Fray Martín de Porres, religioso dominico

smp dominico

Se cumple este año el 800 aniversario del acto fundacional de la Orden de Predicadores (Bula «Religiosam Vitam» del Papa Honorio III, de 22 de diciembre de 1216). Una Orden que sigue muy viva gracias a mujeres y hombres que han encarnado perfectamente el proyecto de Santo Domingo de Guzmán; donde la palabra de Dios ha formado y seguirá formando parte de sus vidas y actos.

La Orden ofreció a Martín, y como a tantos otros, el camino seguro en donde forjar su gran espiritualidad. Fray Martín de Porres supo equilibrar, dentro de los dominicos, una vida de oración y contemplación con su trabajo en beneficio de la comunidad y del prójimo. Humilde y caritativo como buen hijo de Santo Domingo, era un hombre del pueblo y para Dios. Siempre venció su dulce corazón en su vocación. También como buen dominico, Martín confió sus inquietudes y afanes a la virgen del Rosario, de la que era muy devoto; además, vivió y transmitió el Rosario como herencia y compromiso («en la Orden Dominica va estampado el rosario cual sello de realeza»).

Nuestro amigo entró como terciario dominico (en aquel entonces, donado) en el convento de Nuestra Señora del Rosario de Lima: entregándose en cuerpo y alma a la oración y a la caridad, a la pobreza y a la humildad, a la penitencia interior y a las penitencias. Igualmente, con su carácter alegre, sencillo y servicial, pronto se gana el cariño de todos en su afán innato de ser un buen hermano -en su sentido más amplio- dentro de la Orden de Predicadores. En este sentido, deseaba y procuraba el bienestar de los novicios, a los que ayudaba a integrarse en sus deberes. Lejos de crear corriente mística o teóloga alguna es bien cierto que con su testimonio de vida cumplió con el sentir dominico: alababa constantemente al Señor, bendecía todo aquello que formaba parte de su vida (personas y situaciones) y predicaba fiel al ejemplo. Este fue su gran testimonio y su mejor apostolado. Por ello, Fray Martín es todo un símbolo universal: de humildad, caridad y cordialidad.

un amigo

Prefiero estar a la puerta de la casa de mi Dios que vivir en las mansiones de la maldad; prefiero dedicarme a barrer tu templo que convivir con los malvados.

«Si  te conformaras con ser un simple donado…No pronunciarás votos, pero te será permitido vestir parte del hábito: una túnica blanca y un escapulario negro. Un poco más adelante, claro…»

A Martín le pareció que el cielo se abría ante él. ¿Qué importaba el hábito, el lugar o el tratamiento, si podía estar en la casa de Dios y servirle fielmente, aunque ocupara el último lugar? Y así lo dijo:

 – ¿Es el donado el último puesto?

– Sí –afirmó el Superior-, el último.

– ¿Menos que portero?

– Sí, menos que portero.

Entonces…-balbució emocionado Martín-, gracias, señor. No creí merecer tan alto honor.

Así fue como el mulato Martín de Porres, el hijo del hidalgo español, entró en el convento dominico de Santo Domingo de Lima.

Desde este momento su vida fue una donación total, una entrega perfecta, al servicio de Dios…

smp dominicoLlevaba ya nueve años viviendo con fidelidad en el convento y es cuando sus superiores le invitan a dar el siguiente paso, el de profesión de votos religiosos, que acepta con júbilo. Había dado excelentes pruebas de laboriosidad y virtud. Había crecido en piedad y en armonía con los hermanos…Y aquel 2 de junio de 1603 pasaba de donado perpetuo a ser -ahora sí- Fray Martín de Porres, hermano dominico. Aquel día él hacía una nueva donación de su vida a Dios y a los hermanos. Un justo premio a una vida dedicada a la oración y al trabajo continuo:

Después de haber implorado la misericordia de Dios y de la Orden, Martín hizo su profesión solemne, prometiendo obedecer hasta la muerte a Dios, a la bienaventurada Virgen María, al Padre Santo Domingo y a los superiores de la Orden, según la regla de San Agustín y las Constituciones de los Frailes Predicadores.

