Santo Tomás de Aquino, poeta del Universo

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Santo Tomás de Aquino, poeta del Universo

En la noche callada, Sócrates escuchaba la armonía del himno sublime que cantan las estrellas. Porque los cielos cantan —David lo había dicho— «cantan la gloria de Dios».
Santo Tomás es el filósofo de la armonía y el poeta del Universo. No escucha sólo el canto de las estrellas; oye el concierto de toda la creación, bajo la dirección del gran maestro de capilla, que es su Hacedor, el Poeta. Porque poeta, eso significa. La Creación es el poema con que Dios se canta a sí mismo, fuera de sí. Cada creatura es un verso de ese gran poema. Cada movimiento es una nota de ese gran concierto. De su conjunto resulta la nueva armonía.
Y el poema que Dios había escrito en jeroglíficos, con caracteres de esencias y movimientos, es el que Tomás de Aquino, el fraile dominico de hábito blanco y negro, ha descifrado. Al poema divino le ha dado forma humana. La «Suma Teológica» es un gran poema: el poema del Universo.
Por los sones lejanos de las creaturas, llega el poeta hasta Dios, principio de toda armonía, en su unidad simplicísima. Y ya en brazos de la Revelación —ninfa Egeria que le conduce por el país de lo ignoto—, penetra en el santuario, sorprende la vida íntima del Ser absoluto y canta con lengua inteligible los misterios del idilio eterno entre el Poder, que es el Padre, y la Sabiduría, que es el Hijo, en un efluvio de Amor infinito, que es el Espíritu Santo.
Y ese idilio inmanente, perpetuamente vital y fecundo, lanza fuera de sí, en el tiempo, algunas gotas del ser que son las creaturas. No como emanación espontánea de la substancia divina, sino como efecto producido fuera de sí por el Poder, la Sabiduría y el Amor.
Entre esas esencias creadas —gotas de ser infinito, vestigios del Infinito, Uno y Trino en substancia—, hay dos que son imagen suya, que tienen poder, sabiduría y amor: ¡el ángel y el hombre! A ellas está subordinado, por natural jerarquía, todo el resto de la creación. Ellas sólo tienen valores eternos, porque son capaces de participar del eterno idilio del Ser infinito, conociéndole y amándole. El drama angélico se ha terminado en un instante. El drama humano perdurará hasta el fin del mundo.
Y continúa el poema cantando al hombre. El hombre, el jerarca de este mundo visible, que debe producir la armonía, en sí mismo y fuera de sí. Esa es su tarea. De todas las cosas puede usar el hombre, pues todas fueron hechas para él y él es el dueño de sus actos y de sí mismo por su libre albedrío. Mas siguiendo el compás que le señala el Jerarca supremo con la batuta de su razón.
Armonía entre lo natural y sobrenatural. La gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona, en toda su integridad. La fe no rebaja la razón, le da ambiente para volar por las regiones de lo divino, donde ella sola caería asfixiada. La gracia diviniza al hombre. El hombre sometiéndose a Dios, se hace divino. Jerarquía y armonía, entre el hombre y Dios.
La razón y el apetito. No es Santo Tomás un idealista que independice la razón; ni escéptico que la aniquile. Con bravura defiende sus fueros, pero con dependencia objetiva. Y ella, grávida de la Verdad, la entrega al apetito que produce el Bien. Ni la voluntad es autónoma, independiente de la razón o superior a ella. La razón dirige, impera, manda, lo mismo en el fuero de la conciencia que en el orden social externo, porque la ley es un dictamen de la razón. Y la perfección de la voluntad consiste en ejecutar con fidelidad lo que la razón prescribe Ni son malas las pasiones. Solamente serán cuando rompen la armonía jerárquica que las mantiene sumisas al dictamen, de la razón y al impulso de la voluntad.
