Los comentarios del Padre Heraclio

Los comentarios del Padre Heraclio

El Padre Heraclio Quintana nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1930. Estudia en el Seminario Diocesano y en la Universidad Pontificia de Comillas (Santander). Ya de regreso a Gran Canaria, es ordenado sacerdote por Monseñor Pildain el 21 de septiembre de 1957. Su sacerdocio ha estado vinculado como profesor y a la radio, primero en Radio Catedral (1958-1966) y posteriormente en Radio Popular. El obispo Pildain le encargó, en 1958, la dirección de la emisora Radio Catedral donde ejerció de director, redactor y técnico de control. Años después, en sus colaboraciones con Radio Popular de Las Palmas realizó sus conocido y precioso «comentarios del Padre Heraclio» que se emitía diariamente a primera hora de la mañana y reflejados, algunos de ellos, en un libro publicado posteriormente bajo el mismo título. Su bonita sintonía de comienzo -J. S. Bach: Bourree (from Suite in E-minor for Lute, BWV 996)- era la mejor de las melodías para un buen despertar. Luego, su comentario del día y una reflexión. Una píldora de fe cuyos efectos permanecían durante horas o acaso durante todo el día en nuestros pensamientos -los de sus muchos oyentes-; y en mi corazón, por aquel entonces, de niño ensoñador.

Asimismo, destacar su cargo de canónigo Organista y Maestro de Capilla de la Catedral de Santa Ana, que sacó en oposición en el año 1963. Junto a la actividad en la enseñanza, la musical y la radiofónica, también fue Secretario del Cabildo Catedral y párroco de San Roque de Las Palmas donde dio muestras de una gran generosidad, acercándose a las personas necesitadas para darles consuelo y socorriendo a los más pobres. Un hombre bueno y de trato cordial con una vida plenamente dedicada a su diócesis.

Vivir la vida

Cuando se dice que la vida hay que vivirla, todos entendemos que la vida es corta y que hay que aprovecharla. Vivir la vida es exprimirla como un limón, sacándole todo lo bueno que ella ofrece. Y algo bueno debe de ofrecer cuando tan apegados estamos todos a la vida, a pesar de los dolores y las enfermedades. Cuando muere un joven, ¿no lo consideramos todos una fatalidad? ¡Empezando a vivir! ¡Sin haber disfrutado de la vida! Una desgracia.

Pero, ¿qué se entiende de ordinario por «vivir la vida»? ¿Subir a las montañas a respirar el aire puro de la altura? ¿Nadar como un pez, correr como una liebre, cantar como un pájaro, leerse un libro cada día y estar enamorado?

Mucho me temo que no. De ordinario, vivir la vida es algo que no tiene que ver con el deporte, ni con el arte, ni con el amor. Es simplemente gastarse lo que se tiene y lo que no se tiene en irse de juerga por ahí, tabaco, drogas, alcohol, amiguitas y amigotes, hasta venir a parar al hospital.

Pobre vida. ¿Esas son las satisfacciones de la vida que hay que aprovechar cuanto antes, por si acaso?

Son muchos, por desgracia, y no sólo jóvenes, los que viven así y no saben vivir de otra manera. Lo curioso es que otros los miran con cierta envidia mal disimulada y comentan: ¡Eso es saber vivir!

Pues, no. Los que viven así no han encontrado aún su propia vida, la que les pertenece, la que en realidad buscan en todo eso con tan pobres resultados. Ya lo dice Jesús: «El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por Mí, la encontrará» (Mt. 10, 39). Hay que saber perder para ganar. Si un aparato está construido para que funcione con corriente de 110, no le pongamos corriente de 220. Es que yo quiero que vaya más deprisa … Bueno, al principio irá más deprisa el aparato, pero luego empezará a echar humo y se te quemará. No ha vivido su vida. Esto lo entendemos todos y nos cuidamos muy bien de leer primero el folleto de instrucciones antes de poner en marcha el aparato. Porque en aquellas instrucciones está la garantía. Pero nadie parece preocuparse de atender a su propia maquinaria, a su cuerpo y a su alma y darles lo que exigen por naturaleza. Nuestros pulmones exigen el oxígeno más puro y les damos nicotina. El alcohol destroza nuestro hígado y seguimos bebiendo hasta ver lagartos en las paredes de nuestra habitación. Y hechos para el amor, los hombres prefieren la fornicación. Buscando la vida, la pierden por completo.

Sólo el que sabe perder, el que atiende a su conciencia iluminada por la palabra de Dios -autor de nuestro ser-, sabrá lo que es vivir.

Padre Heraclio Quintana

Nota: Próximamente verá la luz un libro homenaje titulado “Heraclio Quintana Sánchez. Perfiles y Comentarios», editado por el cronista oficial de Artenara y un grupo de amigos y antiguos alumnos con el fin de dedicar un emotivo y merecido reconocimiento al Padre Heraclio.

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