Siempre estaba disponible para hacer el bien, y todos acudían a él. Ya no sólo empuñaba la escoba y el plumero y repiqueteaba las campanas. También tenía que manejar brochas, navajas, peines y tijeras. Había unos 200 frailes en la comunidad de Lima y todos buscaban a Fray Martín como barbero, peluquero o enfermero…

Al profesar le entregaron un nuevo servicio: ser enfermero. ¡Qué felicidad tener como enfermero a un santo! Sus biógrafos nos dicen que él llamaba a los enfermos «mis amos», y han dejado descritos en muchas páginas los detalles de su caridad para atender como una madre a cuantos necesitaran de él… ¡y cómo corría solícito a su servicio! Sus curas resultaban tan eficaces para el cuerpo como para el alma. Fray Martín buscaba el remedio con inefable naturalidad en la oración.

Hasta llegado el momento en que vistió de otra luz y emprendió la partida hacia el cielo; con  los ojos cerrados y el corazón abierto. Ya todo lo había ganado con su corazoncito dominico. En la Orden Dominicana se redactó así su recuerdo:

– “Murió Fray Martín, hermano de admirable virtud y santidad…Abría su mano cada día al indigente y la extendía al necesitado. Brilló su caridad en la asistencia a los hermanos enfermos…Sirvió de ejemplo a toda la ciudad de Lima por su santidad y ejemplar vida. A una existencia tan prodigiosa correspondió una muerte dichosísima, habiendo acudido a sus exequias gran multitud del pueblo, disputándose el besar sus manos y sus pies, con gran reverencia, tanto en el clero como los simples fieles…».

orden de predicadores

Oración

Bienaventurado San Martín, que desde tus primeros años aprendiste a andar por los caminos del Señor, firme siempre en tu fe, celoso de tu gloria y de la salvación de los hombres.

En la práctica de las virtudes supiste ganarte la admiración de todos, de los de dentro de la Orden y también de los de fuera. Por eso te propuso ser admitido a la profesión religiosa y a través de ella le diste un si generoso y absoluto a tu Dios.

Alcánzanos que sepamos vivir esa misma fe y sus consecuencias con total entrega. Queremos vivir nuestra fe con ejemplar fidelidad, sabiendo dar testimonios atrayentes desde nuestros puestos.

Que como tú, glorioso Fray Martín, derramemos la bondad de Dios con sonrisas y palabras amistosas, y con nuestros trabajos y alegría llenemos de felicidad nuestro alrededor.

Lo suplicamos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

(Oración de la «Novena a San Martín de Porres», de Fray Ángel García de Pesquera, Capuchino).

las florecillas de fray martín

Santo de los pobres, Martín de Porres

Santo de los pobres, Martín de Porres,
fraile dominico, hermano cooperador,
cuidas del enfermo y del más necesitado,
vives confiado, como amigo de Dios.

Estribillo:
Martín de la caridad, reflejo del Padre bueno,
enséñanos la humildad,
camino que lleva al cielo.
Martín de la caridad,
predicas con el ejemplo,
que amar a Dios, para ti,
es el pobre y el enfermo.

Santo de los pobres, Martín de Porres,
tienes la alegría del hombre de oración,
bebes en la fuente de la Eucaristía,
eres fiel devoto de la Pasión del Señor.

Estribillo…

Padre de los pobres, Martín de Porres,
siembras esperanza, en quien sufre por amor,
gloria y alabanza, a ti siempre sean dadas,
sé, para nosotros, ante Dios, intercesor.

Estribillo…

Vicente Muñoz Esteban. Canciones para el Jubileo 800 de la Orden de Predicadores

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Enlace: Jubileo 1216-2016. Orden de Predicadores

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