A la Virgen de la Soledad
Virgen de la Soledad,
paloma de muerte herida,
permite que en mi orfandad
llegue a ofrecerte mi vida.
Quiero recoger tu llanto
con besos del alma mía;
quiero esconderme en tu manto
de negra melancolía;
Quiere pedirte mi labio
piedad y perdón, Señora,
y ofrecerte en desagravio
un corazón que te adora;
Quiero contemplar tus ojos
que enturbió la desventura,
y a tus pies caer de hinojos
adorando tu amargura.
Para alegrar tus dolores
tus altares adornaron,
y al verte tristes las flores
de pena se marchitaron.
Desmayó del sol la lumbre,
reinó un silencio profundo,
e insólita pesadumbre
se extendió por todo el mundo;
Y las notas de mi lira
que hasta tu altar ascendieron,
en tu boca que suspira
temblorosas se escondieron.
…….
Madre de inmensa piedad,
a quien con el alma adoro,
Virgen de la Soledad,
¡yo también contigo lloro!
Luisa García
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