Convento de las Dominicas Dueñas de Cabañales (Zamora). La devoción a Fray Martín

Convento de Cabañales

Monasterio de Santa María la Real de las Dueñas MM. Dominicas de Cabañales (Zamora).

Los orígenes de este monasterio, ubicado en el barrio de Cabañales de la ciudad de Zamora, datan del siglo XII, de un beaterio donde se alojaban las familias de los caballeros que acudían a la guerra. Posteriormente se convirtió en un convento de la Orden de Predicadores. En el S. XIV, hacia 1540 aproximadamente, se trasladan al edificio que en la actualidad permanece como Orden de Clausura de monjas dominicas. También aquí se encuentra la sede de la cofradía de la Virgen de la Esperanza, que sale en procesión la mañana del Jueves Santo.

San Martín - Monasterio de Santa María la Real de las Dueñas MM. Dominicas (Cabañales - Zamora)

Imagen de San Martín de Porres en la iglesia del Convento, que cuenta con un buen número de devotos en Zamora

Procesión

Convento de las Dominicas Dueñas (Cabañales - Zamora)1

Un numeroso grupo de fieles, además de acudir a la celebración del triduo en honor a Fray Martín en el monasterio de las Madres Dominicas de Cabañales, gusta de acompañar a los Amigos de San Martín de Porres en la tradicional procesión con motivo de su festividad. Una forma de dar gracias por los prodigios obrados en esta bella localidad.

San Martín - Monasterio de Santa María la Real de las Dueñas MM. Dominicas (Cabañales - Zamora)

Dentro de este grupo de fieles amigos de Fray Martín se encuentra una agrupación de mujeres, las «Amigas de San Martín de Porres», que mantienen con cariño y gran fervor la devoción al santo mulato en la ciudad de Zamora desde hace 32 años. Todos los 3 de noviembre de cada año, con esmero preparan y sacan al santo en procesión para que bendiga la ciudad y así mismo, con sus dones e intercesión, a todas y cada una de estas mujeres. También el personal del servicio de limpieza del ayuntamiento asiste a la ceremonia para honrar al que es su santo patrono, además de portar las andas. Una vez finalizada la misma, cumpliendo con la tradición, se reparte el riquísimo pan de anís de San Martín entre los feligreses.

Estas buenas amigas Fray Martín siempre lo han tenido presente durante todos estos años. Primero con una imagen pequeña que custodiaban las monjas del convento. Luego, con tiempo y dinero, la actual imagen: de mayor tamaño y con una novedad respecto a las representaciones más comunes de San Martín de Porres, ya que porta en una de sus manos la Sagrada Escritura, cimiento de la fe verdadera que le enseñó a triunfar. Una imagen que en el amor y calor de su hogar conventual se ha convertido en un instrumento providencial para unir en la fe cristiana y en el amor de Dios a todo tipo de razas y culturas y, cómo no, a los propios zamoranos.

Siervo de Dios Fray Juan de Jesús, humilde lego franciscano

Fray Juan de Jesús

Hermano Fray Juan de Jesús, tú que estás en la presencia de Dios, ruega por nosotros pecadores. Dios mío, te doy gracia por esa vida tan extraordinaria que Tu nos has dado, para que tomáramos ejemplo de ella para seguirte a Ti.

Fray Juan de Jesús Díaz nació en el municipio de Icod de los Vinos (Tenerife), en el seno de una humilde y cristiana familia dedicada a las labores de labranza. Fue bautizado en la Iglesia Parroquial de San Marcos el 20 de diciembre de 1615, recibiendo el nombre de Juan, en recuerdo de su abuelo materno Juan Díaz, del que además tomó el apellido. Juan era descendiente —por línea materna— del Mencey de Daute, el noble guanche Diego de Baute o Ibaute.

