Soledad del hombre

Soledad del hombre

Como es sólo mía mi vida
que no reviviré jamás
así mi muerte que no olvida;
mía es mi muerte nada más.

Y lo demás es sombra y nada,
y lo demás es vanidad.
Cada día con su mirada
me rodea la soledad.

Cada día la noche oscura
de mi dolor renace en mí.
Sangra mi pecho su amargura
como Cristo en Getsemaní.

Yo sólo cada nuevo día
me quemo y sufro mi pasión.
Yo muero con la muerte mía
cuando me muera sin remisión.

Yo sólo mi agonía siento,
sólo sufro con mi sufrir.
Y lo demás es sólo viento
y es todo viento ante el morir.

Va creciendo la muerte mía
en el tiempo su claridad.
Todo lo pierdo, y día a día
me rodea la soledad.

Cae la noche sobre mi frente
igual que viento en un ciprés.
Muda ceniza solamente
en la sombra huellan mis pies.

El largo río del tiempo rueda
y en él naufragan vida y amor,
hasta que al fin nada queda
sino sólo un hondo clamor,

un inmenso clamor sin nombre
con todo el mar amargo en él,
tremenda angustia de ser hombre
y sentir en el alma hiel.

En un pan de tiniebla muerdo
desesperadamente ya,
pues veo que todo lo pierdo
y todo, todo se me va,

todo lo que más amo y quiero
y de mi vida es sólo la razón.
Cuando ella muere con ello muero,
y es ceniza mi corazón.

Muerto camino con una herida
por lo que amé y se fue de mi.
Ya por costumbre vivo la vida,
pero hace tiempo que morí.

         Armando Rojo León