Padre Santo, Dios y Señor nuestro

Padre Santo, Dios y Señor nuestro

Te damos las gracias y te bendecimos,
Padre santo, Dios y Señor nuestro,
porque te manifiestas
a través de multitud de signos y señales
y nos haces percibir las vibraciones
de tu constante presencia cálida y cercana.
Sabemos que eres la abundancia de amor,
la plenitud del bien,
que no quieres ser ningún juez que imparta justicia,
que nos premie y castigue,
sino el Dios bueno que perdona por anticipado
y se hace llamar Padre y Madre.
Eres un Dios familiar y amigo,
comprometido con tu creación entera.
Te agradecemos que nos quieras incondicionalmente,
tales como somos, que no te importen nuestros defectos,
ni nuestras debilidades.
Significas nuestra liberación,
ahuyentas nuestra tristeza y desasosiego,
estar junto a Ti nos mueve a vivir en esperanza,
en permanente alegría y fiesta.
Tú pones, Señor, un cántico nuevo en nuestra boca,
que entonamos en tu honor, agradecidos y alegres.

Santo y bueno eres, en verdad, Padre nuestro.
Quieres que sigamos las huellas de tu Mesías, tu enviado.
Jesús pasó por este mundo haciendo el bien,
sirviendo, ayudando,
desviviéndose por cuantos se le acercaban,
comunicando su paz y felicidad interior,
contagiándoles de su alegría,
convirtiendo en fiesta la vida vivida en su compañía.
Supo ser buen amigo,
supo convivir con toda clase de gente,
aunque su debilidad fueron los pobres y enfermos,
los marginados de la sociedad,
cuantos sufrían cualquier tipo de injusticia,
los que más le necesitaban.
El ejemplo de Jesús nos compromete
y no nos valen excusas
porque ya sabemos lo que tenemos que hacer.
Jesús nos invita de nuevo a seguir sus pasos.

Que el recuerdo de la vida terrena de tu hijo amado,
nos mueva a hacer realidad tu proyecto del Reino.
Envía tu espíritu de amor y generosidad
sobre toda la humanidad.
Por suerte, no limitas tu gracia y tu fuerza
a ningún grupo en particular,
sabes que la tarea de hacer un mundo mejor
es tarea que nos importa a todos,
que requiere la solidaridad
de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Pero te pedimos, de modo especial,
por nuestra Iglesia y nuestra jerarquía,
para que sea motor y no rémora
para la transformación del mundo,
para que nunca seamos motivo de escándalo,
que sepamos huir de lujos y grandezas
y demos ejemplo de sencillez y austeridad.
Te damos las gracias porque ya viven felices en tu seno
nuestros familiares y amigos difuntos.
Por Jesús, nuestro hermano mayor, tu hijo primogénito,
atendiendo a su llamada y en su compañía,
queremos bendecirte, Padre santo,
ahora y por toda la eternidad.
AMÉN.

Rafael Calvo