Sus padres no pudieron darle una carrera, dedicándose desde muy joven a trabajar como aprendiz en el oficio de tonelero, por entonces una próspera actividad debida a la gran tradición vitivinícola de la comarca y al pleno auge de las exportaciones por aquella época. Padeció los continuos maltratos del patrón del taller de toneles donde trabajaba, conducta beligerante que soportaba con oración y penitencia. Un día, víspera de la fiesta de San Juan, sufrió un accidente que le hizo perder el ojo izquierdo por las quemaduras sufridas al caer a una hoguera. Siempre llevó con cristiana resignación este incidente. Precisamente por ello es invocado para las personas con problemas de visión y ceguera.

Fray Juan de Jesus 1

«Yo no vine a la Religión a buscar a Dios, sino a conservarlo».

Se traslada al municipio de Puerto de la Cruz para perfeccionarse y prosperar en su oficio. Frecuenta la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, y es en este lugar donde tiene lugar uno de los más reconocidos relatos sobre él: cuando se encontraba delante de la Iglesia entró en éxtasis y, según el testimonio de los presentes, se elevó con los brazos en cruz, levitando calle abajo hacia la popular plaza del Charco hasta llegar a la costa. A la muerte de su madre en 1646 ingresó en el convento franciscano de San Juan Bautista de Puerto de la Cruz, donde profesa como lego recibiendo el nombre de Fray Juan de Jesús, tras ser preparado espiritualmente por su confesor el Reverendo Padre Fray Mateo de Aguilar.

Fray Juan de Jesús, la Siervita y Amaro Pargo

«Fray Juan de Jesús, la Siervita y Amaro Pargo».

Otro hecho destacado en su vida es que fue contemporáneo y conoció a la también Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Bello y Delgado (popularmente conocida como «La Siervita»), cuyo cuerpo permanece incorrupto en el convento de Santa Catalina de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, y a la que ayudó espiritualmente con su sabios consejos:

La popular Sierva de Dios, cuyo cuerpo incorrupto conservado en el monasterio de las Madres Catalina, en La Laguna, proclama su santidad, tiene el comienzo de su vida de religiosa vinculado a la intervención de Fray Juan de Jesús, que le dio las primeras lecciones espirituales. Cuando éste pasaba por las casas de La Laguna en demanda de limosnas para los pobres, siempre era atendido en la de los tíos y protectores de la Sierva de Dios, y les agradecía sus donativos con prudentes advertencias y sustanciosas pláticas, que escuchaba la joven María con gran devoción, la cual, por sus consejos, comenzó a frecuentar los sacramentos en la vecina iglesia de la Concepción. También hasta el retiro del convento de San Diego del Monte solía efectuar escapadas en compañía de una amiga, para escuchar la doctrina del lego y poderle comunicar los cuidados de su espíritu. En la iglesia recibía los Sacramentos y así crecía su amor a Dios. Estas escapadas las hacia con tal brevedad, incluso enfrentándose a los rigores del invierno, que apenas su familia notaba la ausencia. Se cuenta que, cuando residió la virtuosa joven entrar en religión en el convento de las Catalinas, a pesar del sigilo y la urgencia que se tuvo para que hiciera la profesión, Fray Juan de Jesús tuvo revelación sobrenatural de la noticia, por lo que, temprano, se dedicó a recoger flores, ramas y hierbas olorosas. Extrañados sus compañeros al verlo en tal actitud, lo interpelaban sobre su finalidad, qué fiesta había, a lo qué él respondía: -! Es para el dueño, porque hoy se casa¡ Una hora más tarde, un borriquillo era conducido por un campesino con el frondoso cargamento, para detenerse frente a la puerta reglar del convento de las Catalinas, y, las admiradas religiosas supieron que era un envío de Fray Juan de Jesús como presente a María, para que se adornara la iglesia con motivo de sus desposorios místicos, que era la joven que iba a ver adornada de tantas virtudes y santidad. Aún en el convento de estas monjas se conserva como preciada reliquia un rosario con cuentas de madera que, según la tradición, fue regalado por el Siervo de Dios a Sor María de Jesús.