La misma armonía entre el alma y el cuerpo, que forma un todo substancial. El alma es la porción superior, pero ella sola no es el hombre. El cuerpo también es un valor humano. Todo lo que es, es bueno y debe subsistir. Pero en su puesto.
Y ese todo armónico que llamamos hombre, está ordenado a la operación. Y para obrar en armonía necesita de las virtudes. Y, sobre las virtudes, los dones del Espíritu Santo, con los que obra a lo divino.
La mística tomística no destruye, no aniquila, no desentona, no hace seres extraños. Es mesura y equilibrio. Todo lo purifica, todo lo transfigura. Así es la mística española, Granada y Teresa de Jesús.
Pero el hombre no es un ser irrelacionable. Es Social por naturaleza. Quien no vive en sociedad es menos que hombre o más que hombre. Armonía también entre los distintos hombres.
Y el Estado, el Poder, que armoniza, que concierta, que dirige y ajusta los instrumentos para que, dando cada cual su nota, resulte el acorde del bien común. Pero no absorbe al individuo, no amengua a la persona, da valor y eficacia a los derechos particulares.
Y ante el poder temporal se levanta otro Poder espiritual. También concierto, también armonía, también jerarquía. La Iglesia es superior al Estado, pero en nada viene a mermar sus derechos; antes le ayuda a conseguir sus fines.
Y frente a un Estado se levantan otros Estados. Mas entre ellos también hay armonía trascendente, que resulta de una unidad de la especie, de la catolicidad de la Iglesia, de la fraternidad en Cristo, de la comunión en el último fin.
Pero la raza humana no es homogénea. Es hombre y mujer Un vínculo irrompible, urdido, por el amor y apretado por la religión hará de dos uno, que se perpetuarán en nuevos seres. También con orden, con jerarquía. El hombre es superior a la mujer, es su cabeza. Más ella es también persona igual a él en sus derechos primarios, fundamentales. Y aquí el poema comienza a tomar colores de epopeya.
El ángel malo sedujo al hombre, que cayó, pecó y, con el pecado, rompió la armonía de todo el Universo. Sólo Dios podía restaurar esa armonía. Más el hombre la había roto y era justo que el mismo hombre fuese su restaurador.
La indignación divina, al ver su obra transformada por la culpa humana, cede ante los impulsos de su amor, que le saca fuera de sí en éxtasis sublime. Y Dios se hace hombre. Es la aspiración suprema del amor: hacerse de dos uno.
Y, como hombre, lucha con la muerte y se deja morir para vencer a la muerte, para arrebatar a la muerte sus presas, para devolvernos la vida divina, la vida inmortal.
Después, las fuentes de la vida que manan del Hombre-Dios, que nos incorporan a Cristo y nos hacen dioses por anticipación de su misma naturaleza.
Desenlace del poema. El triunfo definitivo del Bien sobre el Mal. La victoria del Hombre-Dios y de todos los que han luchado bajo su bandera. La plena armonía peregnalmente restablecida. La entrada triunfal del hombre restaurado en el reino de la luz. La satisfacción cumplida de sus ansias de amor, de bien, de belleza y de verdad.
Tal es el gran poema que Tomás ha escrito. El poema de la suprema armonía. El poema del Universo. El poema de la Verdad. Ya había escrito Aristóteles que la poesía es más verdadera que la historia.
Tomás de Aquino, sin ambiciones terrenales, oteando el horizonte desde su celda dominicana, embriagándose en la contemplación filosófica y sobrenatural, es el poeta de la Humanidad. Homero y Dante no osarán acercarse a él, ni aún sombrero en mano y lomo encorvado. Y Dios y los siglos siguen bendiciendo su nombre y su memoria.

