El vino nuevo

El vino nuevo

Nos diste un vino nuevo
en dulces tragos de amor,
madurado al sol y al viento
del Espíritu que sopla
en las laderas de Dios.

Vino que fue destilado,
en las bodegas del cielo,
gran reserva de amor,
que se consume en el suelo.

Y se sirve junto al pan
que se devora con hambre
entre destellos de luz
y resplandores de sangre.

Hace siglos que nos diste
de este vino en abundancia
sobre cuencos de alegría,
vino nuevo y con solera,
del que seguimos bebiendo
y brindando todavía.

Y si algún día se agota.
se habrá acabado la fiesta,
por mucho que presumamos
de una mesa muy bien puesta.

Manuel Velázquez Martín

Corazón de María

Corazón de María

Un corazón por Dios tocado…
Un corazón valiente,
capaz de fiarse del todo
creyendo al Todo.
Un corazón abierto,
que ama lo distinto
y crece en lo pequeño.

Un corazón de mujer,
entregado y fiel,
que danza al soplo del Espíritu.
Un corazón de Madre,
ardiendo en misericordia
que cuida lo débil fortaleciendo desde dentro.
Un corazón de discípula,
siguiendo las huellas del Maestro,
agradeciendo su cumplida promesa,
guardando su eterna Palabra.

Un corazón misionero
volcado a Su querer y al mundo,
que extiende sus brazos para su cuidado.
Un corazón que es
hogar de la Palabra,
paso firme, libre y decidido,
canto agradecido
y encuentro con el Misterio.

Éste es el Corazón de María.
Éste, del que somos sus hijos.
Éste, donde vivimos y nos formamos.
Este Corazón es el que queremos para el nuestro.
Sé tú, María, la fragua ardiente
donde nos configuremos con el Hijo.

Claretianos de Colmenar Viejo

Gracias, Señor

GRACIAS, SEÑOR

Gracias, Señor, porque estás
todavía en mi palabra;
porque debajo de todos
mis puentes pasan tus aguas.
Piedra te doy, labios duros,
pobre tierra acumulada,
que tus luminosas lenguas
incesantemente aclaran.
Te miro; me miro. Hablo;
te oigo. Busco; me aguardas.
Me vas gastando, gastando.
Con tanto amor me adelgazas
que no siento que a la muerte
me acercas…
Y sueño…
Y pasas.

José García Nieto

Eucaristía

Eucaristía

Amor de ti nos quema, blanco cuerpo;
amor que es hambre, amor de las entrañas;
hombre de la palabra creadora
que se hizo carne; fiero amor de vida
que no se sacia con abrazos, besos,
ni con enlace conyugal alguno.
Sólo comerte nos apaga el ansia,
pan de inmortalidad, carne divina.
Nuestro amor entrañado, amor hecho hambre,
¡oh Cordero de Dios!, manjar que te quiere,
quiere saber sabor de tus redaños,
comer tu corazón, y que su pulpa
como maná celeste se derrita
sobre el ardor de nuestra seca lengua:
que no es gozar en ti: es hacerte nuestro,
carne de nuestra carne, y tus dolores
pasar para vivir muerte de vida.
Y tus brazos abriendo como en muestra
de entregarte amoroso nos repites:
«¡Venid, comed, tomad: éste es mi cuerpo!».
Carne de Dios, Verbo encarnado, encarna
nuestra divina hambre carnal de ti.

Miguel de Unamuno

Emaús

EMAÚS

Porque es tarde, Dios mío,
porque anochece ya
y se nubla el camino;
porque temo perder
las huellas que he seguido,
no me dejes tan sola
y quédate conmigo.
.
Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro,
y escudriñé curiosa
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.
.
Porque ardo en sed de Ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa;
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!…
¡Quédate al fin conmigo!

Ernestina de Champourcin