El vino nuevo

El vino nuevo

Nos diste un vino nuevo
en dulces tragos de amor,
madurado al sol y al viento
del Espíritu que sopla
en las laderas de Dios.

Vino que fue destilado,
en las bodegas del cielo,
gran reserva de amor,
que se consume en el suelo.

Y se sirve junto al pan
que se devora con hambre
entre destellos de luz
y resplandores de sangre.

Hace siglos que nos diste
de este vino en abundancia
sobre cuencos de alegría,
vino nuevo y con solera,
del que seguimos bebiendo
y brindando todavía.

Y si algún día se agota.
se habrá acabado la fiesta,
por mucho que presumamos
de una mesa muy bien puesta.

Manuel Velázquez Martín

Eucaristía

Eucaristía

Amor de ti nos quema, blanco cuerpo;
amor que es hambre, amor de las entrañas;
hombre de la palabra creadora
que se hizo carne; fiero amor de vida
que no se sacia con abrazos, besos,
ni con enlace conyugal alguno.
Sólo comerte nos apaga el ansia,
pan de inmortalidad, carne divina.
Nuestro amor entrañado, amor hecho hambre,
¡oh Cordero de Dios!, manjar que te quiere,
quiere saber sabor de tus redaños,
comer tu corazón, y que su pulpa
como maná celeste se derrita
sobre el ardor de nuestra seca lengua:
que no es gozar en ti: es hacerte nuestro,
carne de nuestra carne, y tus dolores
pasar para vivir muerte de vida.
Y tus brazos abriendo como en muestra
de entregarte amoroso nos repites:
«¡Venid, comed, tomad: éste es mi cuerpo!».
Carne de Dios, Verbo encarnado, encarna
nuestra divina hambre carnal de ti.

Miguel de Unamuno

Infraoctava del Corpus

Infraoctava del Corpus (sextetos)

(Y sediento, hallé la fe que obsequia…
con el lloro raudo por esa acequia
para rocíar tus alfombras floridas;
con un Jueves en que te quise aún más,
de amores que son para siempre jamás,
con tu Corpus bálsamo en mis heridas.)

I

La solemnidad bella se vestía
para honrar a la Eucaristía:
El Corpus en su fiel Infraoctava,
Jardín místico hecho ofrenda,
holla sus pétalos para ser senda
con sus pasos hacia La Orotava.

Se elevó a arte lo efímero
y el Teide levantó su sombrero;
el cielo fue mirador de la tierra
por una majestuosa alfombra
que en la plaza a todos asombra
y a la esperanza nos aferra…

Regresa el día más esperado,
el Corpus y Jesús Sacramentado;
Cuerpo y Sangre, flores y tradición,
hasta el alma el olor a brezo
y la retama perfumando el rezo
de un pueblo que pide la bendición.

II

El pan celestial que la fe levanta
dejaba un nudo en la garganta.
Y gozado ese hermoso lance
seguía el espíritu festivo,
con su traje por tres días cautivo
y el ensueño del primer romance.

Y vino la más noble romería
de San Isidro y Santa María,
que sus sonidos alivian las penas
y toda buena amistad afianza:
La fiesta exaltó la semejanza
del sentir villero corriendo por las venas.

              José J. Santana

Foto ilustrativa: Revista Hésperides, julio de 1927 (Fuente: Jable ULPGC).

Al Corpus de La Orotava

Ningún finísimo vaso contuvo tanta hermosura

¡Qué claridad, de qué altura
abre tu cuerpo a su paso.
Ningún finísimo vaso
contuvo tanta hermosura.
¡Todo es alfombra, blandura
para tu planta dolida!
¡Viril en que va escondida
la gracia que a gloria suena!
¡Qué primavera nos llena
con tu presencia, la vida!

¡Qué primavera nos llena
con tu presencia, la vida!
¡Qué celestial sacudida
dentro del alma resuena!
¡Mirándote, vena a vena,
en ti la sangre se clava!
¡Todo en tu Corpus te alaba,
cuando blanca de alegría,
va besando, Eucaristía,
los ojos de La Orotava!

***

¡Huéleme, soy La Orotava!