Ignacio Menéndez-Reigada, O.P.

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Oración de Santo Tomás de Aquino al Santísimo Sacramento

¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla corno es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que practique el bien sin presunción que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe; dadme un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío, entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os espere, y esperanza que, finalmente, os abrace. Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

* * *

Enlaces recomendados:

santotomasdeaquinoverboencarnado.net (página dedicada a Santo Tomás de Aquino)

Santo Tomás de Aquino (perfil biográfico y semblanza espiritual)

Semblante espiritual de Fray Martín

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Su rostro irradiaba la bondad y dulzura propia de las personas santas

De San Martín de Porres, como la del santo Job, se puede afirmar que nació con marcada inclinación a la misericordia, y desde su tierna infancia procuró socorrer las necesidades de su prójimo. De estas obras nos consta por el testimonio de los beneficiarios. En la eternidad nos serán reveladas las misericordias espirituales y corporales realizadas por el Santo de Dios.

Pasó por la tierra sin que alcanzara a inficionarle la corrupción que domina por doquier. Fiel a la gracia recibida en el bautismo, puso en juego todos los medios para asegurar la posesión de este tesoro. A este fin renuncia a los atractivos del mundo y abraza la vida religiosa. Y no contento con las austeridades de su profesión se entrega a las más duras mortificaciones.

Desligado así de lo terreno y libre de toda miseria su espíritu inocente y puro volaba espontáneamente, sin obstáculos, hacia Dios.  Cuando su espíritu endiosado volvía a las realidades de la vida terrena, continuaba viendo a Dios en todos los seres de la Creación.

La constante y fiel correspondencia a la acción de la gracia divina hizo que su espíritu se mantuviera firme en observar el orden que preside las relaciones del cristiano con Dios y con el prójimo. Por esto no dejó nunca de cumplir los deberes que le obligaban a Dios y a los hombres. Y resultado de esta fidelidad en las obras de justicia, fue la paz inalterable de su espíritu en cualesquiera circunstancias, favorables o adversas por las que atravesó.

Admitido el trato íntimo con Dios, la luz divina irradió en su alma, dándole a conocer y profundizar las verdades más encumbradas de nuestra religión. Bajo la acción de esta misma luz, conoció muchas veces los secretos envueltos en la lejanía del tiempo y del espacio.

Escuchó las palabras de Cristo, y ya hemos visto con que generosidad las abrazó y con qué fidelidad las puso en práctica. Consciente de que en su correspondencia a la gracia divina estribaba todo su bien, en el tiempo y en la eternidad, no dudó en exponerlo todo por el Todo. Y porque se mostró siempre fiel, sin ceder ante las pruebas y persecuciones, he aquí que es introducido en el gozo de su Señor y admitido en el reino de los Cielos.

Por respeto a Dios amó tanto a sus hermanos los hombres mientras peregrinó por la tierra, que no los puede olvidar ahora que se encuentra seguro en el descanso de la patria. La caridad que le movía a procurar todo bien a sus compañeros de destierro, perfeccionada altura en el seno de Dios, hace que se interese con mayor insistencia y eficiencia en provecho de quienes necesitan y reclaman su valioso patrocinio.

Semblanzas de Fray Martín

Satoko (María Isabel) Kitahara, el ángel de la ciudad de las hormigas

Satoko Kitahara

Venerable Sierva de Dios Satoko Kitahara (Foto: Ann Maria Clara/Wikimedia Commons)

Satoko Kitahara nace el 22 de agosto de 1929 en Tokio, en el seno de una familia aristocrática y de tradición sintoísta. Crecida en Japón antes de la guerra, inició los estudios universitarios al final de la misma en de una sociedad que atravesaba grandes cambios.
Casualmente conoce la religión cristiana y es enormemente influenciada por algunos religiosos; hace la catequesis y se bautiza a los 20 años con el nombre de Isabel, añadiendo el de María en la Confirmación. Por influencia de fr. Zeno Żebrowski (compañero de San Maximiliano Kolbe en Japón), que tras la guerra se consagra al servicio de los que no tenían para vivir, Isabel María dedicará cada vez más su vida a los necesitados, en particular a los niños de los traperos de la “Ciudad de las hormigas” (Arinomachi). Viviendo en medio de ellos y llevando la misma vida, se fue debilitando a causa de la tisis, hasta ofrecer su vida para que la ciudad se reconstruyera en un medio más sano; así murió, a los 28 años y 5 meses, el 23 de enero de 1958.
La historia de Isabel María ha conmovido a generaciones de cristianos de Japón y del mundo entero, demostrando la calidad de su conversión, que la llevó a compartir la vida con los últimos. Su historia ha dado origen en Japón a un musical que ha dado la vuelta al mundo.
Tras el consenso del Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos, obtenido el 12 de junio último, y el actual de los Cardenales y Obispos, falta sólo la aprobación del Papa Francisco para que Isabel sea declarada “Venerable”. Tras un eventual milagro por su intercesión podría ser declarada beata. Isabel María Satoko Kitahara es la primera Sierva de Dios japonesa de la que se ha reconocido la heroicidad de sus virtudes; hasta ahora, todos los demás beatos y santos, han sido reconocidos por mártires.

