Una imagen de Fray Martín en Albaida (Valencia)

Imagen de San Martín de Porres en una de las capillas laterales de la Iglesia de la Asunción, en la localidad valenciana de Albaida. (Foto: J. Díez Arnal)

Iglesia de la Asunción en Albaida (Valencia)

Nuestro más sincero agradecimiento a J. Díez Arnal por su amabilidad hacia este blog. 

Enlace recomendado: jdiezarnal.com

El Reinado de Dios

El Reinado de Dios

¡Humanidad! ¡Humanidad! despierta:
Abandona tu lecho endurecido:
¿En la noche del mal tanto has sufrido,
Que la voz de la dicha te halla muerta?

¿Aletargada aún tu vista incierta
No ve la luz del bien apetecido?
Levanta humanidad y presta oído,
Que la mano de Dios llama a tu puerta.

No fulgura en su diestra el rayo ardiente,
No viene, cual te mienten que solía,
A encender en su nombre guerra odiosa;

Trae de la paz la oliva refulgente;
Y el reinado feliz de la Armonía,
Su labio anuncia, Humanidad dichosa.

                     Fernando Garrido

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Jesucristo Rey, Nuestro Señor

Fiesta de la Beata Carolina (Karolina) Kózka

Fiesta de la Beata Carolina (Karolina) Kózka

Carolina Kózka nació el 2 de agosto de 1898. Fue la cuarta de entre los once hijos de unos pobres campesinos, en el pueblo de Wal-Ruda perteneciente a la parroquia de Zabawa (diócesis de Tarnow). Ya desde su niñez respiraba en su familia el ambiente de piedad religiosa y honradez.

La vida de Carolina era muy simple y sencilla, trabajando en casa, paciente y silenciosa, dedicada al estudio y a una profunda vida del espíritu, marcada con la oración diaria, frecuente participación en la Eucaristía, una gran devoción a la Pasión del Señor y a la Virgen a la que Carolina llamaba «mi Madre de Dios». Debido a su bondad y amabilidad para con todos, la pureza de su comportamiento, la modestia en el vestir y su delicadeza, la llamaban «un verdadero ángel» y «la primera alma al cielo».

Durante la Primera Guerra Mundial, el 18 de noviembre de 1914, fue secuestrada y llevada a un bosque por un soldado ruso y allí sufrió el martirio defendiendo su castidad. Las heridas que recibió testimonian la grandeza del sufrimiento y la heroicidad de una joven que prefirió morir antes que faltar a su virtud favorita de castidad. Al instante, después de encontrar el cuerpo martirizado de la chica, los parroquianos de Zabawa y otros pueblos vecinos empezaron a venerarla. Pasados varios años de esa veneración, se inició el proceso de su canonización, y Carolina fue llevada a los altares. La beatificación tuvo lugar en Tarnow, el día 10 de junio del 1987, durante el tercer viaje de Juan Pablo II a Polonia.

En la vida de Carolina no encontramos acontecimientos extraordinarios. Todo fue sencillo y simple, pero a la vez, lleno de amor de Dios. Y es ese amor de Dios algo hermoso, lo que da valor y grandeza a todos los actos más pequeños. «Amarle con todo el corazón… Amarle con todo el corazón, en los retos y obligaciones del día a día», fue éste el leitmotiv de todo lo que hacía Carolina. Amarle con todo el corazón, en los retos y obligaciones cotidianos.

Era eso lo que importaba –como atestiguaron varios testigos–  que nos amara Jesús, y que nosotros le amáramos a Él. «Trabajemos, no seamos vagas, para que Jesús nos ame», decía a las compañeras recogiendo el heno. La actuación del amor de Dios en una actividad tan simple como el recoger el heno, la puede transformar en una obra grande. La conciencia de ello cautiva. También nosotros necesitamos esa conciencia de que no hay en la vida cosas pequeñas e insignificantes; todo es grande si está hecho con amor. Ayudaba a sus padres en los trabajos de la casa y del campo. Afanosa en ayudar a los mayores y enfermos, les leía libros, catequizaba a sus hermanos y enseñaba a los pequeños del pueblo. Ella misma era una de las mejores alumnas en el pueblo.

