Hombre

Hombre

Ese hombre solo
que en los labios del día
mece la sonrisa de un sueño,
cruza por calladas calles,
desiertas avenidas
que guardan la rabia
en el adobe de sus telares.
Solo sabe sonreír,
extranjero errático
en ciudad de fábula y barro,
y ensuciar con cálidos orines
antiguas cenefas de catedrales.
Vaga por el lomo de la desolación
como un funámbulo
en el cielo del alambre
que en su cuello habita cada hora.
De las veleidades de la fortuna
es perito y consejero
de las heridas de las estrellas.
Algún día, cuando menos te lo esperes,
te fumará los sueños.

Francisco Morales Lomas

No existe nada

No existe nada

Aferrado a la vida
superviviente en el mundo
enamorado, enamorado…,
caminamos con un cuerpo material,
un corazón encerrado y oprimido.
Solo respira en el interior,
no habla, no puede,
bombea sufrimiento,
necesita hablar: ¿con quién?
Yo también lo necesito,
no existe nada,
callados los dos.
Aquí estoy, existo ahora,
¿quién soy?, pregunta normal:
soy yo, ser espiritual, vivo.
¿Quién me escucha?: nadie.
Todo es diferencial,
el cuerpo, el alma.
¿Quién viene a mi palabra?
¿Cuándo diré mi última palabra?
¿Podré decir yo mi última palabra?

Modesto González
“Poesía en la filosofía natural”

Lluéveme

Lluéveme

Lluéveme, Señor, un poco
con esta claridad con que te llueves
sobre el jardín incierto en la ventana.

El agua que me cale lentamente
hasta apagar mi llama de inquietudes,
el agua que me embalse y me sosiegue
de presencia de Ti, de noche tuya.

Estoy reseco, tristemente solo,
con un gris de sucesos
sin el premio siquiera de una lágrima.

Ve regando el miedo de mis ojos
con el zumo de paz que de Ti mana,
ve llenando mi surco, enfermo y roto
como una llaga abierta, de tu bálsamo.

Ve lloviendo, Señor, y desmoróname
de tanto leve aluvión en mi esperanza
negra en la soledad y a la par lumbre.

Derrámate del todo, que en la lluvia
me sentiré dormido a la apariencia
con la pena empapada en tu alegría
sin serme ni sentirme en los caminos.

Inúndame, Señor, con tu ternura
y apágame a mí mismo porque enciendas
luces más tuyas sobre la ceniza.

Pedro Miguel Lamet

Ventana

Ventana

Ventana

Un trozo de azul tiene mayor intensidad que todo el cielo, yo siento que allí vive, a flor del éxtasis feliz, mi anhelo.

Un viento de espíritus pasa muy lejos, desde mi ventana, dando un aire en que despedaza su carne una angelical diana.

Y en la alegría de los Gestos, ebrios de azur, que se derraman… siento bullir locos pretextos, que estando aquí ¡de allá me llaman!

               Alfonso Cortés