Virgen de la Cuevita, Gran Canaria (pregón de 1967)

La fiesta principal de la Virgen de la Cuevita se celebra el último domingo del mes de agosto en la localidad de Artenara (Gran Canaria). Recogemos este magnífico pregón leído hace cincuenta años, toda una prueba viva de devoción a esta advocación mariana en la isla.

Sólo el gran amor a Gran Canaria, sencillamente el sentir con la más sincera devoción cuanto con lo nuestro se relaciona, me hace ir de uno al otro punto del ámbito isleño y, enhebrado en tal actitud, la cordialidad y el excesivo optimismo de los organizadores de actos y fiestas me hacen pregonero, cosa que acepto sabiendo mis pocos méritos para tal empresa, pero no eludiendo nunca mi participación entusiástica por todo lo canario… Y canaria, canarísima es esta fiesta de la Virgen de la Cuevita de la que brevemente vernos a tratar ahora, aquí.

Y queriendo decir algo original para corresponder a la atención amable de todos ustedes, vamos a anotar algo curioso y significativo en la geografía marina de nuestra isla y es que en la Costa veneramos a la Virgen bajo la advocación de La Luz; en las Medianías y con proyección incluso al mundo entero donde exista un canario o descendiente de canarios, está la Virgen del Pino, y en las Cumbres, tenemos la devoción de la Virgen de la Cuevita, y así se unen la luz, el árbol y la piedra más noblemente labrada para sede y peana del grancanario por la Virgen.

Y, con ellas y fieles al dogma y la hispanidad esas otras devociones igualmente profundas, antiguas y definidoras, tal el Rosario en Agüimes; de la Antigua, en la Catedral; de las Nieves, en Agaete; de Guadalupe, en Juan Grande; del Carmen en multitud de lugares, y además de otras no falta en este mapa espiritual los impactos de Lourdes y Fátima.

Así, pues, hemos visto que en la Luz, en el Árbol y en la vivienda rupestre, el alma canaria, siguiendo casi el poema de la Creación, ha ido logrando una fervorosa manifestación del amor a la Virgen, uniendo lo humano, lo terreno, con lo divino, con lo espiritual… y más aún, en cada uno de estos cultos y estas fiestas se cumple asimismo esa verdad de la psicología y de la geografía, que hacen a los hombres de una forma según el ambiente, el medio, en que viven y se cumple esa espiritualidad en nuestras tierras altas, de tal forma que en ninguna otra aérea geográfica de las islas de dan tantas vocaciones religiosas como en la que tiene su eje en esta Virgen de la Cuevita de Artenara, pues, entre este pueblo y los vecinos, tal Juncalillo, la proporción de religiosos y religiosas sobre los demás lugares de la provincia es astronómica. Y sí la geografía mezclada con la psicología define este afán, esta necesidad espiritual del hombre, no cabe duda que el fervor por la Virgen de la Cuevita es razón igualmente poderosa y definitiva.

Ya vamos viendo como esta fiesta, esta devoción por la Virgen de la Cuevita, nos señala estas originalidades de las devociones marianas de Gran Canaria (la luz, el árbol, la cueva); y, además, como aquí se cumple con la filosofía de la existencia, pasando a la Cumbre de la esencia. Y hay más aún por decir y afincar en esta fiesta de la Virgen de la Cuevita y es que según en lo religioso fue el propio Jesucristo quien eligió la Montaña para decir el Sermón más hermoso que conoce la Humanidad y otro monte para allí, con los brazos abiertos al perdón, impartir la redención del género humano, ocurre también que a los grandes hombres les gusta hacer su mejor página en las alturas, y así Napoleón, como Aníbal o César pasan los Alpes y allí sienten su grandeza inmortal… Y también la isla, siguiendo la verdad de ser continente en miniatura, busca en sus alturas supremas expresiones, y es un día en Ansite donde se proclama el heroísmo del aborigen y su noble pacto con entrada en la civilización cristiana y es, en este otro monte de Artenara, donde con la arquitectura más emotivamente elocuente hace la ermita más original, hermosa y simbólica de la Gran Canaria.

Todas estas razones profundas, sinceras, antiguas, eternas, justifican el fervor de siempre por la Virgen de la Cuevita y el que, año tras año, a esta fiesta se le imprima un carácter canarísimo, y entidades, actividades y agrupaciones, en especial el folklore, pongan bajo Ella el patronazgo.

Y así, en estas fiestas de Artenara, los que tenemos la fortuna de conocerlas y vivirlas tenemos, para siempre en el alma multitud de cuadros inolvidables, en especial esa procesión nocturna, cuando la Virgen regresa a su Cueva, acompañada del pueblo que enciende hogueras a lo largo del camino; que canta sus rezos en la noche y entonces, allí, en nuestras cumbres sentimos algo supremo que está por encima de las palabras, de las tierras y de las cosas, dialogando con los astros, teniendo en la lírica caligrafía de las estrellas y en el aire alto y limpio esa verdad de lo eterno, de lo sencillo, de lo auténticamente bello…

Un gran poeta dijo que la historia de la humanidad se ha hecho de cumbre en cumbre y en cada cumbre una cruz; pues bien, en la Gran Canaria, en la entrañable historia de nuestro amor a la Virgen también lo hacemos (además de la Luz o del Pino, como ya señalamos), en la Cumbre… y en esta cumbre nuestra, en esta cruz ponemos como nacimiento en esta Cuevita con esta Virgen y este Niño que emociona las almas; que a todo el que la conoce imanta para siempre, y que llama ya a su fiesta —una fiesta distinta, muy nuestra: canarísima— y a la que este pregonero señala como acto que una vez vivido nunca se olvida y se tiene muy dentro del alma, con esa verdad profunda de lo auténtico, de lo nuestro, de lo inmortal.

Y así, con la sencillez y la noble tradición de unos actos inigualables invitamos a la fiesta de la Virgen de la Cuevita, donde la Gran Canaria en su cumbre inscribe un mensaje sincero y sencillo de amor a la Virgen, y es por este amor que sentimos, la razón única por la que nos ha correspondido este año el pregón de estas fiestas tan magníficamente cantadas otras veces, fiestas en un marco donde el hombre y la tierra canaria se unen para lograr esa expresión que allí se siente, se vive y está más allá de las palabras.

Con Artenara, frente al Bentayga y al Nublo, el corazón mas verdadero de la Gran Canana, con eterno lenguaje de piedra y estrella, cueva y Virgen, ahora en fiestas.

Luis Jorge Ramírez. Pregón de las fiestas de la Virgen de la Cuevita (1967). Del folleto de las fiestas.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.