El rasgo importante de su espiritualidad fue la oración. Acontecía que, ya después de los rezos de la noche, cuando todos estaban acostados, Carolina quedaba largo rato arrodillada en su rinconcito. «¡Vete a dormir ya! ¡No estés de rodillas tanto, que hace frío!», llamaba su padre al despertarse. «¡Ya dormiré, papá!», respondía Carolina. La oración durante el día era facilitada por el rosario, que siempre llevaba consigo. Los testigos afirmaban que rezaba el rosario completo diariamente. Valoraba mucho la oración y el estar en  la iglesia parroquial que distaba unos cuantos kilómetros de su casa. «Carolina, aún con el peor temporal, es capaz de ir a la iglesia», decían de ella los vecinos.

La mortificación y el espíritu de entrega es otro rasgo de la belleza de su alma. En las circunstancias de vida de Carolina, en la pobreza de entonces, la vida era llena de oportunidades de renuncia. Pero ella no se quejaba nunca: ni por el trabajo, ni del mísero vestido, ni del poco y mal comer.

Sin duda, uno de sus profundos deseos era la pureza: «Quiero ser pura, a ejemplo de la Santísima Madre», decía cuando las amigas contaban sus planes para el futuro. Su delicadeza natural y modestia hacían que sus compañeros cuidaran su lenguaje y evitaran las conversaciones vanas y, mucho más, las palabrotas. Tenía mucha devoción al santo Estanislao Kostka, patrono de la juventud y ejemplo de castidad.

Su espiritualidad es la encarnación de la vocación a la santidad en la vida sencilla y normal. Que con su vida, Carolina nos ayude a comprender que la santidad está a nuestro alcance, que puedo ser santo allí, o probablemente, solamente allí donde estoy.

Oración por la intercesión de beata Carolina Kózka

Dios clemente que hiciste que una joven consagrara su castidad únicamente para ti por la ofrenda de su vida, muriendo de la mano del enemigo, te pedimos por su intercesión la fuerza para luchar cada día contra las tentaciones.

Incítanos el fuerte propósito de vivir limpia y noblemente. Haz que sepamos reconocer nuestra vocación e imitar las virtudes de la beata Carolina, para que, cumpliendo tu voluntad, purifiquemos nuestras intenciones, y limpios de alma y cuerpo te sirvamos con gozo.

Que tu gracia nos proteja contra los ataques de los enemigos de la Iglesia. Por Cristo Señor nuestro. Amén.

Fuente: sanktuariumzabawa.pl

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María Goretti, la santa de la pureza y el perdón

Festividad de San Gregorio Taumaturgo

Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Gregorio, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Festividad de San Gregorio Taumaturgo

A San Gregorio Taumaturgo se le aparece la Santísima Virgen, según la narración de San Gregorio Niseno (siglo IV). Es el testimonio escrito más antiguo de una aparición de la Virgen:

“Como en una ocasión, durante toda la noche, estuviese cavilando sobre razones de una disputa acerca de la fe, y sintiese en su interior pensamientos diversos; porque había entonces algunos que adulteraban la auténtica doctrina de la religión… se le apareció alguien con figura humana y aspecto de anciano. Entonces, asustado por la visión, se levanta del lecho y le pregunta quién es y por qué motivo viene. Entonces, con voz suave tranquiliza su ánimo turbado y le dice que se le había aparecido a él por mandato divino, para manifestarle la verdad de la fe, a causa de las dificultades que sentía dentro de sí… después, extendiendo la mano le señaló algo… vio otra aparición frente a él, que había venido hace rato en figura de “mujer mucho más excelsa y augusta de lo que es posible a la condición humana”. Se asustó nuevamente y apartaba su rostro perplejo, dudando de lo que veía. Sus ojos no podían soportar la aparición, porque, y esto era lo más notable, siendo noche oscura, había entrado una gran luz con los que se aparecieron, luz como de una brillante antorcha. No pudiendo mirarles con sus ojos, les oyó hablar entre sí del tema de que se trataba y con esto no sólo tuvo conocimiento verdadero de las verdades de la fe, sino que conoció por su nombre a los que se le habían aparecido, al llamarse uno al otro por su nombre. Porque se cuenta que oyó a la que se había aparecido en figura de mujer, exhortar al evangelista Juan a que declarase a aquel joven los misterios de la verdadera religión, y él entonces dijo que estaba dispuesto a agradar a la Madre de Dios, porque esto era gratísimo para él, y así, de este modo, terminada la conversación para responder y aclarar el tema propuesto, desaparecieron de su vista…”

San Gregorio Niseno: De la Vida de San Gregorio Taumaturgo.

Año mariano: Presencia de María en la vida de los hombres, Fernando Mª. Robles Dann, S.J. y Eduardo Mª Fernández-Figares, S.J. (1958).

Foto: Imagen de San Gregorio Taumaturgo, Iglesia de San Gregorio (Telde).

Himno a San Gregorio Taumaturgo

Todos los cristianos sentimos un gozo inmenso
de tener en los altares a un hombre de fe tan grande.
Fuiste fiel a la llamada y el bautismo recibiste;
qué enseñanza admirable a tu pueblo le diste.

(Qué dicha y alegría que en este Telde querido
se encuentre de patrono San Gregorio bendito).

Si buscas milagros, fíjate en este santo.
Hizo trasladar un monte para hacer un templo santo.
Hombre bueno y taumaturgo el mismo Dios te eligió
para hacer este gran prodigio que a todos admiró.

Eres nuestro orgullo, ejemplo de los creyentes.
En honor a ti cantamos: ¡Aleluya, viva el Santo!
La palabra predicaste por los pueblos y ciudades,
gran obispo ferviente amante de la Virgen nuestra Madre.

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San Gregorio Taumaturgo: «Un segundo Moisés»

«Tengo ganas», un poema de Francisco Tarajano

TENGO GANAS
(A Oswaldo Brito)

Tengo ganas de amar
al pobre hombre que se droga con ron,
y ganas de abrazar
al niño pobre que come amargor.

Tengo ganas de besar a la viuda,
mocha de dulce amor,
y ganas de abrigar a la huerfanita
que quedó sin calor.

Tengo ganas de aunar
mis lágrimas con madres de dolor
a quienes la voraz
guerra en pozos lutosos sepultó.

Tengo ganas, patrón,
de tus sueldos mezquinos olvidar,
y ganas de que un sol
de justicia alumbre el lóbrego hogar.

Tengo ganas de que no haya color
ni agrio cliché racial,
y ganas de que el cielo llueva amor
como dulce maná.

Tengo ganas de alzar
con los hombres sojuzgados mi voz,
y ganas de soltar
al aherrumbrado en triste prisión.

Tengo ganas de sembrar libertad,
desterrar el terror,
y con duros peñascos escachar
al tirano opresor.

Tengo ganas, oh Dios,
de estrujar con mis manos al satán
que clava el corazón
y al caín que huele a sangre fraternal.

Tengo ganas de tirar al avión
preñado de maldad,
y ganas de hundir al barco invasor
en el fondo del mar.

Tengo ganas de paz,
como de agua el suplicante cardón.
Quiero sólo escuchar
del hermano-hombre toda la canción.

          Francisco Tarajano
               «Años malditos» (1980).

Francisco Tarajano Pérez, escritor, poeta, profesor y gran defensor de la cultura canaria, falleció el pasado 10 de noviembre de 2018. Descanse en paz.