(Del libro de D. Domingo Martínez de la Peña, «La Iglesia de san Marcos de Icod de los Vinos»)

SIERVO DIOS

«Hermanos, quien deja de pecar ama a Dios».

Una vez lego de la Orden de San Francisco, y después de algún tiempo en el convento de San Juan Bautista, fue trasladado al Convento de San Diego del Monte en San Cristóbal de La Laguna, donde adquirió fama de santidad por su especial humildad, caridad con los pobres y enfermos, espiritualidad y prodigios, con frecuentes éxtasis y visiones celestiales. Famosos fueron también sus diálogos con importantes personajes que acudían a visitarle al convento, atraídos por su fama de santidad. Fray Juan, el siervo de Dios, porque con Dios hablaba desde el blanco rincón de su celda o desde el recoleto de su convento; la beatitud de su corazón orante recordaba, como el sonido de las campanas, la beatitud del Cielo. Asimismo, junto a esta gran consideración por el rezo tuvo una gran devoción a la Cruz y a la Virgen María.

Aquejado de una grave enfermedad y quebrada su salud debido a los trabajos y a las duras penitencias impuestas, falleció el 6 de Febrero de 1687 a la edad de setenta y un años, en el mismo convento de San Diego del Monte donde había residido durante más de cuarenta años. La isla entera de Tenerife se conmovió por la triste pérdida del querido Siervo. Acudió una multitud de creyentes a venerar el cadáver y concurrieron a su entierro feligreses de todas las parroquias de la isla.

La muerte del Siervo de Dios quedó justamente retratada en las páginas de “Vida del Venerable Siervo de Dios Fr. Juan de Jesús” del Padre Fray Andrés Abreu (sin duda, un documento clave para una futura canonización). Recientemente ha salido publicada una cuidada edición de la obra del Padre Abreu a cargo del Instituto de Estudios Canarios. Además, en la citada obra se aborda, con gran interés, destacados aspectos históricos y religiosos de la sociedad tinerfeña del siglo XVII:

«Dispusole el entierro para el siguiente dia à que convocò el dolor, y la devocion toda la Ciudad, y grà parte de los lugares comarcanos, Sàta Cruz, Tacoronte, el Sauzal, y MatanÇa; llamando la noticia de su muerte à quantos avia tenido atentos la experiencia de sus altos fervores, y el clamor de la fama de su perfecta vida. Y Dios que es quien mueve los grandes, y piadosos concursos en semejantes lances, para honrar en el fin de sus días à sus grandes amigos, conmutando sus abatimientos en honras, sus humildades en aprecios, sus persecuciones en glorias, levantando a los humildes, y fieles Mardoqueos de el abatimiento de los zaguanes, para que les sirvan de pajes los Amanes altivos, los aclame el pregon, los passee el respecto, los celebre la Fama, y los admire el mundo, conmoviò los coraÇones de tantos lugares, y pueblos, para que concurriessen à venerar el bendito cadáver, à besar las plantas del humilde, à codiciar las migajas de su xerga grossera.” 

Actualmente, la «Asociación de laicos Amigos de Fray Juan de Jesús – Siervo de Dios», de Icod de los Vinos, se ha propuesto rescatar del olvido su figura. Asimismo, escenas de su vida se encuentran representadas en una serie de catorce pinturas realizadas por Domingo Martínez de la Peña, y agrupadas bajo el título»Las huellas de la humildad: el legado de Fray Juan de Jesús, el Siervo de Dios».

