Juan Vázquez de Parra, cariñosamente llamado Juancho, era un muchacho español que trabajó con Martín en sus obras de caridad durante varios años; confidente de Fray Martín, fue testigo de su bondad incansable, de su penitencia, su ángel de caridad y alter ego del santo para muchos menesteres. Para Fray Martín era como un hijo al que siempre inculcó a amar a Dios sobre todas las cosas.
Desde aquel instante, Juan Vázquez de la Parra se vería envuelto por el torbellino glorioso de la santidad, ya que fray Martín, compadecido de él, lo instaló en su propia celda con el deseo de ocupar el puesto del padre difunto.
Es curioso, y poco conocido de los que no ahondaron en la vida del santo, este desfile del paternal amor que le uniría hasta más allá de la muerte con el muchacho jerezano al que quiso como a un hijo y al que siempre llamó Juancho.
Juancho, aturdido, deslumbrado fue testigo de los más grandes prodigios. Los resplandores celestiales que iluminaban la celda, las curaciones milagrosas, las siembras crecidas en poco días y las fuerzas de la Naturaleza desatadas en los seísmos y obedientes a la voz de fray Martín, fueron, entre otros muchos sucesos sobrenaturales, motivo de su asombro…
Artículo publicado en el periódico ABC el 29 de Mayo de 1968, “Juancho y el Santo Mulato”. Click aquí para leerlo completo (si deseas leer el texto con una mejor resolución o conservarlo pica a continuación en “Descargar esta página en PDF”)
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