Cineraria

Cineraria

Velaré tu dulce sueño,
mariposa de Jesús,
que sufriendo con tu Dueño
te dormiste sobre el leño
de la cruz.

Virtud en chispa encendida
por Dios, al soplo fugaz,
que al cruzar fuiste en la vida
mensajera esclarecida
de la paz.

Trozo bendito de cera
que la mano del Creador
con sus dedos oprimiera
para quemarla en la hoguera
de su amor.

Perfume en cáliz modelo
no empañado por el mal,
que una caricia del cielo
al romperlo, alzó su vuelo
del cristal.

Lirio, eucarístico lirio
que el alma de un querubín
buscó para su martirio.
En tu losa enciendo el cirio
de mi oración, hasta el fin.

Samuel Fernández M. (1909)

Imagen ilustrativa: «Virgen Niña dormida», de Francisco de Zurbarán.

¿Por qué la llaman Paloma?

Virgen de la Paloma (Foto: Wikipedia Zarateman)

Es la sola perfecta
que viene del desierto de la vida,
Paloma predilecta…
sin mancha concebida,
por siglos de los siglos bendecida.

Nuestra Señora de la Paloma es una de las advocaciones más populares de la ciudad de Madrid —acaso la que más—. Recordemos que la festividad litúrgica de la Virgen de la Paloma se celebra el 15 de agosto —solemnidad de la Asunción de la Virgen María—. El cuadro de la Virgen de la Paloma, que ha sufrido no pocas vicisitudes, recibe las oraciones y súplicas de los más desfavorecidos y necesitados que buscan ayuda y consuelo; o de aquellos que simplemente quieren rendir un sincero homenaje a la Madre de Dios. También imploran la protección de la virgen madrileña madres que ofrecen sus hijos recién nacidos para que los bendiga y cuide de ellos, guardándoles de las adversidades y brindándoles con el amor filial.

El cuadro tiene un origen y una posterior historia ciertamente interesante. Ya en una ocasión anterior hemos contando de que forma fue «rescatado» por Isabel Tintero, su gran valedora. Acerca del origen del lienzo, que recordemos se trata de una imagen de la Virgen de la Soledad, existen algunas leyendas al respecto: una muy probable es que se basa en una reproducción pictórica de la imagen de La Soledad de la Victoria, obra del escultor Gaspar Becerra; otra, es que pudiera ser el retrato de una monja profesa de un convento de Burgos, el cual fue encargado por su padre antes de que su hija entrara en la clausura con el ropaje que habría de vestir: túnica blanca y manto negro. La monja murió en virtud de santidad y se autorizó la copia de dicho retrato para extender el culto a la Virgen de la Soledad.

Vemos, pues, que la devoción a la Virgen en armonía con la tradición, lejos de una moda o simplemente un bonito nombre, triunfa desde el momento en que los padres deciden tan entrañable nombre para sus hijas. Para todos ellos, a modo de humilde homenaje, dedicamos este precioso fragmento entresacado de la zarzuela «El Barbillero de Lavapiés» (1874):

—¿Por qué la llaman Paloma?
—Porque nací en la calle de este nombre, contestó la joven, y siendo niña, mis compañeras así me llamaron en broma y después del mismo modo han seguido todos llamándome. No me pesa, pues al ver revolotear las palomas por el espacio, me parece que las voy siguiendo, que como ellas tengo alas, y que tendiendo el vuelo llego a las regiones de luz donde mis padres gozan de eterna gloria… Mis padres me abandonaron por la mansión de eterna gloria, pero al morir rogaron a la Virgen santa de la Paloma que velase mi inocencia, que velase mi sueño, y la Madre de Dios no me abandone. A la vuelta de la calle, y casi pared por medio, está la Santa Virgen, y tanto la adoro, tanto rezo, que me parece verla que tiende su manto de estrellas sobre mi cabeza, que su poderosa mano me protege. ¡Bendita seas, Madre del Amor Hermoso, y no abandones jamás a la pobre huérfana!

Con cariño, a las de nombre Paloma
(fraymartinblog.wordpress.com)

* * *

La Virgen de la Paloma (mirando al pasado)

A Nuestra Señora del Tránsito

A Nuestra Señora del Tránsito

¡Te vas, y en el suelo,
Nos dejas, María!
Llévanos al Cielo
En tu compañía,
No nos dejes, no.

