá más remedio que rendirse, lo cual no será su derrota sino su liberación. Y habrá merecido que en el Último Día el Señor le diga: Ven a mi derecha, porque estaba envilecido y hundido, y con tu amor me levantaste y dignificaste”.

17. “El compartir lo nuestro con los demás (Pobreza) todavía puede suscitar algún sentimiento de superioridad y de excelencia, si nos olvidamos que los otros son Cristo; pero aceptar y amar a los demás tal como son, con alegría y con gratitud por el don de Dios que representan, no puede hacerse sin ver en ellos al mismo Cristo que se pone a nuestro alcance para comunicarnos lo bueno que en ellos hay, y para servirle como podamos en sus deficiencias”.

18. “Tanto tienes, tanto vales. Este es nuestro lema de mediocres. Para «tener», estorban todas las virtudes humanas de honradez, amistad, fidelidad a la palabra dada, culto a la verdad, sentido de justicia, probidad…”

19. “La victoria no depende de los azares de una lucha, sino de la decisión con que uno tome partido por Cristo. Si uno sigue fielmente a Cristo ya ha triunfado, en este mundo y en el otro, cualesquiera que sean las incidencias y las derrotas aparentes”.

20. “Cada persona, al aparecer en este mundo trae una Vocación a la santidad, a la que todos, sin excepción somos llamados. Ésta es la vocación fundamental, aunque la inmensísima mayoría no lo entiende así; y de responder (o no) a esta llamada de Cristo depende la felicidad en este mundo y en el otro”.

21. “Tengo la seguridad de que cuando hayan paladeado la Pobreza, la Humildad, y el Sacrificio en los pequeños detalles de la vida cotidiana de relaciones mutuas, cada vez será mayor su gozo y su deseo de que estas esencias cristianas pasen a constituir el centro de su vida, que cada vez será más y más una vida de comunión”.

22. “Gracias a Dios, el hombre perfecto no existe. No hubo más que uno y lo matamos, como es natural. Pero, como el ave Fénix, renació, y (¡oh maravilla!) los cojos, los ciegos, los lisiados,… podemos juntarnos y llevarnos unos a otros, y (si lo hacemos con Él) entonces sí que formaremos verdaderamente el hombre perfecto: el Cuerpo Místico de Cristo. Pero ello no a base de nuestras semejanzas, sino de nuestras diferencias”.

23. “Por la Revelación sabemos que Dios es Amor. Y es Amor por que es Uno y Tres. Y Dios puede ser Uno y Tres porque es Amor. Amor absoluto, que se da plena y totalmente, y de Tres hace Uno”.

24. “Cada Bautismo es una nueva encarnación del Verbo de Dios, más maravillosa y sorprendente todavía que la que se realizó en el seno de la Virgen. Entonces Dios se sujetó a la naturaleza humana que Él había creado, haciéndose uno de nosotros, semejante en todo a todos, excepto en el pecado. En el Bautismo se va más allá, pues ya no es a la naturaleza humana que Dios se sujeta, sino a la naturaleza personal del bautizado. La persona de Jesús era la encarnación del Verbo y nadie más. En el bautizado encarna la Trinidad Beatísima y se somete al neófito, sin coaccionar su libertad en lo más mínimo. Esto da el vértigo, pero es así. Cada bautizado recibe no sólo los dones de Dios, sino al mismo Dios Trino y Uno. ¿Para qué se le da? Para que pueda realizar su libertad aceptándolos, o para qué pueda frustrar su libertad rehusándolos”.

25. “No hay ninguna incertidumbre en el destino histórico. No puede pasar nada más que lo que está pasando: Cristo vencedor absoluto. Cristo es TODO, y el resto es NADA”.

26. “Porque la victoria de Cristo es ésta, precisamente. Con Él la Paz, sin Ella guerra en todas sus formas: caliente o fría, pequeña o grande, individual o colectiva,… Con Él la Justicia y sin Él toda injusticia. Con Él la libertad, y sin Él todas las esclavitudes posibles, desde las más grosera a las más refinadas. Con Él el amor mutuo, y sin Él el asqueroso amor propio”.

