Sagrada Familia

Sagrada Familia

José, María y Jesús,
un padre, una madre, un hijo.
Una Sagrada Familia,
un triple “amor” florecido.
La felicidad dormía
en aquel precioso “nido”.
Los tres vivían alegres
por el “amor” seducidos.
En aquel hogar bendito
Dios puso su domicilio.
Dios siempre se hace presente
donde hay “amor” y cariño
Su casa estaba asentada
sobre “roca” de granito.
No pueden con el “amor”
ni los vientos ni los ríos.
Su puerta quedaba abierta
al paso de los vecinos.
Donde hay “amor”, no hay extraños;
todos se sienten amigos.
Toda su vida giraba
alrededor del servicio.
Sin flores no hay primavera.
No hay “amor” sin sacrificio.
Señor, en nuestras familias,
Falta “amor” y hace frío.
Que en Jesús, José y María
encontremos nuestro abrigo.

  José Javier Pérez Banedí

Navidad

Navidad

Llanto de recién nacido
ahoga el viento en la noche fría.

Por la ventana de la cueva
se ve una lumbre encendida.

En un rincón, en el fondo,
está la Madre acostada
sobre dura yacija:
leche tibia duerme al Niño
que, entre sus pechos, cobija.

¡Amor de mis entrañas:
Qué pobre es tu vida!

Allá arriba, en las montañas,
por la Buena Nueva que ha nacido,
los pastores cantan y silban.

     Tomás Arroyo


Dios diferente

Dios diferente

Te esperábamos grande…
y vienes como un Niño pobre.
Te esperábamos en otro momento…
Y vienes a tu hora, en el silencio del tiempo.

Te esperábamos como Dios…
Y vienes, Dios, hecho hombre débil.
Te esperábamos,
y no sé si le esperábamos,
porque nos cuesta reconocerte…

Porque no eres el que creíamos…
Porque eres -el que eres-.
Dios que viene.
Dios que está.
Dios -con- nosotros.
Dios anunciado por los profetas.
Dios humilde.
Dios diferente.
Dios, siempre Dios, sorprendente.

Domenico Ghirlandaio

Jesucristo ayer, hoy, siempre

«Sagrada Familia», óleo de Antonio Balestra. Licencia Creative

Jesucristo ayer, hoy, siempre

Dos mil años después de tu venida
te espera nuestro mundo en nuevo Adviento:
solo contigo cobrará aliento
para vivir la tierra envejecida.
Tú eres la luz de su razón perdida,
el agua viva de que está sediento,
el verdadero pan del hombre hambriento;
vencedor de la muerte, eres la vida.
Eres alfa y omega de la Historia
que vive de tu cruz y tu victoria.
Tú descubres al hombre qué es ser hombre
y le ayudas a serlo y lo levantas,
por eso el mundo entero ante tus plantas
confiesa el Nombre sobre todo Nombre.

Bernardo Velado

Señor, el día empieza

Foto: Claire Adams (Pixnio)

Señor, el día empieza

Señor, el día empieza. Como siempre,
postrados a tus pies, la luz del día
queremos esperar. Eres la fuerza
que tenemos los débiles, nosotros.

Padre nuestro,
que en los cielos estás, haz a los hombres
iguales: que ninguno se avergüence
de los demás; que todos al que gime
den consuelo; que todos, al que sufre
del hambre la tortura, le regalen
en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás; que nunca emerjan,
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.

Luz, Señor, que ilumine las campiñas
y las ciudades; que a los hombres todos,
en sus destellos mágicos, envuelva
luz inmortal; Señor, luz de los cielos,
fuente de amor y causa de la vida.

Enrique Díaz Canedo