Cruz de madera pulida…

«Cruz de madera pulida
enmohecida por el tiempo…
espejo de sinsabores y
lagar de mis sarmientos…”

Así te busco en mi lecho
pues de otra forma te vi,
y sé que abrazada a Ti
estoy de Noche y de Día…
Tú fuiste figura mía,
cuando Contigo sufrí…
Tan mojada yo te vi
Que pensé que Tú sudabas
y sufriendo, te llamaba
y mi sudor fue por Ti…
Te buscaba y no te hallaba
y gritando te llamé
te estrujaba y te empapé,
de lo que fueron dolores…
pero más fueron dulzores
cuando al final te besé…
y nunca te soltaré
y serán nuestros amores,
la mecha de tus sudores
en mi Getsemaní doliente
pues fueron tales mis Fuentes
que la Vida hasta infinito
beberé mi cervatillo
¡y me embriagaré en tus Fuentes!

María del Rosario Navarro

Opreso

OPRESO
Suave beso amoroso, dulce beso,
abre mis ojos, no fuera a dormirme,
o ya, dormido sueñe sentirme,
por el hado veleidoso, opreso.
Por lo hecho, y sus hazañas, quedé preso,
¡a tanto fuego y tanto amor tan firme!,
que bastó un solo día para herirme,
y todo un año para laxar su peso.
Fiel corazón, que a la razón dormido,
no mores en mi pecho, receloso,
compañero del alma, consentido.
Consorte de latido tembloroso,
¡alíviame!, ¡antes que sea rendido
por el hostil invierno desdeñoso!

José Jaime Capel

Arte poética

Imagen: Freepik.es (fotos gratis)

Arte poética

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios,
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas!
Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.

El Poeta es un pequeño Dios.

Vicente Huidobro

Nueva Primavera

Foto: depositphotos

Nueva Primavera

¡Qué hermosura callar!
¡Qué limpias voces
cantando a un Dios que busco
en el silencio!

Campanas en la noche,
campanas a las tres
entre un rocío que sube
hasta este casi cielo
que me habita
y en que duermo esta noche.

Despertándose está
la luz más escondida,
la voz perenne
que ayer me abandonaba
y que ahora
es campana otra vez entre campanas.

¿Dónde, dónde está Dios
esta noche de Dios
sobre la hierba?

Francisco Giner de los Ríos

No está aquí el que buscáis

* No está aquí el que buscáis

Aún, sin el sol alumbrando el nuevo día,
hacia el huerto, más cercano que lejano,
sus pasos, cuatro mujeres encaminan.

Sobre las colinas de oriente,
una blanca esperanza, ligera
cual remoto reflejo de una tierra
vestida de lirios y plata, lentamente
se elevaba entre el palpitar
de las lejanas constelaciones;
venciendo el fulgor tenue
del centelleo de la noche.

De esas albas serenas era el día,
que a pensar llevan en los inocentes
que dulcemente duermen su alegría;
y en la belleza de las promesas,
y en que el aire, benigno y limpio,
por el vuelo de ángeles parece,
un momento antes conmovido.

Dulces y virginales días
que preparan lúcidas palideces,
con alegre verecundia,
con estremecimientos jóvenes,
con inmarchitables candores.
¿Quién del sepulcro apartará la piedra?
Las cuatro mujeres se decían.

Cuatro eran, eran cuatro mujeres,
debilitadas por el amor y el dolor.
Eran cuatro débiles mujeres,
a quienes ese dolor y ese amor
las hacían mujeres fuertes.

La oscura boca de la gruta
en la reinante oscuridad se abría,
con mano temblorosa, una,
tanteó el umbral atrevida.
No se decidan a volverse,
y a entrar no se atrevían.

Emergiendo por entre las crestas
de las cercanas colinas,
el sol alumbró de la gruta, su abertura.

Atesorando ánimos entraron,
por un sobresalto estremecidas.
Un joven vestido de puro blanco,
cándidas y radiantes vestiduras,
estarlas esperando, parecía.

¿Por qué entre los muertos buscáis al que da la vida?
No está aquí el que buscáis, Resucitó a la Vida.

J.R. Pablos (del poemario inédito: Pasión).

Fuente: hispanidad.com