Los cielos se entreabren,
Rásganse las nubes,
Y alados querubes
De níveo fulgor
“Ya es hora, te dicen,
Vámonos a Dios!”

Ígneos  serafines
En cuadriga hermosa
Fulgente carroza
Arrastran en pos:
En ella triunfante
Subes al Señor.

Ya surcas el éter
Sembrado de estrellas;
Ya lucen tus huellas
Más allá del sol:
¡Adiós, Madre amada!
¡Reina hermosa, adiós!

Desde el alto empíreo,
De Dios a la diestra,
Vuelve, ¡oh, Madre nuestra!,
Hacia el pecador,
Esas tus miradas
Radiantes de amor.

¡Este triste valle
De luto y quebranto,
Regamos con llanto
De acerbo dolor!
¡Ay!, ¡cuándo veremos
El rostro de Dios!

Cual náufragos tristes
Y en el mar bravía,
Te hallamos, María,
¡Puerto y salvación!;
¡En la eterna playa
Sálvenos tu amor!
Cuando llegue la hora
Postrer de la vida,
¡Ay, Madre querida!
¡Ay Madre de amor!
Guárdanos entonces
En tu corazón!

Y al dejar el valle
De llanto y abrojos,
Y al cerrar los ojos
A la luz del sol,
Haz que los abramos
Para ver a Dios.

                P. Julio María Matovelle, O.CC.SS.

Imagen ilustrativa: Nuestra Señora del Tránsito («la Virgen Difunta») y la Inmaculada Concepción de la Parroquia Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava.

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Gozos al gloriosísimo Tránsito, Asunción y Coronación de María Santísima, Señora Nuestra

Himno a la Virgen de la Soledad de la Paloma

Himno a la Virgen de la Paloma 

Oh, Virgen de la Paloma,
Madre de la Soledad,
con fervor Madrid entona
este canto a su Señora,
la Virgen más popular;
con fervor Madrid entona
este canto a su Señora,
la virgen más popular.

A tus pies, Madre querida,
nuestros hijos te ofrecemos
que tu mano generosa
les proteja desde el cielo.

Oh, Virgen de la Paloma,
Madre de la Soledad,
con fervor Madrid entona
este canto a su Señora,
la Virgen más popular;
con fervor Madrid entona
este canto a su Señora,
la virgen más popular.

Salve, Reina de los Cielos,
Virgen santa madrileña,
eres tú nuestro consuelo,
nuestra Madre verdadera.

Oh, Virgen de la Paloma,
Madre de la Soledad,
con fervor Madrid entona
este canto a su Señora,
la Virgen más popular;
con fervor Madrid entona
este canto a su Señora,
la virgen más popular.

               F. Palazón

* * *

A la Virgen de la Paloma

La Virgen de la Paloma

Enfermo se encuentra el niño,
y su madre, que le adora,
vierte lágrimas amargas
y no sale de su alcoba.
En vano de la botica
apuró todas las drogas;
en vano del arte médico
se agotó la ciencia toda;
nadie puede dar la vida
a aquella flor que se troncha,
a aquella luz que se extingue,
y que merma hora por hora.
Se duerme; la calentura
le rinde al fin y le postra;
la madre afligida entonces
toma una vela, llorosa,
y se encamina a la Virgen,
la Virgen de la Paloma.

He tenido un sueño, madre,
que mis sentidos conforta:
soñaba que se acercaba
a mi lecho una señora
vestida de negro el cuerpo,
la frente de blancas tocas;
y cogiéndome las manos
entre las suyas hermosas,
—“Vive, niño, me decía,
vive, tu madre te adora”;
y me besaba la frente…
¡Bendita sea su boca!

Ya está bueno el niño; juega
y corre la casa toda;
su madre le lleva al templo.
—Hijo, las rodillas dobla,
y da gracias a la Virgen
porque la salud te torna.
—Sí haré; ¡ay, madre, es ella, es ella!
—¿Quién es? —Aquella Señora
que cuando yo estaba enfermo
fue a visitarme a mi alcoba;
la que tomando mis manos
entre las suyas hermosas,
—“Vive, niño, me decía,
vive, tu madre te adora”;
la que me besó en la frente…
¡Bendita sea su boca!
—¡Bendita sea la Virgen,
la Virgen de la Paloma.

            Narciso Serra

Narciso Saénz Díaz Serra (Madrid, 24 de febrero de 1830 – ibíd. 26 de septiembre de 1877)