Kitahara “Venerable”
La tarde del 22 de enero de 2015, el Santo Padre Francisco, en la audiencia privada al Excmo Card. Angelo Amato, S.D.B., Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santo, autorizó a la misma la promulgación del decreto relativo a las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Isabel María Satoko Kitahara, seglar; nacida en Tokio (Japón) el 22 de agosto de 1929, y muerta allí el 23 de enero de 1958. Le espera, pues, el título de “Venerable”.

Fr. Angelo Paleri
Postulador general

Satoko Kitahara

“Junto con ese rosario, pongo en manos del Señor mi vida, esa vida que he recibido de Él en depósito″.

La sonrisa de Dios en la Ciudad de las Hormigas de Tokio (Vida de Isabel María Satoko Kitahara). Padre Ángel Peña, O.A.R.

Día de la Santa Infancia

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La Obra de la Santa Infancia ha sido ya en la historia probada como buena. La caridad la ha concebido, la caridad la ha criado, la caridad la ha desarrollado.

Vamos a celebrar, este domingo, el Día misional mundial de la Santa Infancia. «Hemos señalado un día al año afirma el Papa Pío XII—, para promover con la oración y la limosna la Obra Pontificia de la Santa Infancia».
El conocimiento de sus excelencias, con tal motivo proclamadas por los expositores que canten sus glorias, necesariamente producirá incremento de ayuda espiritual y material a su favor.
Pasó la época de la idea ingenua del Progreso. Nos hallamos en la era de la técnica que no hace al hombre ni mejor ni más feliz. Como dice un poeta misionero: «llegar a la frontera del mundo civilizado es entrar en el «gran pórtico de las complicaciones». Ese metro que gasta los pulmones. Esas fábricas que manchan el cielo. Esas máquinas que enervan el temperamento y ese estrépito que turba nuestras noches. Hombres tensos, inquietos…».
Cuando los ingenios del mundo están tratando de hacer avanzar la técnica, pocos son los que investigan los medios de perfeccionar moralmente al hombre. Y eso sí que hay que inventar.
Pero…, ¿qué digo? ¡Ya está hallado! ¡¡El Evangelio predicado por Jesús!! Es vedad que hay que adaptarlo a las circunstancias. Y en la adaptación —precisa reconocerlo con sinceridad— estamos fallando. Alguien ha dicho que los medios no están resultando eficaces. Al menos, en cuanto al mundo pagano, el recurso que se ha proclamado mejor es la «SANTA INFANCIA». Se ha dicho que entre todas las obras católicas, ninguna salva con tanta «facilidad, prontitud y certeza» TAN GRAN NÚMERO de almas.
El Día de la Santa Infancia debe ser un día de meditación, de examen y de obrar en consecuencia. Del enemigo, el consejo. Hay que salvar al niño pagano y hay que hacer misionero al niño cristiano. Cuanto el niño sea más proselitista, lo será el adulto. Y con ese proselitismo santo se beneficiará el Cuerpo de Cristo.
El niño, «blanda cera que la Obra emplea es como la flor que abre su cáliz, a medida que el sol asciende sobre el horizonte y expande más sus perfumes en derredor, el niño puede sentir las dulces influencias de la religión y de la caridad». En el mundo misionero y en el católico.
La SANTA INFANCIA, al mismo tiempo que extiende el reino de Cristo en los países alejados de El, intensifica y fortifica en nuestras viejas cristiandades el aprendizaje misionero de las generaciones que advienen, «las que no trabajarán eficazmente en el resurgimiento espiritual, moral y social de su país sino en la medida en que tengan una conciencia apostólica» (Card. Suhard).
No desaprovechemos la oportunidad que nos brinda la Santa Infancia y especialmente en su Semana y gran DÍA para iluminar, para infundir amor misional en las almas infantiles amor que como rescoldo de fuego sagrado debe durar todo el año y alimentar toda una vida Que los niños, conquistándose a sí mismos, ganen las ricas preseas de las almas infantiles.
Sacerdotes, padres, educadores… Reflexionad sobre estos puntos. Si siempre, más aún en el Día de la SANTA INFANCIA.

Mons. Emilio De Hueto. Director Nacional y Delegado Hispano-americano de la O. P. de la Santa Infancia. Enero de 1959.

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La Santa Infancia pide una oración corta, pero constante. Y la ofrecemos junto a la Virgen María, Reina de las Misiones.

