Oración de la solidaridad

Foto: Pxfuel

Oración de la solidaridad

Felices los que dan la vida
por los demás.
Los que trabajan duro
por la justicia anhelada.
Los que construyen el Reino
desde lugares remotos.
Los que, anónimos
y sin primeras planas,
entregan su vida para que otros
vivan más y mejor.

Los que con su diario sacrificio
abren huellas de humanidad nueva
en un mundo mellado
por el egoísmo neoliberal
del «dios-mercado».

Felices los que aman
al hermano concreto.
Los que no se van en palabras
sino que muestran su amor verdadero
en obras de vida,
de compañía y de entrega sincera.

Felices los que enseñan,
los que intentan que todos aprendan
sin distinciones de color, piel o dinero.
Felices los que comparten sus bienes
dones-regalos del Buen Dios
para vivir como hermanos
y demostrarlo en la práctica.
Los que no guardan con egoísmo
sino que brindan y comparten.

Felices los que encuentran
que este amor, hoy,
se revela en un camino:
ser solidario.

Marcelo Murúa

El corazón dividido

El corazón dividido

Entre seguirte y quedarme.
Entre el amor y el miedo.
Entre fuerza y flaqueza.
Entre historias y momentos.
Así deambulo.
Sí, Señor,
Vivo en una encrucijada.
Adoro la cruz,
pero a lo lejos.
Te llamo maestro,
mas hay lecciones que elijo ignorar.
Te quiero, eso es seguro.
¿Lo bastante? No lo sé.
Albergo contradicciones.
Deseo opuestos.
Tengo un pie en cada camino
y un sueño en cada horizonte.
Une en ti mis dispersiones
Abraza mis anhelos incompletos.
Sana mi corazón dividido.

José María Rodríguez Olaizola

Ausencia

Foto: Pixabay

Ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges

He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo

He aquí que tú estás sola y que yo estoy solo

He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

Jaime Sabines