El Reinado de Dios
¡Humanidad! ¡Humanidad! despierta:
Abandona tu lecho endurecido:
¿En la noche del mal tanto has sufrido,
Que la voz de la dicha te halla muerta?
¿Aletargada aún tu vista incierta
No ve la luz del bien apetecido?
Levanta humanidad y presta oído,
Que la mano de Dios llama a tu puerta.
No fulgura en su diestra el rayo ardiente,
No viene, cual te mienten que solía,
A encender en su nombre guerra odiosa;
Trae de la paz la oliva refulgente;
Y el reinado feliz de la Armonía,
Su labio anuncia, Humanidad dichosa.
Fernando Garrido
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