Tumba de Fray Juan de Jesús (Ermita de San Diego)

Aquí yace el Siervo de Dios Fray Juan de Jesús, muerto en 6 de febrero de 1687:

Aquí se custodian los despojos de Fray Juan de Jesús, religioso lego de los menores de San Francisco, nacido en Icod en donde fue bautizado en 20 de Diciembre de 1615. Tomó el hábito de la orden Seráfica en el Convento de San Juan Bautista del Puerto de la Cruz, en 22 de Julio de 1646, pasando poco después a ser profeso de ésta santa casa de San Diego del Monte, en donde vivió hasta su muerte ocurrida en 6 de Febrero de 1687. Fue religioso de rarísima humildad y pobreza. Con el dulce encanto de su palabra y ejemplo ponía fuego de amor de Dios en los corazones más tibios y con sus fervorosos clamores sobre el juicio, temor saludable en los más obstinados. R.I.P.”.

* * *

A FRAY JUAN DE JESÚS. (1615 – 1687)

Sencillez y Rectitud
fue su fuente de Grandeza
de Corazón, y Pureza
de Sentimiento y Virtud.
 
Fue en Icod su humilde cuna,
Juan Díaz, de padres pobres,
aunque con ancestro noble,
y falleció en La Laguna.
 
En San Marcos bautizado,
fue aprendiz y tonelero,
descalzo y sufrido obrero,
de su patrón maltratado,
que en Vísperas de San Juan,
a la Hoguera lo lanzó,
y en Garachico perdió
su ojo izquierdo al dañar.
 
Los domingos asistía
a la Misa, sin fallar,
a en ella participar
de Oración y Eucaristía.
 
Para poder acceder
a Lego, con gran esfuerzo,
y aprender el Santo Texto,
llegó por fin a leer.
 
Ayudaba en el Convento
cual ejemplar Franciscano,
la limosna con su mano
salía, y alimento,
por las calles a pedir.
También iba a predicar,
a los enfermos cuidar
y a los pobres asistir.
 
Fray Juan, el Siervo de Dios,
es imagen venerable,
por su Labor Admirable,
su Fe, Milagros y Amor.

       Domingo Ruíz Guzmán

El Siervo de Dios Juan de Jesús (vídeo)

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El amigo Martín de Porres

un amigo

El amigo Martín de Porres (1579-1639)

Por el P. Hernán Jiménez Salas OP

De este hombre de Dios se puede hablar tanto. Sólo tomaré dos hechos que marcaron mi vida y mi relación con él y que me llevan a considerarlo un verdadero amigo que me conduce a la vez al gran y único Amigo: Cristo Jesús. Los dos testimonios que les propongo fueron recibidos por personas que yo conocí (después de 1994), en el convento de Lima, y que demuestran el gran amor que San Martín de Porres nos tiene a cada uno de nosotros.

El primer hecho

Dios en su infinita bondad, tiene sus medios y sus caminos para llevar adelante una obra de caridad en favor de sus hijos e hijas. Esto sucedió con Juan Carlos entre los años 70. Tenía un tumor a la base del cerebro. Después de todos los análisis y diagnósticos el especialista le comunicó que era imposible operarlo y que sólo ‘un milagro’ le podría curar. Cada día sufría de dolores agudos, que no le dejaban llevar su vida con tranquilidad. Él en su fe comenzó a suplicar a Dios que le ayudara dado que era su hijo; y una tarde, después del almuerzo se quedó dormido sobre la mesa y soñó que se abría el cielo y bajaba una persona que le decía: “Dios ha escuchado tus súplicas y oraciones y me ha enviado a curarte, yo soy san Martín de Porres”. Luego Juan Carlos sentía que le abrían la base del cráneo y después le suturaban la herida. Él pensaba que se trataba simplemente de un sueño bello, pero cuando se despertó se sentía bien, ya no tenía estos dolores inaguantables. Pasados algunos días, fue a visitar a su doctor quien luego de todos los análisis y exámenes médicos, le comunicó que el tumor había desaparecido. Comenzó a averiguar quién era ese santo y cuando lo supo, se convirtió en un verdadero devoto de san Martín. Cada jueves venía al convento de Santo Domingo de Lima para limpiar la capilla-celda del santo.

