Vi a la Santísima Virgen

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Vi a la Santísima Virgen

Noviembre de 1830. Sor Catalina Labouré, la humilde aldeanita de las landas francesas, sigue en el Seminario de las Hijas de la Caridad, en París. Sus ojos han visto ya a la Reina de los Cielos. Pero aún no ha llegado la misión anunciada por la Virgen. La hermanita espera siempre; y llega el 27 de noviembre, un sábado, víspera del primer domingo de Adviento.

Las cinco y media. La Comunidad en pleno, a los pies de la Virgen Inmaculada, hace la oración de la tarde.

Y de pronto…

“Creí oír un roce de un vestido de seda, y vi a la Santísima Virgen. De mediana estatura, su rostro era tan bello, que no podría describirlo. Estaba de pie y llevaba un vestido blanco”.

La Santa describe la figura bellísima de la Virgen; y luego…

“Sus pies descansaban sobre un globo, del que yo veía sólo la mitad. Sus manos, elevadas a la altura del pecho, sostenían otro globo más pequeño figura del universo. Tenía los ojos elevados al cielo, y su figura se iluminó cuando lo ofrecía a Nuestro Señor”.

Los rayos de luz la envuelven en una claridad tal, que ya no se ven ni sus pies ni su vestido.

“Mientras la contemplaba, la Virgen bajó los ojos y me miró; y una voz me decía en el fondo del corazón:

—Este globo representa el mundo entero, particularmente Francia y cada persona en particular.

Y luego añadió:

—He aquí el símbolo de las gracias que doy a aquellos que me las piden”.

Así comprendió la Santa qué generosa es la Virgen con los que acuden a Ella.

Después se formó en torno a la figura de la Virgen un óvalo sobre el que puede leerse, en letras de oro:

“¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos!”.

Las manos de María, cargadas de gracias, se bajan y se extienden en una actitud de entrega, la misma actitud que vemos en la medalla.

Medalla MilagrosaY oye decir:

“Haz acuñar una medalla según este modelo; los que la lleven con piedad recibirán grandes gracias, sobre todo llevándola del cuello; las gracias correrán abundantes de mis manos para aquellos que confíen en mí”.

Luego el óvalo parece dar la vuelta: Aparece entonces una gran “M” coronada por una cruz; y a su pie los corazones de Jesús y de María —juntos siempre—. Una corona de espinas rodea al primero; una espada atraviesa el corazón de María.

Sor Paz Cortés. Madrid.

(Del manuscrito de Santa Catalina Labouré)

* * *

ORACIÓN DE JUAN PABLO II

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte Amén.

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos. Ésta es la oración que tú inspiraste, oh María, a santa Catalina Labouré, y esta invocación, grabada en la medalla la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero. ¡Bendita tú entre todas las mujeres! ¡Bienaventurada tú que has creído! ¡El Poderoso ha hecho maravillas en ti! ¡La maravilla de tu maternidad divina! Y con vistas a ésta, ¡la maravilla de tu Inmaculada Concepción! ¡La maravilla de tu fiat! ¡Has sido asociada tan íntimamente a toda la obra de nuestra redención, has sido asociada a la cruz de nuestro Salvador!

Tu corazón fue traspasado junto con su Corazón. Y ahora, en la gloria de tu Hijo, no cesas de interceder por nosotros, pobres pecadores. Velas sobre la Iglesia de la que eres Madre. Velas sobre cada uno de tus hijos. Obtienes de Dios para nosotros todas esas gracias que simbolizan los rayos de luz que irradian de tus manos abiertas. Con la única condición de que nos atrevemos a pedírtelas, de que nos acerquemos a ti con la confianza, osadía y sencillez de un niño. Y precisamente así nos encaminas sin cesar a tu Divino Hijo.

Te consagramos nuestras fuerzas y disponibilidad para estar al servicio del designio de salvación actuado por tu Hijo. Te pedimos que por medio del Espíritu Santo la fe se arraigue y consolide en todo el pueblo cristiano, que la comunión supere todos los gérmenes de división que la esperanza cobre nueva vida en los que están desalentados. Te pedimos por los que padecen pruebas particulares, físicas o morales, por los que están tentados de infidelidad, por los que son zarandeados por la duda de un clima de incredulidad, y también por los que padecen persecución a causa de su fe.

Te confiamos el apostolado de los laicos, el ministerio de los sacerdotes, el testimonio de las religiosas.

