Imágenes de San Martín de Porres del escultor Valentín García Quinto

Basílica de Santa María - Elche (Alicante)

Basílica Santa María (Elche, Alicante). Esta talla fue realizada en 1975.

Valentín García Quinto (talla en madera de San Martin de Porres de Barranco, Perú)

martin

Imagen que se encuentra en el distrito de Barranco (Lima, Perú).

Monasterio de Santa Rosa - Arequipa (Perú)

Monasterio Santa Rosa, Arequipa (Valentín García Quinto)

Monasterio de Santa Rosa de Lima (Arequipa, Perú).

Valentín García Quinto nació el 12 de agosto de 1926 en la localidad alicantina de Albatera, en el seno de una familia de campesinos. Falleció en 2013 en el mismo lugar que le vio nacer, dejándonos un extenso legado artístico.

Desde muy niño siente inclinación por la escultura, de la que fue autodidacta y emprendedor. En 1942, cuando contaba con 16 años, se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona para estudiar y perfeccionarse en el campo escultórico. Durante su estancia trabajó, hasta 1946, para la prestigiosa Casa de Arte Sacro Reixach i Campanya. Debe incorporarse al servicio militar, y una vez finalizado se traslada a Madrid para trabajar con José Luis Vicent en la realización de las esculturas del retablo mayor del templo de San Isidro.

En 1953, y siguiendo el consejo del Padre Mojica, se traslada a Perú, concretamente a la ciudad de Arequipa. Allí realiza gran cantidad de esculturas religiosas. En 1969 regresó a Albatera donde se estableció definitivamente, y comienza a trabajar junto a su hermano Domingo, también escultor, en los encargos provenientes de toda la provincia de Alicante y regiones del Levante español. Su vinculación con la ciudad de Elche viene dada por la numerosa imaginería religiosa que ha realizado para distintas cofradías de Semana Santa, iglesias de la ciudad y encargos de particulares. Además, también cultivó con notable acierto el campo de la pintura. Actualmente existe un museo dedicado a este gran artista en el municipio de Albatera.

Referencia: Albatera despide al escultor Valentín García Quinto.

Oración del Papa Francisco a los santos peruanos

Oración del Papa Francisco a los santos peruanos en la Catedral de Lima.

Oración

Dios y Padre nuestro,
que por medio de Jesucristo
has instituido tu Iglesia
sobre la roca de los Apóstoles,
para que guiada por el Espíritu Santo
sea en el mundo signo e instrumento
de tu amor y misericordia,
te damos gracias por los dones
que has obrado en nuestra Iglesia en Lima.

Te agradecemos de manera especial
la santidad florecida en nuestra tierra.
Nuestra Iglesia arquidiocesana,
fecundada por el trabajo apostólico
de santo Toribio de Mogrovejo;
engrandecida por la oración,
penitencia y caridad de santa Rosa de Lima
y
san Martín de Porres;
adornada por el celo misionero
de san Francisco Solano
y el servi
cio humilde de san Juan Macías;
bendecida por el testimonio de vida cristiana
de otros hermanos fieles al Evangelio,
agradece tu acción en nuestra historia
y te suplica ser fiel a la herencia recibida.

Ayúdanos a ser Iglesia en salida,
acercándonos a todos,
en especial a los menos favorecidos;
enséñanos a ser discípulos misioneros
de Jesucristo, el Señor de los Milagros,
viviendo el amor, buscando la unidad
y practicando la misericordia
para que, protegidos por la intercesión
de Nuestra Señora de la Evangelización,
vivamos y anunciemos al mundo
el gozo del Evangelio.

Fuente: op.org/es (Orden de Predicadores)

El Angelus

El Angelus

«Mantened su rezo acostumbrado, donde y cuando sea posible». (MC, 41)

Doce campanadas suenan
cruzando el aire triunfantes,
desde el alto miranete
de palacios celestiales.

Invitan a la oración
con melodías de Arcángel:
«Salve, graciosa Señora,
Madre de Dios, Dios te salve».

∼II∼

Están tocando a rebato:
el Corazón de Dios arde;
fuego nos trae a la tierra,
y es preciso que se inflame.

Tres avecillas en vuelo
mientras las campanas tañen;
que en un inmenso abanico,
de gozo, sus alas abren.