Un segundo hecho

Roberta es una joven madre que tiene la mitad del cerebro casi muerto, así que su médico no sabe cómo es posible que lleve su vida y su trabajo normal y sin problemas, ya que debería tener paralizada la mitad del cuerpo. Ella contaba su historia diciendo que no conocía a san Martín pero que una noche soñó con él y escuchó una voz que le decía: “Ve al templo de Santo Domingo de Lima, allí encontrarás la curación”.

Se caía en la calle, en su casa, no podía caminar sola. Su cuerpo no tenía equilibrio y tenía problemas de visión. Era casi una inválida. Ella rezaba, suplicaba a Dios que le ayudara a sanarse porque su niña era muy pequeña y tenía necesidad de ella. Dios escuchó su oración y a través del sueño le indicó el camino. Hizo el viaje a Lima y al ver la imagen del santo comprendió el sentido de su sueño, y poco a poco retomó su vida normal. La última vez que la encontré en 2005, la vi feliz y convertida en una asidua devota de san Martín de Porres.

Estos dos casos, entre muchos otros, nos hacen ver que Dios siempre escucha nuestra oración. Él es un Padre bondadoso y misericordioso que se apiada de sus hijos que suplican su ayuda, y muchas veces lo hace a través de sus grandes amigos: los santos.

Juan XXIII en la canonización: ‘Martín de la Caridad’

Martín de Porres nació en Lima en 1579. En su persona se ve confirmado el evangelio: “El que se humilla será ensalzado”. Este hombre que sintonizaba con la oscuridad de su piel y que disfrutaba en Dios al verse humillado y postergado, pasados los siglos se convirtió en un santo que centra en su persona los dos continentes: Europa y América. San Martín es querido por todos, invocado por ricos y pobres, enfermos y menesterosos, por hombres de ciencia y por ignorantes. Su imagen o su estampa va en los viajes, está en las casas y en los hospitales, en los libros de rezo y en los de estudio. Para ser santo, es preciso ser humano; para ser humano, es indispensable ser sensible y tierno. Y precisamente, en su ternura hacia los pobres y en su sensibilidad frente al sufrimiento de los más débiles, radica el innegable atractivo de la santidad de Martín de Porres.

Con la ayuda de varios ricos de la ciudad fundó el Asilo de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y limosneros, y ayudarles a salir de su penosa situación. Recogía enfermos y heridos por las calles, los cargaba sobre sus hombros y los acostaba en su propia cama. Sus obras de caridad se multiplicaron y los frailes se quejaban de que Martín quería hacer del convento un hospital, porque a los enfermos que no eran recibidos en el nosocomio los cuidaba y mimaba como una madre. Algunos religiosos protestaron, pues infringía la clausura y la paz. «La caridad está por encima de la clausura», contestaba Martín.

Todos le tenían por santo, era el ángel de Lima. Aquel esfuerzo sobrehumano lo debilitó y cayó enfermo. Él sabía que no saldría de aquella enfermedad. Tenía 60 años de edad, sintió que se acercaba el momento, y pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios; era el 3 de noviembre del año 1639.

Al recordar a este santo peruano venerado en el mundo entero, a la luz de las bienaventuranzas no podemos olvidar las palabras de su santidad Juan XXIII, pronunciadas en la ceremonia de la canonización del 6 de mayo de 1962: «Martín nos demuestra con el ejemplo de su vida, que podemos llegar a la salvación y a la santidad por el camino que nos enseñó Cristo Jesús… Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos la dulzura y felicidad que se encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la sumisión a sus divinos mandatos». Y añadió: “Es Martín de la Caridad”.

Hoy como ayer, San Martín de Porres –primer santo americano de color–, continúa guiándonos con el ejemplo de su virtud y fidelidad a la amistad con Dios Padre, con Jesús nuestro Señor y Salvador, y con la Virgen María, nuestra amada Madre.