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

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Enlaces recomendados:

La Medalla Milagrosa: Escudo de armas de María

La historia de Santa Catalina Labouré

Jesucristo Rey, Nuestro Señor

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El trono tuyo, oh Dios, permanece por los siglos de los siglos; el cetro de tu reino es cetro de rectitud (Palm. 44,7.)

¡Cristo Rey, venga a nosotros tu reino! Cristo en todas las almas y en el mundo la paz; Cristo Rey en cada corazón, y en la Sociedad su amor, pureza y caridad… La Iglesia instituye esta festividad que celebra el reinado Social de Cristo unido al Imperio de su Sacratísimo Corazón, reafirmando su mandato supremo entre todas las cosas creadas. Toda la realidad de la presencia de Jesús tiende al establecimiento de su Reino como testimonio de esperanza imperecedera. Por consiguiente, levantemos muy alta la voz para proclamar con júbilo: “¡Viva Cristo Rey para que reine en nuestras vidas, para que viva íntimamente dentro de cada alma!”.

JESUCRISTO REY

Damos justísimamente a Jesucristo Nuestro Señor todos los nombres que en nuestro pobre idioma envuelven conceptos de autoridad, grandeza y dominio por parte de Dios, y dependencia, sujeción y vasallaje por parte del hombre.

Mas, el concepto que más gráficamente expresa la suma de sus atribuciones soberanas es el de Rey, por lo mismo que ninguna autoridad en la tierra nos impone tanto como la del monarca con el prestigio y la majestad del poder más absoluto. Por eso se encuentra este nombre repetido en cada página de los Libros Santos y aplicado proféticamente al Mesías; por eso, cual Rey le anuncian los vates y le esperan los pueblos, por el Rey preguntan los Magos; por el Rey lo aclaman en el desierto y en Jerusalén las turbas; por el delito de llamarse Rey le entregan sus enemigos y le condena Pilatos, bien que este cobarde Presidente no puede ni quiere impedir que se lea este título de realeza sobre el trono glorioso de la Cruz, en que triunfalmente sea pronunciado por los ángeles al penetrar en su palacio el Rey de la gloria.

Esta credencial de legítima soberanía de Cristo está basada en el triple y legal título de la herencia, de la conquista y del sufragio universal de la humanidad, que hace veinte siglos desfila humillándose bajo su cetro. De la herencia, cuando la voz del Padre, al coronar a su Verbo consubstancial, le dice: PÍDEME Y YO TE CONCEDERÉ TODAS LAS NACIONES POR HERENCIA Y EN POSESIÓN, TODOS LOS TÉRMINOS DE LA TIERRA; exclamando entonces el Unigénito: HE SIDO CONSTITUIDO REY SOBRE LA MONTAÑA SANTA DE SION. Por conquista lo fue desde el punto en que, librando al mundo de la cautividad del infierno y clavando en la Cruz la cédula de nuestro rescate, apareció coronado de espinas y sentado en el trono de la Cruz, oyéndose una voz al través de los siglos que dice: ANUNCIAD A LAS NACIONES QUE DIOS REINA DESDE UN MADERO. Finalmente lo fue por aclamación del universo, que viene colocando todo, desde lo más grande hasta lo más pequeño que en la tierra existe, bajo el signo dominador de la Cruz; desde las diademas que orlan las sienes de los reyes en su mayor esplendor, hasta las yertas manos del cadáver; desde la cúpula soberbia de una maravilla del arte, hasta la humilde espadaña del ruinoso santuario; viene marcando con este signo de vasallaje lo mismo la frente de los príncipes en su consagración que la del niño en su nacimiento. Viene siendo aclamado como Dios con tanta verdad por los que le confiesan en el Calvario como por los qué aterrados descienden de él perseguidos del remordimiento; por los sabios que le bendicen como por las blasfemias y odio de los que le maldicen; e impone finalmente el yugo irresistible de su ley, no menos a las conciencias recalcitrantes que en vano trabajan por sacudirle, que a las almas sumisas que le llevan con alegría.

Cristo, pues, vence, reina, impera en el universo: y no como un lejano monarca a cuyos oídos no llegan los ruegos y acciones de su pueblo, sino como soberano que ha sabido cumplir su promesa de estar realmente con nosotros hasta la consumación de los siglos. Desde que descendió a la tierra, en la tierra ha querido estar; y, si momentáneamente subió a su Padre para recibir la corona de este reino, en expresión suya y por solemne promesa, fue para iniciar un reinado que no tendrá fin. De este reinado es el solio el ara sacrosanta de nuestros templos.