27. “Veo que se llama trabajar a cualquier cosa que sirva para justificar un sueldo. Cada día veo un desprecio mayor por los llamados trabajos productivos. Cada día va en aumento el entusiasmo y el alistamiento de voluntarios en el innumerable ejército de trabajadores improductivos. Como el mal reside en que los parásitos están organizados y los primos sin organizar… pues ¡vamos a organizarnos! ¿Cómo? Alrededor del Obrero de Nazaret. Este es el único que hace milagros y el único Redentor. Y la fuerza de su Amor”.

28. “A Cristo lo reconocemos con ropa de obrero, con las manos encallecidas, con la frente sudorosa, cansado del trabajo”.

29. “Buscamos dinero. Y como la droga es curativa en pequeñas cantidades y luego pasa a esclavizar, así pasa con el dinero. El hombre, imagen de Dios, necesita INDISPENSABLEMENTE un mínimo de bienes materiales, como complemento de su cuerpo; un mínimo de bienes intelectuales, como complemento de su alma, entre los que destaca una profesión vocacionada. Y como complemento a toda su persona una FE que dé sentido a su vida. Nos está MANDADO aspirar a la perfección; por eso queremos una PROPIEDAD PERFECTA. Aspiramos a la perfección en nuestra profesión. Y más en nuestra fe. Una fe viva y perfecta que podamos decir: ¡Vivo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí! La fe me fue dada en el Bautismo y ahora me falta apropiármela. Si cultivara mi fe con ACTOS DE AMOR sería mucho más propietario de fe que alimentándola exclusivamente con ritualismo y fórmulas”.

30. “Siempre estaré donde los empobrecidos protagonicen su vida personal y colectiva”.

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Guillermo Rovirosa 1

Oración 

Padre, tu llamaste a Guillermo Rovirosa
le mostraste la grandeza de tu amor, manifestado en Jesucristo,
el obrero de Nazaret entregado hasta la muerte y resucitado,
y lo enviaste como apóstol al mundo obrero.
Concédenos vivir, con su misma coherencia,
el bautismo que nos ha hecho hijos tuyos,
de modo que en el trabajo de cada día
lleguemos a transformar la sociedad según tu voluntad
y a transmitir la alegría de la fe a nuestros hermanos.
Te pedimos, por su intercesión,
ayuda ante la necesidad que te presentamos (petición)
y el gozo de agradecértela con un mayor compromiso
a favor del amor y la justicia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

(Esta oración no tiene finalidad alguna de culto público)

Enlace recomendado: Guillermo Rovirosa (página dedicada a la difusión de su vida y obra)

Parroquia de San Pedro Apóstol, Bañaderos (Arucas, Gran Canaria)

Parroquia de San Pedro Apóstol en Bañaderos en Gran Canaria 2

Vista general del altar

Parroquia de San Pedro Apóstol en Bañaderos en Gran Canaria

Imagen de Fray Martín de Porres 

El Pescador vuelve a la mar (breve historia de la iglesia de San Pedro de Bañaderos)

El 13 de junio de 1867, Don Francisco León Rodríguez y Don Juan Leandro González, en nombre de los vecinos de Bañaderos elevan instancia a Don José Sagalés, Gobernador Eclesiástico de la Diócesis, exponiendo que mucho tiempo hace les asiste el deseo de fabricarle al Apóstol San Pedro una ermita que en todo tiempo sea capaz de fundar en ella una Parroquia… El beneficiado Cura Rivero firma su informe el 27 de junio de 1867. La Revolución de 1868 paraliza toda actividad religiosa. Realizados los planos de la ermita, hoy perdidos, ignorándose por ellos su autor y su costo, teniendo los dineros en su poder, comienzan las obras en 1877, un año más tarde está prácticamente terminada, menos la espadaña que se instala en 1901. Antes de hacerse la ermita, los vecinos celebraban el día de San Pedro en el pago del Puertillo, con fuegos artificiales la víspera, luchada y regatas de botes el día 29 de junio.

Concluida la ermita, a las tres de la tarde del día 28 de junio de 1878 salió la imagen de San Pedro de la Parroquia de San Juan de Arucas. La procesión acompañada por el curato con cruz grande y ciriales, muchas personas con ramos y banderas entre infinidad de cohetes y lucido acompañamiento de los vecinos, llegó en buen orden y por el camino viejo ( de la costa), porque no había hasta entonces carretera a la plaza de la ermita y después de hacer alto la procesión , el Preste, Don Francisco Lorenzo procedió a bendecir la ermita, concluida la bendición entraron al Santo y la gente que pudo, por ser insuficiente el local para tantas personas. Luego se entonó el Santo Rosario que fue cantado y acompañado de instrumentos musicales, terminando después de las diez de la noche.

