Una rosa ha brotado

Una rosa ha brotado

Una rosa ha brotado
en un lindo vergel,
el capullo anunciado
del tallo de Jesé.
Ha nacido una flor
en medio de la noche
de un invierno helador.

El capullo de rosa que yo digo
ya lo menciona Isaías:
es María Inmaculada,
que nos trajo la florecilla.
De la eterna Palabra de Dios
ha dado a luz un Hijo
y se mantiene doncella y pura.

La florecita minúscula
que tan dulce nos huele
con su brillo tan claro
disipa las tinieblas.
¡Hombre verdadero y Dios verdadero!
Nos ayuda en las penas
y nos salva del pecado y de la muerte.

Del CANTORAL DE ESPIRA (1599)

A la Inmaculada Concepción

A la Inmaculada Concepción

Si te pudiera encerrar
en su pensamiento el hombre,
y si pudiera tu nombre
contenerse en un cantar,

cantara con frenesí
a tu Corazón fecundo,
cuyas gracias das al mundo
porque rebosan en Ti.

Mas, ¡ay!, mi lira soñó,
porque tu gloriosa palma
podrá caber en el alma,
pero en las palabras no.

Mas, ¿por qué me desconsuelo?
Si no escuchas mi canción,
escucharás mí oración,
pues la oración llega al cielo.

Toda eres pura, ¡María!,
y temo que al irte a hablar
pueda mi voz deslustrar
tu hermosura, ¡Madre mía!

El manto que te circunda
para guardar tu pureza,
y, realzando tu belleza,
en mar de gracia te inunda;

tus labios a medio abrir
de tu puro amor al peso,
rompiendo un místico beso,
sin dejar de sonreír;

y esos ojos astros bellos,
cuya luz es tan brillante,
que si tuviera delante
al sol le eclipsaran ellos;

y tu cabellera hermosa,
místico jardín divino,
que esparcida como el lino
sobre tu espalda reposa;

la beldad de tu figura,
todo, en fin, ¡Madre querida!,
da a tu pureza mas vida
y más lustre a tu hermosura.

Mas, ¿no me miras Señora?
¿Por qué no me dejas, dime,
que en esos ojos estime
el amor que en tu alma mora?

Mírame a tu pies de hinojos,
no desatiendas mi ruego,
y aun cuando me deje ciego
la luz que brotan tus ojos,

¡ciégame, brillante Estrella!,
porque la luz de tu amor
sin vista se ve mejor,
pues no es herida por ella.

Pero, ¿qué digo? ¡Insensato!
Al cielo mirando estás,
rogando por mí quizás,
que fui contigo un ingrato.

Sigue pidiéndole a Dios,
mirando al cielo por mí;
yo también te miro a Ti,
y el cielo vemos los dos.

Ya nada me causa duelo,
cesen mis quejas pasadas,
porque nuestras dos miradas
se encontrarán en el cielo.

Hazlo así, ¡Madre querida!
¡Préstame tu ayuda fuerte!
Y cuando empiece en la muerte
el nacer de la otra vida,

rotas los mortales lazos,
a Ti mi alma ha de volar
como el río corre al mar,
¡para ensancharse en tus brazos!

              Balbontín

Palio Azul

Errante salmo en el confín sonoro
va del cielo hacia el templo peregrino,
sereno y suave como un almo coro
melancólico y tierno como un trino.

Llega al oído su rumor canoro
que acoge el alma como a son divino;
envuelto viene en una nube de oro
cual blanca vela por el mar latino.

Es el férvido ritmo que proclama
el Dogma hermoso de la Inmaculada
y España entera con unción le aclama.

¡Oh, que siempre en la gloria de este día,
a la tierra que Dios hizo sagrada
la cubra un palio azul de poesía!

                   José H. Amador

* * *

La Inmaculada Concepción: Tres miradas

A la Iglesia de la Concepción de La Orotava

Iglesia de La Concepción de La Orotava

Una silueta divisé en este hermoso valle;
se alzaba delicada a toda aquella mirada:
era la arquitectura sacra siendo honrada
por el arte del villero bruñendo el detalle.

Luce la piedra tu impronta que no se olvida;
los ecos del púlpito cincelado en mármol
rememoran al madero que nació del árbol,
y por amor, transfigurado a Cruz vivida.

En el firmamento una cúpula dibujaste;
dos campanarios que conmueven al visitante
pregonan al viento el día más deslumbrante:
sonaba la melodía alegre del tajaraste.