Desde ese momento reina Cristo en la tierra, no ya solamente por los títulos enumerados, sino por venir, hace mil novecientos cuarenta años desempeñando las funciones de su soberanía, rigiendo las almas, gobernando las acciones humanas, alimentando las virtudes, imperando en la Naturaleza, y recibiendo pleito homenaje de la familia, de la sociedad y de la Iglesia, que agradecidas, le aclaman en la Eucaristía por su Rey y Señor. No es ya su trono el tronante Sinaí sembrando el terror en el pueblo que no quiere que su Dios le hable; ni siquiera el Tabor anonadando con sus resplandores a los testigos de la transfiguración, sino que la fe nos lo muestra sentado tranquilamente en un cenáculo de amor, en medio de sus hijos y dirigiéndoles con cariñoso acento aquéllas tan dulces expresiones: TOMAD Y COMED: ESTE ES MI CUERPO.

Javier Riquelme

Del Apostolado de la Oración
Santa Cruz de Tenerife, Octubre de 1940.
(Revista Criterio)

* * *

A CRISTO REY

Eres Hijo de Dios, y su Realeza
la tienes en tu Vida eternizada.
Eres Hijo del Hombre, y heredada
llevas del Rey David la real nobleza.

Eres el Redentor en el que empieza
el Reino de la Cruz, por Ti trocada
de patíbulo en trono, y exaltada
en trofeo imperial de tu grandeza.

Tres veces eres Rey. Señor, no en vano
tienes pendiente el mundo de tu mano
y no hay poder que a tu Poder resista.

Tres veces eres Rey; te las mereces.
¡Oh, Cristo, mi Señor! reinas tres veces
por Esencia, por Sangre y por Conquista.

                              Rafael Sanz De Diego

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CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO A CRISTO REY 

¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Míranos humildemente postrados delante de tu altar; tuyos somos y tuyos queremos ser; y a fin de vivir más estrechamente unidos a Ti, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a tu Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás te han conocido; muchos, despreciado tus mandamientos, te han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadécete de los unos y de los otros, y atráelos a todos a tu Corazón Santísimo.

Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Ti, sino también de los pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna porque no perezcan de hambre y de miseria.

Sé Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.

Concede, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a tu Iglesia; otorga a todos los pueblos la tranquilidad en el orden, haz que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Traslado Extraordinario del Santísimo Cristo del Perdón de La Orotava

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Hermosa confluencia al conmemorar el XXV Aniversario de la fundación de nuestra Hermandad la que se nos va a regalar en este mes de noviembre. La celebración de la Solemnidad de Cristo Rey, a quien nosotros invocamos con el sugerente título de «Señor del Perdón» y la clausura del Jubileo extraordinario de la Misericordia, que el Papa Francisco cerrará ese mismo día de Cristo Rey.

Sin lugar a duda el Señor nos habla a través de los acontecimientos y nos interpela en esta singular efemérides que nos va a congregar desde la fe. Nos llama a preguntarnos si vivimos o no como verdaderos discípulos suyos; si hemos experimentado su misericordia a lo largo de este años jubilar que concluye; si hemos hecho nuestra la experiencia del perdón que nos regala; si nos hemos hecho mejores testigos de su misericordia para con los hermanos.

Celebramos, con el corazón lleno de agradecimiento, el XXV Aniversario de la Hermandad de Stmo. Cristo del Perdón y Ntra. Sra. de Gracia; y es el mismo Señor, al que María nos conducía el pasado mes de septiembre, el que nos invita a que le acojamos estos días en nuestro corazón. Nos llama a hacerle sitio en nuestra vida pero no como a uno más, para un rato, por interés o porque toca… nos llama a vivir su perdón y experimentarlo en nuestro interior por medio del Sacramento del Perdón, de la reconciliación con Dios y con los hermanos. Nos da la oportunidad de replantear la puesta en práctica de las obras de misericordia, las corporales y las espirituales; pues en cada uno de éstos, «mis pequeños hermanos» está presente Dios mismo.

Es bueno que Cristo, a quien proclamamos Rey y Señor de nuestra vidas nos recuerde que su presencia viva, cercana en el Sacramento del Altar, se hace también visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga…para que lo reconozcamos, nos acerquemos, lo acojamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. Como «sus heridas nos curaron» nos dice el Profeta Isaías, asistamos y curemos ahora sus heridas, en los «cristos vivos» que tenemos a nuestro lado pues, en definitiva, «al final de la vida nos examinarán del amor».