Los vecinos de Bañaderos al poseer ya la ermita y a San Pedro cantaron la siguiente copla con su buena dosis de humor:

Viva, San Pedro el de la Costa
Que el de Arucas murió,
Por lavarle las piernas
Con agua del Porrón.
A lo que los vecinos de Arucas contestaban:
¨Pulpos y lapas
Agua del Porrón¨.

Hasta hace pocos años a las fiestas de San Pedro y a la Banda de Bañaderos le llamaban ¨Pulpos y Lapas¨.

Se conserva una tradición según la cual el Beneficiado Don José Antonio Rivero(cura Rivero) prometió a los vecinos de Bañaderos y de Montaña Cardones regalar la efigie de San Pedro al primero de estos dos pagos que erigiese en su caserío una ermita. Los feligreses de Bañaderos se dieron más prisa que los de Montaña Cardones en la fabricación propuesta, recibiendo por ello el premio apetecido.

El vecindario de Bañaderos quedó erigido en parroquia el 2 de agosto de 1891, al entonces capellán de la ermita Don Eusebio Hernández de León, lo designaron cura ecónomo de la nueva parroquia la que regentó hasta su muerte ocurrida el 12 de diciembre de 1933.

Información por Dulce Maria Rosales. Textos tomados del libro de Memorias de la Parroquia de Arucas- Padre Marcelino Quintana Miranda.
Fotos: Juan Díaz Báez

Dos poemas a la Virgen del Carmen de San Juan del Farrobo (La Orotava)

Virgen del Carmen San Juan (La Orotava)

Es poco llamarte bella

Es poco llamarte «bella»,
decir «Reina» no te alcanza
pues tú eres mi esperanza,
eres mi luz y mi estrella.
¿Qué puedo decir de ella
de ti, una Madre, ¿qué puedo?
No digo nada y me quedo
con esa dulce mirada,
pues sé que con ella a nada
podría tenerle miedo.

Que no falte, Madre mía,
tu mirada encantadora,
mirada de Reina y Señora
que hace feliz la agonía.
Tú, hermosa estrella que guías
mil amores, mil consuelos,
tú paloma que en su vuelo
logra con su luz radiante
hacer feliz una orante
plegaria, Flor del Carmelo.

             Eduardo Duque

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Virgen del Carmen de San Juan 1

A la Virgen del Carmen, Coronada, de San Juan

No es tu imagen, tu rostro de este suelo,
Virgen gloriosa, en tules rebujada.
El extraño dulzor de tu mirada
fluye del claro manantial del cielo.

Al Carmen sideral se aupó, de un vuelo
sacro, Luján, con su alma arrebatada.
Decoro de San Juan, talla estimada,
estrellas te ciñó del Valle el celo.

A ti, flor del Carmelo, va el navío
de nuestro andar, la virginal frescura
de nuestra voz, que tu alto honor pregona.

A tus plantas, oh mar azul del río
de nuestro amor, el don de nuestra pura
vida, tus joyas y mejor corona.

                              P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.

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La imagen de Nuestra Señora del Carmen goza de gran popularidad en la Villa de La Orotava. Su origen se remota a principios de siglo XIX, cuando sustituyó a una imagen anterior posiblemente perdida tras el incendio que sufrió el Convento de San Lorenzo en 1801. Su autoría se desconoce, pues Nicolás Perdigón Oramas, escultor y restaurador orotavense, la atribuyó con certeza al escultor José Luján Pérez. Sin embargo, la imagen presenta grandes diferencias con el resto de sus obras, sobre todo porque la Virgen se acerca a una postura neoclásica. Por este motivo, según los últimos estudios, se le atribuye al escultor orotavense Fernando Estévez, quien realizó esculturas de gran parecido como Nuestra Señora de Candelaria de la Parroquia de la Concepción de La Orotava o Nuestra Señora de Los Remedios de Los Realejos. De todos modos, la imagen presenta una belleza que invita a la contemplación y a la reflexión sobre María de Nazaret. (Josué Hernández)

