Sutileza (Cosas de Fray Martín de Porres)

enfermero 001

Un novicio cierto día
en la epidemia pasada
nadando en sudor estaba
que en su fiebre producía;
presa de sordo dolor
dando vueltas en la cama
con voz apagada clama
que venga el Siervo de Dios.

Las puertas están cerradas
pues con grande precaución
se cuida el Padre Lisón
de que queden bien candadas;
sin embargo ante el novicio
se presenta el Santo Hermano
con una muda en la mano
dispuesto a hacerle un servicio.

En una manta arropado
sienta al niño ante un brasero
donde arde un haz de romero
de perfumes saturado.

Ante aquel tenue calor
el muchacho cobra vida
y a su humanidad rendida
vuelve de nuevo el vigor.

Fray Martín toda la ropa
y el gran colchón ha secado
que de sudor empapado
estaba como una sopa;
con cariño al pequeñuelo
le coloca una camisa
nueva y limpia y muy aprisa
lo entra en la cama de nuevo.

El novicio jovencillo
pregunta un poco asustado:
– Oiga, ¿pero cómo ha entrado?
– Silencio, dice al chiquillo.

Y luego puesto a su lado
acaricia su mejilla
donde ya la salud brilla
pues la fiebre se ha nublado.
– ¿Moriré?

Fray Martín, dice de nuevo,
– ¿Quieres morirte?
¿Es que acaso quieres irte
tan pronto a vivir al Cielo?
No morirás, pobrecito,
tu serás un gran talento,
una gloria del Convento.

Y ahora, a dormir un poquito.
Duerme el niño sosegado
y a la mañana siguiente
con aspecto sonriente
recuerda lo que ha pasado.

Fr. A. G.
(Fragmento de «Los Hermanos de Fray Martín», representación escénica de la vida del Beato Martín de Porres)

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