Tres llamaradas de amor,
de cada hijo a su Madre;
tres rosales florecidos,
en los jardines del aire.

Un santo estremecimiento
cubre pueblos y ciudades;
y saludando a la Virgen,
juntan sus manos orantes.

El labrador, boina en mano,
deja el arado un instante,
y contempla emocionado
que se inclinan los trigales…

Suenan doce campanadas:
Madre de Dios, Dios te salve.

  Paquita Sánchez Remiro
(De «Madre de misericordia. Esperanza nuestra»)

* * *

Foto ilustrativa: Unos niños tocan las campanas de la Iglesia de La Concepción de La Orotava. Año 1945. (Colección: ABG).

Las Gracias obtenidas por participar de la Santa Misa

Todas las obras reunidas no equivalen al santo Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres; mientras que la Misa es obra de Dios, es el Sacrificio que Dios hace de su cuerpo y de su sangre por amor a los hombres.

San Juan María Vianney, Santo Cura de Ars.

*Las Gracias que se obtienen por participar de la Santa Misa:

1. La Misa es la continuación del Calvario.
2. Cada Misa vale tanto como la vida, sufrimientos y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ofrecidos en sacrificio.
3. La Santa Misa es el acto de desagravio más poderoso para expiar los pecados.
4. A la hora de la muerte, el consuelo más grande del alma consistirá de las Misas oídas en vida.
5. Cada Misa bien oída nos acompañará hasta el Tribunal Divino, suplicando perdón.
6. En la Santa Misa, según el fervor con que se asiste, se puede disminuir en grado mayor o menor, la pena temporal debida por los pecados.
7. Al asistir devotamente a la Santa Misa, se rinde el más grande homenaje a la Sagrada Humanidad de Nuestro Señor.
8. En la Santa Misa, Nuestro Señor Jesucristo ofrece expiación y desagravio por muchas omisiones y negligencias nuestras.
9. En la Santa Misa, Jesucristo perdona los pecados veniales que todavía no se han confesado. Además se disminuye el poder de Satanás sobre el alma.
10. Al asistir a la Santa Misa se proporciona a las almas del Purgatorio, el alivio más grande que sea posible.
11. Una Misa bien oída durante la vida, será de más provecho al alma, que muchas que se ofrecieran para su reposo después de la muerte.
12. Por asistir a Misa, el alma se preserva de peligros, desgracias y de calamidades, que de otro modo hubieran sucedido. Además, se abrevia o reduce la duración de su Purgatorio.
13. Cada Misa bien oída obtiene para el alma un grado más elevado de gloria en el Cielo.
14. En la Misa se recibe la bendición del sacerdote que Nuestro Señor ratifica en el Cielo.
15. En la Misa se arrodilla entre una multitud de los santos ángeles, que están presentes en actitud de profunda reverencia, durante el sacrificio adorable de la Santa Eucaristía.
16. En la Santa Misa se reciben bendiciones para todos los bienes y empresas temporales.

∗Promesas de Cristo a Santa Gertudris para aquellos que participan de la Santa Misa.

* * *

 Eucaristía

Amor de ti nos quema, blanco cuerpo;
amor que es hambre, amor de las entrañas;
hambre de la palabra creadora
que se hizo carne; fiero amor de vida
que nos se sacia con abrazos, besos,
ni con enlace conyugal alguno.
Solo comerte nos apaga el ansia,
pan de inmortalidad, carne divina.
Nuestro amor entrañado, amor hecho hambre,
¡oh Cordero de Dios!, manjar Te quiere;
quiere saber ardor de tus redaños,
comer tu corazón, y que su culpa
como maná celeste se derrita
sobre el ardor de nuestra seca lengua,
que no es gozar en Ti; es hacerte nuestro,
carne de nuestra carne, y tus dolores
pasar para vivir muerte de vida.
Y tus brazos abriendo como en muestra
de entregarte amoroso nos repites:
«¡Venid, comed, tomad: esto es mi cuerpo!»
¡Carne de Dios, verbo encarnado, encarna
nuestra divina hambre carnal de Ti!

                   Miguel de Unamuno.