Mártires de Tazacorte: Sangre en el mar

Mártires de Tazacorte, sangre en el mar

Era el tiempo en que la Rosa de los vientos llevaba el pabellón de la España imperial clavado en cada uno de sus estilizados pétalos. Era el tiempo en que España dejaba blanquear los huesos de sus hijos —soldados y teólogos— en las costas de Albión, en las dunas de Flandes, en los campos de Francia y Alemania para mantener enhiesta, sobre la herejía vencida, la Fe católica de Roma. Era la Edad gloriosa, cuando España, no contenta de salvar a la Europa latina de la infección protestante,— «fiera recrudescencia de la barbarie septentrional»— ofrecía a la Iglesia, a cambio de los desgarros que en su túnica perpetraron manos apóstatas, un nuevo mundo conquistado por el valor de sus capitanes y evangelizado por la virtud de sus Misioneros.

Un día del año de 1570 zarpa del puerto de Lisboa un navío con rumbo al Brasil. Un navío hispano – lusitano porque el mismo cetro real de Felipe II rige a Portugal y a España y, además, porque en lo ideal no hay fronteras dentro de la Península ibérica; el mismo destino histórico evangelizado y civilizador impera en las gestas de españoles y portugueses. La nave lleva un rico cargamento, de Hispanidad: arcabuceros, fogueados quizás en San Quintín o en las marismas bátavas, licenciados de Coimbra o Salamanca, labriegos, mercaderes, menestrales, y, como razón que justifica y guía que señala infalible el camino de la Civilización verdadera, sobre la cubierta del bajel se destaca- el austero hábito del sacerdote de Cristo.

Hacia el Brasil se dirigen cuarenta religiosos de la Compañía de Jesús, es superior de la expedición, el Padre Ignacio de Azevedo. Nombre ya prestigioso en el recién fundado Instituto. Nacido en Oporto en 1527, ingresó en el noviciado a los veintiún años admitido por el Padre Simón Rodríguez, compañero de San Ignacio e introductor de la Compañía en Portugal. En 1552 es nombrado rector del Colegio de San Antonio en Lisboa, pasando luego de superior a la casa profesa de San Roque y poco después se le otorga el cargo de Vice-Provincial de todo Portugal. Asistió a la segunda Congregación general en la que fue elegido San Francisco de Borja, quien le envió a las misiones brasileñas. De Roma se trajo, como obsequio del Papa S. Pío V, una copia del cuadro de Santa María la Mayor, imagen que llevaba consigo en todos los viajes.

Regresó de América para allegar recursos y misioneros y una vez obtenidos se reembarca para proseguir en las selvas vírgenes del Amazonas, su iniciada labor conquistadora de almas para Cristo. Pero la Divina Providencia había decretado que aquellos apóstoles no arribaran al puerto de Río de Janeiro sino a otro puerto de término definitivo —«inmortal seguro»— adonde van consignados los tesoros de «preciosas margaritas». Al llegar el buque el 15 de julio de 1570, a la altura de la isla de La Palma, frente al puerto de Santa Cruz, avista una nutrida escuadra que les cierra el paso. En los mástiles de aquellos navíos ondea el siniestro pabellón de un corsario calvinista. Su nombre ha llegado hasta nosotros: Jacobo Serel, (no Soria como impropiamente se le designa) natural de Criel, entre Dieppe y la Villa d’Eu; famoso por sus correrías manchadas siempre de crimen y exterminio.

Frente a frente se hallan dos concepciones antropológicas y teológicas de oposición irreductible. De una parte el paroxismo de la rebeldía, del error y del odio hecho carne en el Calvinismo; de otra la personificación más acendrada de la disciplina y obediencia heroica —«tanquam cadaver»— de amplísima verdad —humanismo cristiano del «ratio studiorum»— y de la caridad como suprema ley y regla de vida, plasmada en la última maravillosa producción de la Iglesia Católica: la COMPAÑÍA DE JESÚS.

