El adviento de José y María

El Adviento de José y María

Ojos limpios y serenos
para otear el horizonte sin miedo
y verte en otros rostros siempre.

Brazos fuertes y extendidos
para abrazar con seguridad y mimo
a todos los débiles y perdidos.

Manos suaves y cálidas
para acariciar a ancianos y niños
y crear redes de vida.

Oídos abiertos y atentos
para escuchar los susurros y gritos
y llegar a tiempo a tu encuentro.

Olfato sensible y bien dispuesto
para percibir las fragancias y olores
que te preceden y hacen presente.

Pies firmes y ligeros
para andar por la vida
siguiendo tu brisa y tus sendas.

Corazón tierno y grande
para sentir tus latidos
en este aquí y ahora que vivimos.

Entrañas maternales
para acogerte siempre
aunque nos sorprendas y descoloques…
en las noches oscuras
y en las alboradas,
vengan con pesadillas o blanca escarcha.

Así es el Adviento de José y María,
Así queremos que sea el nuestro cada día.

Florentino Ulibarri

El pueblo de caminos

El pueblo de caminos

El pueblo de caminos
y cuestas empinadas
testigo fue en silencio,
en muda lejanía,
de risas y promesas,
de futuros abiertos
a un incierto mañana
con la aurora vencida.
Las paredes de piedra,
los pasillos oscuros,
las ventanas sin rejas
abiertas al paisaje
y nosotros hundidos
en la inmensa penumbra
vagando como sombras
por fin reconocidas.
Seguimos las estrellas
bajo el cielo en la noche,
cruzamos las distancias
de tiempos y de mares,
abrimos esperanzas
entre el alba y el día.
Después, tras tanto tiempo
tentando la memoria,
nos quedan los caminos,
las paredes de piedra,
la mudez de las cosas,
la palabra encendida.

Ramón García Mateos

La vida me rodea, como en aquellos años…

La vida me rodea, como en aquellos años

La vida me rodea, como en aquellos años
ya perdidos, con el mismo esplendor
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,
y un amor fatigado.
¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella verdad.

Francisco Brines