Hagamos de la celebración del 25º Aniversario de nuestra Hermandad del Señor del Perdón un signo de compromiso y de amor hacia Él, Rey de nuestras vidas, propiciando nuestro encuentro con su presencia en los sacramentos y en los hermanos, especialmente «con los pequeños y más vulnerables».

Óscar L. Guerra Pérez (Párroco de Nuestra Señora de La Concepción, La Orotava)

Actos Religiosos

Debido a la clausura del Año Jubilar de la Misericordia en nuestra diócesis, la realización de nuestros cultos se trasladará al día 19 de noviembre, sábado, con una novedad muy importante y de mucha trascendencia, significado y emotividad para todos. Nuestro Titular saldrá en traslado extraordinario el jueves 17 de noviembre, desde el templo de San Agustín, una vez concluida la celebración de la Eucaristía, de las 19.30 horas, hasta la Parroquia Matriz de la Concepción en clave de peregrinación y meditación sobre el tema «El Cristo del Perdón como obra de Misericordia» entrando en la Puerta Santa, para que los miembros de la Hermandad tengan la oportunidad de acceder a las gracias jubilares en el Año de la Misericordia. A su llegada se realizará una celebración comunitaria del Perdón. En este traslado del jueves sólo es necesario asistir con la medalla de la Hermandad. La presencia de todos es importante. El sábado 19, a las 19.30 horas, se celebrará en dicha parroquia de La Concepción la misa solemne de nuestro Titular, correspondiente a la festividad de Cristo Rey, cantada por la Coral Liceo de Taoro. Es deseo de esta Junta que a la misma asistan junto a nuestro Párroco y Director Espiritual, como invitados especiales, D. Mauricio González (Vicario General en 1991) y D. Jacinto Barrios (Párroco de la Concepción en 1991), año de nuestra fundación. Dentro de la función religiosa se procederá al relevo del Hermano Mayor-Honorario. Para la función religiosa de este día sábado 19 se asistirá con el hábito de la Hermandad. Una vez terminada, el Cristo retornará en procesión al templo de San Agustín.

Domingo día 20, a las 18.00 horas, solemnidad de Cristo Rey, celebración de la misa dominical en la iglesia de San Agustín.

(Queremos solicitar encarecidamente la presencia de todas nuestras hermanas y hermanos a todos los actos programados, en especial a las funciones religiosas en honor a nuestro Titular, para agradecer mediante la oración, el perdón y la gracia, los favores que recibimos de Dios y su Santísima Madre)

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Enlace: Santísimo Cristo del Perdón de La Orotava

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: San Martín de Porres

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“Tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has revelado al pequeño”. (Mt 11,25-30)

En el Perú celebramos hoy la solemnidad de San Martín de Porres.
Todos le conocemos como:
El Santo de la escoba.
El que unió perro, gato y pericote comiendo amistosamente en el mismo plato.
El Santo barbero.
Todo eso puede ser una realidad.
Pero el mejor título que se le ha dado es:
“Hermano Martín de la caridad”.
“El portero de lo pobres”.

En el Perú leeremos el Evangelio de Mateo 11,25-30.
“Dios se revela a los sencillos”.
“Los sencillos se abren a la palabra de Dios”.
En la Iglesia universal leemos Lc 14,12-14.
Ambos revelan y manifiestan la espiritualidad de Martín.

Porque Martín fue:
de esas almas sencillas siempre abiertas a las llamadas de Dios.
el enamorado del amor de Dios que se revelaba y manifestaba en él.
Pero también el enamorado de los pobres, lisiados, cojos y ciegos.
El enamorado del servicio a todos los necesitados.
La portería del Convento dominico estaba siempre lleno de pobres, indigentes y necesitados.

Martín fue el Evangelio de los pobres que todos podían leer.
Más que un Evangelio escrito en el papel, fue un evangelio escrito en la vida.
Juan XXIII que lo canonizó, lo llamó en su homilía “Martín de la caridad”.
Yo le llamaría “Evangelio vivo”.
O si prefieren, “el Santo de las preferencias de Dios”.
El Santo de los sencillos siempre abiertos al amor de Dios.
El Santo de los pobres, preferidos por Dios.
Que da de comer a los pobres.
Que sirve y atiende a los que sufren.
Que invita no a los que no pueden retribuirle.

