Días y noche te he buscado

Días y noches te he buscado

Días y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde cantas.
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo
Te has perdido entre las lágrimas.

Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando.
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado.

Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro
Lo haces rey coronado por tu mano.

Vicente Huidobro

Eco

Eco

Que resuene fuerte
que se oiga hasta el miedo
que en esta frecuencia
de fe y esperanza
de gran compasión
de fuerte impotencia
de ira y temor
en un sólo grito
unamos más fuerzas
en esta ocasión.

Que retumbe el suelo
que hoy se abra el cielo
Y el Ser infinito
Creador de universos
regrese a nosotros
la paz interior,
que vista los mares
las nubes, la luna
el cielo y el sol
de una gran tormenta
sanando el dolor.

Que limpie los días
que llene este espacio
de lúcida vida
de fuerza infinita
de paz y de amor
sanando a su paso
tanta destrucción
cantemos unidos
vibremos confiados
¡EN LUZ Y ORACIÓN!

Aurora Orozco

La voz que clama

La voz que clama

Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
tu Palabra.

Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
tu Palabra.

Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
tu Palabra.

Acompáñame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
tu Palabra.

Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
tu Palabra.

Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
tu Palabra.

Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
tu Palabra.

Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
tu Palabra.

Conviérteme a Dios y su Reino
y anímame a escuchar, en este tiempo propicio,
tu Palabra.

Bautízame con Espíritu Santo y fuego
e imprime en mi ser, para siempre,
tu Palabra.

Ponme en los lugares más necesitados
y que me empape, suavemente,
tu Palabra.

Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
tu Palabra.

Florentino Ulibarri

Sepulcro de san Juan de la Cruz

Sepulcro de san Juan de la Cruz

Las hojas otoñales, en su huida,
borraron el camino
que se hizo visible a tu llegada.
Oh momento dichoso,
contemplación de todo lo creado
a la luz del sepulcro,
con arena, rocío, brisa y lumbre
como cuatro elementos
para enmarcar el fin de la materia.
Alrededor, un claro
blanquecino donaba su espejuelo
a quien vino a rendirse
ante una sencillez inagotable.
El paso de las hojas
te trazó la mañana nuevamente,
mientras tu senda desaparecía.
Oh sol inmerecido,
celebración de todo lo sagrado,
luciente tras un hombre
cuya razón de arder aún imita.

María Sanz

Un viento

Un viento

Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la claridad.
Suena con sed de espacio,
viento de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo
me salve. Ven
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
Cuán a fondo me asaltas y me enseñas
a vivir, a olvidar,
tú, con tu clara música.
Y cómo alzas mi vida
muy silenciosamente,
muy de mañana y amorosamente
con esa puerta luminosa y cierta
que se me abre serena
porque contigo no me importa nunca
que algo me nuble el alma.

Claudio Rodríguez