Imagen ilustrativa: » La Misa de San Juan de la Mata», de Juan Carreño de Miranda.

«Retacitos» de Zenaida Bacardí de Argamasilla

¡Perdóname!

Por mi temor para sufrir, por mi afán por abarcar y por mis tropiezos para crecer.

Perdóname cuando me tarde para reponerme del dolor y lo deje ahí aposentado, desperdiciando las oportunidades que me das para dejarlo correr.

Perdóname cuando me das la mano y yo te digo: “¡No puedo!”  Cuando me das la luz y yo te digo: “¡No veo!” Cuando me llamas y yo te digo: ¡”No oigo”!

Perdóname, porque seguro me he quedado con muchas sonrisas dentro, con muchas flores en las manos ¡y ni siquiera me he dado cuenta!

Por no saber que lo que muere en mi corazón todos los días son espacios que debo preparar para recibir las alegrías del nuevo amanecer.

Perdóname por no saber aceptar el frío y las nevadas del invierno, lo mismo que acepté antes la fragancia y las rosas de tantas primaveras.

Perdóname los desperdicios de la vida.  Es muy dura y muy compleja: unas veces he sido yo quien he querido bebérmela de un sorbo y otras es ella la que me ha ido absorbiendo a mí.

Perdóname esas pequeñas indiferencias que duelen más que un pecado, esa pesadez de algunos días que lastima más que una ofuscación y esos olvidos imperceptibles que duelen más que una caída.

Perdóname cuando me faltan los detalles, me aparecen las arideces y se me cansa el alma de luchar y de sufrir … ¡cuando me siento tan poca cosa!

Perdona mi ineficacia, mi falta de fe y mis impedimentos humanos.  Por no darme cuenta de que no hay muerte: lo que hay es principio, tierra y cielo.

Une tu misericordia y mi humildad, para ver nacer el perdón…

¡Y quédate conmigo!

Quédate conmigo, con valiente arraigo.
Mira que me entibio, me turbo, decaigo.
Fúndete a mi alma, invade mi ser.
Que la sombra humana nos impide ver.

Porque si te quedas, si te vas mostrando,
estas arideces se me irán quitando.
Que si Tú te quedas junto a mi dolor,
en la propia hondura sentiré tu amor.

Quédate conmigo, razón de mis razones.
Conoces ese frío que dan las decepciones.
Quédate en la rutina, en la pena, en el desvío,
¡te necesito tanto, Jesús mío!

Quédate conmigo, mira que anochece,
La tarde declina, todo se oscurece.
Dulces resplandores tendrá la partida,
¡si quedas conmigo por toda la vida!

* * *

La Misericordia

La Misericordia de Dios, es un rocío de la
mañana…
lo que tenemos que hacer es ver salir el sol.

Es un goteo constante…
lo que tenemos que hacer es poner debajo nuestro
cántaro…

Es un ramaje que nos columpia…
lo que tenemos que hacer es dejarnos llevar.

Es una aguja que Dios ensarta…
lo que tenemos que hacer es bordar la vida.

Su Misericordia no es tribunal de juicio…
sino brazos de redención.

Le pido a Su Misericordia que ponga algún
brote verde al tramo oscuro de mi vida…
Alguna huella nueva a la parte estrecha de mi
camino…
Algún impulso de vida a la parte seca de mi
raíz…

¡Unos cuantos toques a mi corazón….
¡Y unas cuantas rosas a mi cruz…!

* * *

La sabiduría de las madres

La sabiduría de las madres es la primera que
enseña a los hijos donde nace el amor.

La sabiduría de las madres es la primera que
enseña a los hijos el comienzo de la vida.

La sabiduría de las madres es la primera que
enseña a los hijos cómo se secan las lágrimas
del corazón.

La sabiduría de las madres es la primera en
intuición y en instinto, con lo que suple a veces
la razón y la inteligencia.

La sabiduría de las madres viene de Dios.

El Sol aprendió el amor, besando la Luna.
El poeta aprendió el amor haciendo cantar la
tierra. La madre aprendió el amor cuando le
acariciaste las entrañas.

Por eso su amor inmedible, gratis, mágico
e invulnerable.

Más sobre la obra de la poetisa cubana Zenaida Bacardí en el siguiente enlace: Aquí