Con el sonoro repique me acerqué,
palpando el señorío y tu historia;
sentí el hado de un pedacito de gloria
que resuena en cada toque su porqué.

Octava de Corpus y Semana Santa,
la obra consumada llegó en el cierno,
donde lo efímero siempre será eterno
cuando admirado oprime la garganta.

Y vi llover pétalos en precioso vuelo,
que desprendían con júbilo verdadero
tus lágrimas mostrando el sendero
de la Ascensión del Señor al cielo.

En la fe, acompañando tu tabernáculo,
acabó mi frío con tu sol: el que más calienta.
Es tu espíritu la fuerza que nos sustenta
y doblega el poder aferrado al báculo.

Mientras, una voz susurra una oración.
Testigo de quietud, de duelo y alhajas:
la fúnebre entrada de aquellas cajas,
la salida de unos novios sellada su unión.

Y en su altar, mi siempre anhelada;
de Génova traída a la noble y leal Villa
yo me inclino –manso– a tal maravilla:
¡Oh, Virgen de la Inmaculada!

No hay gente que no se cautive
en la fiesta que honra a la Pureza,
donde brota la belleza
que hasta el alma mustia revive.

Mas, la Asunción llegó con el glorioso Tránsito;
dormida en el lecho nuestra ternura acrecienta.
Yo la velaré para que sola no se sienta,
pues es su presencia el reposo que necesito.

Y con tu Santo Cristo de la Misericordia
el pueblo camina siguiéndolo a su vera;
con el mandato cumplido en la cruz nos espera:
la Sagrada Forma aguarda bajo la Custodia.

De fondo un órgano lleva a la emoción,
que en su apogeo el ambiente silencia…
la voz interior cae rendida a la cadencia:
Catedral del Valle es la Concepción.

                        José J. Santana

* * *

Enlace relacionado:

A la Iglesia de San Francisco de La Orotava

Foto de: Roberto Mazzanti

Mater Inmaculata!…

Mater Inmaculata!…

¡Salve, espejo de Dios, alba serena
que rasga la negrura de la noche,
vistiendo por los ámbitos derroche
de luz y de poder! Ya se enajena

mi espíritu al mirarte! ¡Cuán amena
sujetas los rosales con un broche
de aromas y de miel, sin que desmoche
la flor el huracán! Todo se llena

de cálido placer con tu sonrisa.
La selva, los trigales y manzanos,
ondulando al cariño de la brisa,

diciendo están en verso pregonero:
¡Toda belleza es obra de sus manos!
¡La suma ciencia y el saber primero,
con gracia derramada,
la plasmaron de sol, inmaculada!

    Pedro M. Quintana Miranda, presbit.

Oración para pedir protección a la Inmaculada Concepción

Animados de los mismos sentimientos de devoción a la Santísima Virgen, y persuadido de que en las circunstancias dolorosas de los tiempos presentes no nos quedan otras esperanzas que las del Cielo, y entre éstas la intercesión poderosa de aquella bendita, que es en todo tiempo auxilio de los cristianos… Quiera el Señor atender las plegarias que le elevarán los fieles por intercesión de María Inmaculada, que fue llamada por la augustísima Trinidad para intervenir en todos los misterios de la misericordia y de amor, y fue constituida dispensadora de todas las gracias (Pío PP. X).

Oración

Virgen Santísima, que agradasteis al Señor, y sois su Madre, Inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe, y en el amor; en la solemne proclamación del dogma, que os anunció al mundo concebida sin pecado, mirad benignamente a los míseros mortales, que imploran vuestro poderoso patrocinio. La maligna serpiente, contra la cual fue lanzada la primera maldición, continúa combatiendo y poniendo asechanzas a los miserables hijos de Eva. Vos, oh bendita Madre nuestra, Reina y abogada nuestra, que desde el primer instante de vuestra concepción quebrantasteis la cabeza del enemigo, acoged las plegarias que unidos con Vos en un solo corazón os rogamos presentéis al trono de Dios para que no seamos jamás seducidos por las asechanzas del enemigo, y lleguemos todos al puerto de la salvación, y para que a pesar de tantos peligros, la Iglesia y la sociedad cristiana canten una vez más el himno de liberación, de la victoria y de la paz. Amén.

(Imagen ilustrativa: «La Inmaculada Concepción», de Tiepolo).