lgnacia de Lara nos dijo su cristiano adiós en un soneto póstumo, que tuvo conmovedora réplica en otro soneto admirable. Y las islas maravillosas de Canarias deben oír siempre en su corazón aquella despedida sublime, grito y jaculatoria hecho de ternura y de fe, magnifico broche que cierra una vida ilustre y deja abierto en la propia muerte el constante manantial de la poesía, tendido al óleo de la inmortalidad su inmarcesible laurel.
Concha Espina
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Soneto póstumo
Cuando vaya a quebrarse la ilusión
de este largo soñar en que he vivido,
y esté oscilando el último latido
con que dice su adiós al corazón.
Cuando llegue la gran renunciación…
—aquella del silencio y del olvido—
y entre la angustia del dolor vivido
rece el salmo final de mi emoción.
Que sea mi última estrofa solo amarte
y mi verso postrer el recordarte
la amante espera con que a Ti confío,
la decisión eterna de mi suerte,
¡y remansen las ansias de mi
muerte con la dulce quietud de un ¡Jesús mío!
Ignacia de Lara
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A Ignacia de Lara
en el adiós a su vida
Tu débil cuerpo con la cruz camina,
el paso aroman flores del Calvario
y nada quiebra tu ilusión divina,
que es la Virgen quien borda tu sudario.
Cuando la luz en tu cristal declina
y la postrera cuenta del Rosario
viene a tu dedo, el mundo se ilumina,
que Dios mueve tu labio extraordinario …
Y abierto todo el pecho a la Belleza,
trocada tu humildad en poderío,
sabre tu «adiós» contrito, la Isla reza
con místico, sublime escalofrío,
¡y te despide —¡oh, hija de Teresa!—
repitiendo tu dulce ¡Jesús mío!
Luis Doreste Silva
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A Ignacia de Lara
La recuerdo como era: Toda luz de sagrario,
con la fe y las virtudes de las vírgenes castas,
el corazón en llamas hecho un vivo incensario
para elevar sus preces a las regiones vastas.
Ahora —en sueño— la veo, diligente y ansiosa,
con un supremo alarde de excelsa poesía,
en los prados del cielo arrancando una rosa
y ponerla, amorosa,
a los sagrados pies de la Virgen María.
Saulo Torón
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