Es posible que más de uno se molestase al ver tanto pobre tocando a la puerta del Convento.
Y hasta es posible que recibiese más de una reprimenda, por la mala impresión que daba la portería.
Pero los sencillos y los enamorados de Dios se fijan poco en la estética de la puerta.
Más bien viven la alegría de descubrir el rostro de Jesús escrito en la puerta.

Es que los santos piensan, ven y siente de otra manera.
No invitar a quien puede invitarte.
Sino vivir del amor de la gratuidad.

Pese a que han pasado tantos siglos también Jesús puede orar al Padre:
“Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños”.
“Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos, dichoso tú, porque no pueden pagarte”.

Es posible que en el Convento dominico hubiese grandes intelectuales.
Pero solo nos ha quedado la memoria del “del santo del amor y de los pobres”.
Es posible que aquellas ideas se las haya llevado el viento.
Pero la sencillez con los sencillos, sigue teniendo actualidad.
¿Acaso el problema de hoy y el testimonio más claro del Evangelio no es entregarnos al servicio de los pobres?

P. Clemente Sobrado, C.P. (3 de noviembre de 2016)

Fuente: mensajesalosamigos.wordpress.com

Fray Martín de Porres, religioso dominico

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Se cumple este año el 800 aniversario del acto fundacional de la Orden de Predicadores (Bula «Religiosam Vitam» del Papa Honorio III, de 22 de diciembre de 1216). Una Orden que sigue muy viva gracias a mujeres y hombres que han encarnado perfectamente el proyecto de Santo Domingo de Guzmán; donde la palabra de Dios ha formado y seguirá formando parte de sus vidas y actos.

La Orden ofreció a Martín, y como a tantos otros, el camino seguro en donde forjar su gran espiritualidad. Fray Martín de Porres supo equilibrar, dentro de los dominicos, una vida de oración y contemplación con su trabajo en beneficio de la comunidad y del prójimo. Humilde y caritativo como buen hijo de Santo Domingo, era un hombre del pueblo y para Dios. Siempre venció su dulce corazón en su vocación. También como buen dominico, Martín confió sus inquietudes y afanes a la virgen del Rosario, de la que era muy devoto; además, vivió y transmitió el Rosario como herencia y compromiso («en la Orden Dominica va estampado el rosario cual sello de realeza»).

Nuestro amigo entró como terciario dominico (en aquel entonces, donado) en el convento de Nuestra Señora del Rosario de Lima: entregándose en cuerpo y alma a la oración y a la caridad, a la pobreza y a la humildad, a la penitencia interior y a las penitencias. Igualmente, con su carácter alegre, sencillo y servicial, pronto se gana el cariño de todos en su afán innato de ser un buen hermano -en su sentido más amplio- dentro de la Orden de Predicadores. En este sentido, deseaba y procuraba el bienestar de los novicios, a los que ayudaba a integrarse en sus deberes. Lejos de crear corriente mística o teóloga alguna es bien cierto que con su testimonio de vida cumplió con el sentir dominico: alababa constantemente al Señor, bendecía todo aquello que formaba parte de su vida (personas y situaciones) y predicaba fiel al ejemplo. Este fue su gran testimonio y su mejor apostolado. Por ello, Fray Martín es todo un símbolo universal: de humildad, caridad y cordialidad.

un amigo

Prefiero estar a la puerta de la casa de mi Dios que vivir en las mansiones de la maldad; prefiero dedicarme a barrer tu templo que convivir con los malvados.

«Si  te conformaras con ser un simple donado…No pronunciarás votos, pero te será permitido vestir parte del hábito: una túnica blanca y un escapulario negro. Un poco más adelante, claro…»

A Martín le pareció que el cielo se abría ante él. ¿Qué importaba el hábito, el lugar o el tratamiento, si podía estar en la casa de Dios y servirle fielmente, aunque ocupara el último lugar? Y así lo dijo:

 – ¿Es el donado el último puesto?

– Sí –afirmó el Superior-, el último.

– ¿Menos que portero?

– Sí, menos que portero.

Entonces…-balbució emocionado Martín-, gracias, señor. No creí merecer tan alto honor.

Así fue como el mulato Martín de Porres, el hijo del hidalgo español, entró en el convento dominico de Santo Domingo de Lima.

