Escribía «pensil» y «abril»

Escribía «pensil» y «abril»

Escribía «pensil» y «abril» … Tenía
un verbo tan florido, que tañía
rosas y lirios cuando nos decía
los versos trascendentes que solía.

Era la más fragante letanía
que pudo oler el mundo. Repetía
inmensamente el nombre de María.
«María, flor de Dios, rosa del día

y lirio de la noche, madre mía.»
Murió en olor de santidad. Había
un rosal en su celda. La agonía

le deshojó como una flor. Hacía
meses -años tal vez- que no comía.
Del olor del rosal se mantenía.

     Juan José Domenchina