Los más genuinos representantes de la Hispanidad, los Hermanos en Religión del P. Laínez cuya doctrina sin medias tintas — tan católica como hispana— sobre el libre albedrío afirma que todos los hombres, sin distinción de razas superiores e inferiores, si quieren, pueden salvarse; los que, por estar imbuidos en esta doctrina, sienten, quizás como, ninguna Orden, la vocación misionera, se encuentran, como corderos entre lobos, rodeados de los herejes que han llevado más lejos sus errores sobre la, libertad humana: el fatalismo había hallado en Calvino su más brutal definidor: «hay hombres que nacen destinados al infierno porque Dios lo quiere». Y el hombre que formula esta blasfemia inverosímil tiene discípulos y ejerce una influencia enorme en Suiza, Francia e Inglaterra…

Mediante un rápido abordaje consiguen los piratas apoderarle de su fácil presa. Los cuarenta jesuitas son condenados a muerte. No puede haber cuartel para la quinta esencia del Catolicismo y de la Hispanidad El Padre Ignacio de Azevedo, con la imagen de Santa María la Mayor a guisa de escudo, lleno de sobrenatural serenidad, exhorta a sus Hermanos con palabras de fuego a ser dignos soldados de la Milicia de Jesús; se vuelve, luego, a los herejes e increpa su impiedad y extravío hasta que cae acribillado por golpes de lanza. Sus compañeros sufren un martirio más prolongado. Despojados de sus hábitos, son apaleados hasta fracturarles brazos y piernas, alanceados y acuchillados son, por último, arrojados semivivos al mar.

Durante la ejecución de la inicua sentencia acaece un suceso digno de figurar en un acta martirial de la Iglesia primitiva. Los herejes habían indultado a un Hermano coadjutor por precisar de sus conocimientos culinarios. Un joven pasajero (sobrino del capitán de la nave portuguesa ) que ya había mostrado su deseo de ingresar en la Compañía, sintiéndose solidario de aquellos invictos confesores y para completar el simbólico, número de cuarenta, ocultamente se viste la sotana perteneciente a uno de los verdugos confesando su fe y su vocación, recibiendo al momento la púrpura inmortal infinitamente más valiosa que la de los Césares romanos.

Entre los mártires se encontraba un sobrino de Santa Teresa: Francisco Pérez Godoy, natural de Torrijos. La Doctora Mística tuvo una visión sobrenatural donde contempló a los cuarenta mártires victoriosos ascender llenos de júbilo a los cielos. Este es el asunto de la alegoría que ilustra este artículo. En el cuarto centenario de la fundación de la Compañía de Jesús es oportuno recordar esta gloria conjunta de. ella y de Canarias. No fueron mártires del Brasil, como se les suele llamar a los cuarenta beatificados por Pío XI el 1 de mayo de 1854, sino mártires de Canarias donde se les conmemora con Oficio particular y propio.

La bondad divina quiso que las costas del Archipiélago se vieran ungidas por sangre de martirio. La espuma del Atlántico que besa nuestras playas dejó de ser blanca. Un día de julio las olas empenacharon sus crestas con el color ardiente del sacrificio y de la caridad heroica. La sangre fecunda de los inmolados por Cristo circundó como corona de rosas bermejas a esta tierra atlántica, centinela avanzado de la Hispanidad.

Gabriel G. Landero. Prebístero
Santa Cruz de Tenerife. 1941

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Mártires de Tazacorte

Festividad de los Mártires de Tazacorte (Beato Ignacio de Azebedo y 39 compañeros jesuitas)

Las florecillas de San Martín de Porres

las florecillas de fray martín

Lo que cautiva en la vida de los santos no son siempre esos milagros o episodios extraordinarios que tan lejos los vemos de nosotros. La vida de un santo nos atrae más cuando se nos presenta caminando hacia la santidad partiendo de bases humanas. San Martín de Porres es un santo tan humilde y tan humano que no podemos sustraernos a cierta seducción que no sólo admira sino que invita a despegar suavemente el vuelo hacia lo alto desde el fondo de lo cotidiano. Es la suya una vida de penitencia, de humildad y de sonrisas. Pero es sobre todo una vida llena de amor a Dios y a los hombres. Las florecillas de Fray Martín, aunque frecuentemente sean auténticos y estrepitosos milagros, se nos presentan en una panorámica tan densa de caridad y humanidad, que casi nos parece natural que a un hijo tan confiado concediera el Señor lo que dijo en el Evangelio que haría quien tuviera fe no más grande que un gramo de mostaza. Pero como la vida de la mayor parte de los santos, también ésta del «Santo de la Escoba» tiene una prolongación social que se desprende del amor al hombre redimido.

«Las florecillas de San Martín de Porres», de Juliana Cavallini