Desde este momento su vida fue una donación total, una entrega perfecta, al servicio de Dios…

smp dominicoLlevaba ya nueve años viviendo con fidelidad en el convento y es cuando sus superiores le invitan a dar el siguiente paso, el de profesión de votos religiosos, que acepta con júbilo. Había dado excelentes pruebas de laboriosidad y virtud. Había crecido en piedad y en armonía con los hermanos…Y aquel 2 de junio de 1603 pasaba de donado perpetuo a ser -ahora sí- Fray Martín de Porres, hermano dominico. Aquel día él hacía una nueva donación de su vida a Dios y a los hermanos. Un justo premio a una vida dedicada a la oración y al trabajo continuo:

Después de haber implorado la misericordia de Dios y de la Orden, Martín hizo su profesión solemne, prometiendo obedecer hasta la muerte a Dios, a la bienaventurada Virgen María, al Padre Santo Domingo y a los superiores de la Orden, según la regla de San Agustín y las Constituciones de los Frailes Predicadores.

Siempre estaba disponible para hacer el bien, y todos acudían a él. Ya no sólo empuñaba la escoba y el plumero y repiqueteaba las campanas. También tenía que manejar brochas, navajas, peines y tijeras. Había unos 200 frailes en la comunidad de Lima y todos buscaban a Fray Martín como barbero, peluquero o enfermero…

Al profesar le entregaron un nuevo servicio: ser enfermero. ¡Qué felicidad tener como enfermero a un santo! Sus biógrafos nos dicen que él llamaba a los enfermos «mis amos», y han dejado descritos en muchas páginas los detalles de su caridad para atender como una madre a cuantos necesitaran de él… ¡y cómo corría solícito a su servicio! Sus curas resultaban tan eficaces para el cuerpo como para el alma. Fray Martín buscaba el remedio con inefable naturalidad en la oración.

Hasta llegado el momento en que vistió de otra luz y emprendió la partida hacia el cielo; con  los ojos cerrados y el corazón abierto. Ya todo lo había ganado con su corazoncito dominico. En la Orden Dominicana se redactó así su recuerdo:

– “Murió Fray Martín, hermano de admirable virtud y santidad…Abría su mano cada día al indigente y la extendía al necesitado. Brilló su caridad en la asistencia a los hermanos enfermos…Sirvió de ejemplo a toda la ciudad de Lima por su santidad y ejemplar vida. A una existencia tan prodigiosa correspondió una muerte dichosísima, habiendo acudido a sus exequias gran multitud del pueblo, disputándose el besar sus manos y sus pies, con gran reverencia, tanto en el clero como los simples fieles…».

orden de predicadores

Oración

Bienaventurado San Martín, que desde tus primeros años aprendiste a andar por los caminos del Señor, firme siempre en tu fe, celoso de tu gloria y de la salvación de los hombres.

En la práctica de las virtudes supiste ganarte la admiración de todos, de los de dentro de la Orden y también de los de fuera. Por eso te propuso ser admitido a la profesión religiosa y a través de ella le diste un si generoso y absoluto a tu Dios.

Alcánzanos que sepamos vivir esa misma fe y sus consecuencias con total entrega. Queremos vivir nuestra fe con ejemplar fidelidad, sabiendo dar testimonios atrayentes desde nuestros puestos.

Que como tú, glorioso Fray Martín, derramemos la bondad de Dios con sonrisas y palabras amistosas, y con nuestros trabajos y alegría llenemos de felicidad nuestro alrededor.

Lo suplicamos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

(Oración de la «Novena a San Martín de Porres», de Fray Ángel García de Pesquera, Capuchino).

las florecillas de fray martín

Santo de los pobres, Martín de Porres

Santo de los pobres, Martín de Porres,
fraile dominico, hermano cooperador,
cuidas del enfermo y del más necesitado,
vives confiado, como amigo de Dios.

Estribillo:
Martín de la caridad, reflejo del Padre bueno,
enséñanos la humildad,
camino que lleva al cielo.
Martín de la caridad,
predicas con el ejemplo,
que amar a Dios, para ti,
es el pobre y el enfermo.

Santo de los pobres, Martín de Porres,
tienes la alegría del hombre de oración,
bebes en la fuente de la Eucaristía,
eres fiel devoto de la Pasión del Señor.

Estribillo…

Padre de los pobres, Martín de Porres,
siembras esperanza, en quien sufre por amor,
gloria y alabanza, a ti siempre sean dadas,
sé, para nosotros, ante Dios, intercesor.

Estribillo…

Vicente Muñoz Esteban. Canciones para el Jubileo 800 de la Orden de Predicadores

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Enlace: Jubileo 1216-2016. Orden de Predicadores