Callado Valle, pródiga llanura,
monástico silencio, azul Taoro,
mañanas de cristal, tardes de oro,
del Teide monje altísima clausura.
Alfombra donde sueña la blancura
de Cristo pan, litúrgico tesoro,
suspiro de la mar, campo sonoro,
bellísima y orante arquitectura.
Te guarda el platanar, te besa el cielo
de oriente te coronan tus palmeras.
Eres de Dios alabardera octava.
Se levanta tu aroma de tu suelo,
y embriagándole al mundo sus fronteras
le dices: ¡Huéleme, soy La Orotava!

Soy La Orotava. Huéleme. Blancura
soy donde Dios consagra su alegría.
Labrado está en sabor de Eucaristía
mi corazón, molino de ternura.
Tejida está en aromas mi figura
que es imagen de Cristo, y mediodía
de toda flor, en gracia y romería
enjardinada tengo mi hermosura.

Soy para el Corpus la mejor bandera.
¡Sueñan mis ojos una luz sin sombras
de la que son los ángeles pintores!
Soy meridiano de la primavera
que pasa convirtiendo mis alfombras
en milagro de pájaros y flores.

***

Eres la fragante Roma de la flor

Toda la Tierra es aroma
que a tu jardín abandera,
Orotava jardinera
que al mundo su luz asoma.
¡Eres la fragante Roma
de la flor, verde bahía
donde la jardinería
de la Tierra tiene fin!
¡Por ti la vida es jardín,
rosa de la Eucaristía!

¡Por ti la vida es jardín,
Rosa de la Eucaristía!
¡Y te rinde su armonía
de su cimiento a su fin!
¡No queda ningún jardín
que no te dé sus olores!
¡Sobre todos los colores
el tuyo, Valle, se clava,
proclamando a La Orotava
paraíso de las flores!
¡Proclamando a La Orotava
paraíso de las flores!
¡Qué jardín de qué rumores
tu olorosísima lava!
¡Al pie de tu Teide alaba
tu fragancia a la blancura!
¡Orotava: qué estatura
la de tu aroma gigante!
¡Está rendido delante
de la divina hermosura!
¡Está rendido delante
de la divina hermosura!
¡Y es tu claridad tan pura,
tan diáfana y brillante,
que se te ve en tu semblante
una luz angelizada!
¡Jardín donde está alcanzada
la gloria de los olores!
¡Orotava de las flores
en Dios mismo arrodillada!

***

¡Tuya es La Orotava!

Me quemo en ti, me duermo en tu mirada.
Lleno estoy de tus ojos peregrinos,
Alerta está mi ala a tus caminos,
mi sangre está a tus pies arrodillada.
Sueno al amor que suena en tu pisada.

Beso el amor que muelen tus molinos.
De norte a sur conozco los divinos
aromas de tu gloria floreada.
Custodia de tus cánticos, bendigo
la mar, el valle, el tiempo, la distancia,
y proclamo en el mundo tu memoria.
Soy de tu Corpus ávido testigo,
¡y mi vuelo tejido en tu fragancia
tiene en su luz el vuelo de tu gloria!
Y tomando esa súplica del mundo,
la Villa va diciéndole a Cristo:
Toda jardín, Señor; soy toda llama.
En brezo y tea mi cuerpo está fundido.
Ardo por ti; y tengo en ti rendido
mi fuego que a tu fuego busca y ama.

Suena en el corazón de mi retama
mi Teide en ara tuya convertido;
y una misa de alfombras he tejido
para la vida que tu olor derrama.
Soy para ti campana de rumores
que anuncia, por el aire, tu presencia,
y en mí, Señor, tu cielo nunca acaba.
Mi sangre está guardada por tus flores.
Y con divino aroma de tu esencia
dice mi lengua: ¡Tuya es La Orotava!

         Francisco Montero Galvache

Imagen ilustrativa: Revista Hésperides, agosto de 1926 (Fuente: Jable ULPGC).

Este pan que yo parto (This bread is break)

Este pan que yo parto
(This bread is break)

Este pan que yo parto fue una vez avena
Este vino, sobre un árbol extraño
se concentró en su fruto.
Hombre en el día o viento en la noche
sesgó las cosechas sobre el suelo,
quebró el gozo de las uvas.

Una vez en este viento la sangre del verano
azotó la carnes que cubría el vino;
una vez, la avena de este pan
fue feliz en el viento.
El hombre rompió el so!,
echó abajo los vientos.

Esta carne que despedazas,
esta sangre a la que permites
irrumpir solitaria en las venas,
fueron uvas o avena,
nacidas de la sensual raíz y de la savia.
Mi vino bebes tú, mi pan tú partes.

            Dylan Thomas