Señor Jesús, Tú dijiste a los apóstoles:
«Dejad que los niños se acerquen a Mí».
Te damos gracias por el amor
y el cuidado que tienes con los más pequeños.
Te pedimos por todos los niños del mundo
para que tengan la alegría de conocerte a Ti y a tu Madre,
y puedan escuchar tu Palabra y recibir tus sacramentos.
Ayúdanos a iluminar con la fe
la vida de nuestras familias y de nuestros amigos.
Bendícenos a nosotros
para que hoy y mañana seamos misioneros
y amemos a todas las personas
de cualquier raza, cultura, lengua y edad.
Te pedimos que tu Madre, la Virgen María, nos acompañe.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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Enlace de interés: La Infancia Misionera o Santa Infancia en nuestra Comunidad 

Página recomendada: Infancia Misionera

Fiesta de la Beata Laura Vicuña

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Oración

¡Oh Beata Laura Vicuña!
Tú que seguiste heroicamente
el camino de Cristo,
acoge nuestra confiada plegaria.

Alcánzanos de Dios las gracias
Que necesitamos…
Y ayúdanos a cumplir
con corazón puro y dócil
la voluntad del Padre.

Otorga a nuestras familias
la paz y la felicidad.
Haz que también en nuestra vida
como en la tuya
resplandezca una fe firme,
una pureza intrépida, y
la caridad atenta y solícita
para el bien de los hermanos
Amén.

* * *

25 pensamientos de la Beata Laura Vicuña:

1. “¡Oh Jesús! Me ofrezco a ti, y quiero ser toda tuya aunque haya de quedarme en el mundo”.
2. “No tengo miedo, estamos en los brazos de la Virgen”.
3. “Jesús quiero hacer cuanto sé y puedo para que tú seas conocido y amado”.
4. “María Santísima es mi fuerza y alegría: ¡Oh María!, dame tu mano, ¡coge las mías!”
5. “Para mí rezar y trabajar es lo mismo, es lo mismo rezar o jugar, rezar o dormir. Haciendo lo que debo, cumplo lo que Dios quiere de mí; y ésta es mi mejor oración”.
6. “María es ¡mi Madre! No hay nada que me haga más feliz que el pensar que soy hija de María”.
7. “Entiendo mortificarme en todo lo que me podría alejar de Dios”.
8. “Qué felices seremos en el paraíso con Jesús y María si les hemos siempre amado aquí abajo”.
9. “Sé constante en la virtud; desde el Cielo seguiré ayudándote”.
10. “Mi único deseo es adherirme con alegría a los deseos de Jesús y al amor de María Santísima”.
11. “El recuerdo de la presencia de Dios me acompaña y me ayuda siempre, doquiera yo me encuentre”.
12. “Quiero iniciar en la tierra la vida que continuaré en el Cielo”.
13. “Si recordáramos a menudo que Dios nos ve y nos ama, cuántos males podríamos evitar”.
14. “Amemos y ayudemos mucho a los pobres; por ellos Jesús tuvo un amor de predilección”.
15. “No despreciar a los pobres y no mirar a ninguno con indiferencia”.
16. “En cualquier sitio donde me encuentre, sea en clase, sea en el patio, este recuerdo me acompaña, me conforta y me ayuda a hacer todo en la mejor de las maneras y no me es ocasión de distracción, porque aún no pensando en esto, sin darme cuenta me
encuentro gozando de este recuerdo”.
17. “Estoy contenta de sufrir: mi único deseo es de contentar a Jesús y a María, mi querida Madre”.
18. “La santidad no se adquiere en pocos días; basta quererla, basta pedirla continuamente a Dios, basta empezar”.
19. “Hacer la voluntad de Dios: esta es mi oración preferida”.
20. “Me siento conmovida con pensar que Jesús se ha humillado tanto en la Cruz por nuestro amor”.
21. “Antes morir que pecar”.
22. “Señor: que yo sufra todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve”.
23. “Mamá, he pedido a Jesús morir por ti”.
24. “¡Oh Dios mío, quiero amarte y servirte toda mi vida, por eso te doy mi alma, mi corazón, todo mi ser!”.
25. “No hay amor más grande, que dar la vida por la persona amada”.

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Enlaces recomendados:

Para conocer a Laura Vicuña (pdf)

Beata Laura Vicuña, confesora de la fe (sitio dedicado a Laura Vicuña)