Cada martes por la noche sus devotos le cantan: “Son tus hermanos… los que hoy llegan fervientes a tu altar,/ danos la luz que iluminó tu mente;/ danos la fe que te enseñó a triunfar…/ Protégenos; tu caridad sagrada…”.

Fuente: zenit.org/es

Festividad de San José, esposo de María y padre de Jesús

San José y el Niño Jesús (Francisco Salzillo)

Yo seré para Él un padre, y Él para mí un hijo

No me ha acaecido hasta ahora el haberle suplicado cosa alguna que la haya dejado de hacer. Sólo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción; en especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas. Que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a San José por lo bien que les ayudó en ellos.

Vi a Nuestra Señora…luego me pareció asirme de las manos de Nuestra Señora. Díjome que le daba mucho contento en servir al glorioso San José.

Santa Teresa de Jesús

El bienaventurado San José representa la personificación del padre bueno y ejemplar, entendiéndose desde una paternidad sana y vital, que nos muestra el modelo ideal de padre para los tiempos que corren; y que, además, contribuye a valorar la familia como el núcleo que nos proporciona continuamente, como una auténtica bendición, amor y seguridad. No cabe duda de que conocer la figura de San José nos ayuda a entender mejor el misterio de Dios.

José de Nazaret, piadoso y humilde a los designios del Señor, fue solícito con su esposa María, buen padre -ejemplo claro de la paterna servicialidad y providencia-, y custodio de la Sagrada Familia. Hombre justo por la voluntad de Dios, sirvió de paradigma a Jesús con sus obras de fe y amor:

Lo que el Espíritu Santo ha obrado, lo ha obrado para los dos. Justo es el hombre, justa es la mujer. El Espíritu Santo, apoyándose en la justicia de los dos, dio un hijo a ambos (San Agustín, Serm.51, c.20)

El Papa Pío IX declaró y constituyó a San José Patrono Universal de la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870. De este modo la Iglesia tributaba al beatísimo José, con sumo honor y alabanzas, la sublime dignidad que Dios le confirió.

san josé 3

¡Cuántas desgracias atemperadas y cuantas adversidades remediadas por su poderosa intercesión!

Oración a San José (Papa León XIII)

A Vos, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que, con su sangre, adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio para que a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

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Santoral - San José

San José, modelo de cristianos

Novena en honor a San José: Oraciones y reflexiones

El secreto de Fray Escoba

Convento de Santo Domingo (Lima - Perú)

Negro con alma de nieve,
vestido de blanco y negro
¿qué hiciste que en pocos años
te has ganado al mundo entero?
 
Si tu vida fue sencilla
y obscuro tu nacimiento;
si por ser negra tu piel
te miraron con desprecio
y por baja condición
te negaron los derechos,
¿por qué los grandes del mundo
buscan hoy tu valimiento?
 
Si toda tu ciencia fue
cuidar de pobres y enfermos,
manejar con gran pericia
las tijeras de barbero
y barrer día tras día
en los claustros de un convento,
¿por qué invocan hoy tu ayuda
los sabios y los discretos?
 
Si no tuviste poder,
arte, ciencia, ni dinero,
con que los hombres conquistan
honra, fama y nombre excelso,
¿por qué tu nombre pregonan
las gentes del mundo entero?.
¿Qué hiciste, pues, Fray Escoba?
¿En donde está tu secreto?.
 
Yo sé muy bien lo que hiciste.
Tu secreto he descubierto.
Sé que aprendiste de Cristo
lo que dijo en su Evangelio:
“Quién en la tierra se humilla
será ensalzado a los cielos”.
Y tú, Martín, en el mundo
¡supiste hacerte pequeño!.
 
Negro con alma de nieve,
vestido de blanco y negro,
¡enséñame a ser humilde
y a vivir según tu ejemplo!

   Romancero Popular