Madre Teresa Titos Garzón, O.P.

Madre Teresa Titos Garzón, O.P.

“Dejadme morir en la cruz. Qué locos somos si no somos santos. Aprovechaos, hijas y no desperdiciéis el tiempo” (Teresa Titos)

Teresa de Jesús Titos Garzón nació en Granada (España), el 4 de enero de 1852. Sus padres fueron Fernando Titos e Isidora Garzón. Tenía cinco hermanos, tres de los cuales también llegaron a ser religiosos. Vivió su infancia en el conocido barrio del Realejo. Desde muy joven sintió una profunda inclinación espiritual, con gran predilección hacia los más pobres. La describen como graciosa, sencilla, de corazón noble, sin dobleces, generosa para dar y perdonar, franca, compasiva, humilde y alegre. Ingresó como religiosa con 20 años, el de 2 de julio de 1872, y once años después fue elegida superiora del Beaterio de Santo Domingo de Granada. En 1907 fundó la Congregación de Santo Domingo, para la educación y enseñanza de niñas con pocos recursos, que hoy en día, se encuentra extendida por países de América Latina (Venezuela, Colombia y Cuba), África (Congo, Camerún), Europa del Este (Ucrania), Asia (Tailandia) y España. Murió el 14 de febrero de 1915. Sus restos mortales descansan en la casa Madre de la Congregación, en Granada, a los pies del altar de la capilla. Actualmente su causa se encuentra en el proceso diocesano de beatificación.

Oración

–para uso privado–

Dios y Padre nuestro. Que nos has mostrado tu amor y tu misericordia en tu sierva Teresa Titos. Ella nos ha dado ejemplo de acogida a tu Palabra y de audacia evangélica en la construcción de tu Reino. Por los méritos de Jesús y María, glorifica ante tu Iglesia a tu hija Teresa, concediéndonos las gracias que te pedimos por su intercesión… y venerarla pronto entre tus Santos, para Gloria Tuya y estímulo nuestro. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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Video conmemorativo 100 años Madre Teresa Titos Garzón

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Frase Madre Teresa

La Madre Teresa Titos en 12 frases

Congregación de Santo Domingo 

Satoko (María Isabel) Kitahara, el ángel de la ciudad de las hormigas

Satoko Kitahara

Venerable Sierva de Dios Satoko Kitahara (Foto: Ann Maria Clara/Wikimedia Commons)

Satoko Kitahara nace el 22 de agosto de 1929 en Tokio, en el seno de una familia aristocrática y de tradición sintoísta. Crecida en Japón antes de la guerra, inició los estudios universitarios al final de la misma en de una sociedad que atravesaba grandes cambios.
Casualmente conoce la religión cristiana y es enormemente influenciada por algunos religiosos; hace la catequesis y se bautiza a los 20 años con el nombre de Isabel, añadiendo el de María en la Confirmación. Por influencia de fr. Zeno Żebrowski (compañero de San Maximiliano Kolbe en Japón), que tras la guerra se consagra al servicio de los que no tenían para vivir, Isabel María dedicará cada vez más su vida a los necesitados, en particular a los niños de los traperos de la “Ciudad de las hormigas” (Arinomachi). Viviendo en medio de ellos y llevando la misma vida, se fue debilitando a causa de la tisis, hasta ofrecer su vida para que la ciudad se reconstruyera en un medio más sano; así murió, a los 28 años y 5 meses, el 23 de enero de 1958.
La historia de Isabel María ha conmovido a generaciones de cristianos de Japón y del mundo entero, demostrando la calidad de su conversión, que la llevó a compartir la vida con los últimos. Su historia ha dado origen en Japón a un musical que ha dado la vuelta al mundo.
Tras el consenso del Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos, obtenido el 12 de junio último, y el actual de los Cardenales y Obispos, falta sólo la aprobación del Papa Francisco para que Isabel sea declarada “Venerable”. Tras un eventual milagro por su intercesión podría ser declarada beata. Isabel María Satoko Kitahara es la primera Sierva de Dios japonesa de la que se ha reconocido la heroicidad de sus virtudes; hasta ahora, todos los demás beatos y santos, han sido reconocidos por mártires.

Kitahara “Venerable”
La tarde del 22 de enero de 2015, el Santo Padre Francisco, en la audiencia privada al Excmo Card. Angelo Amato, S.D.B., Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santo, autorizó a la misma la promulgación del decreto relativo a las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Isabel María Satoko Kitahara, seglar; nacida en Tokio (Japón) el 22 de agosto de 1929, y muerta allí el 23 de enero de 1958. Le espera, pues, el título de “Venerable”.

Fr. Angelo Paleri
Postulador general

Satoko Kitahara

“Junto con ese rosario, pongo en manos del Señor mi vida, esa vida que he recibido de Él en depósito″.

La sonrisa de Dios en la Ciudad de las Hormigas de Tokio (Vida de Isabel María Satoko Kitahara). Padre Ángel Peña, O.A.R.

Sierva de Dios Isabel Leseur, laica dominica (150 aniversario de su nacimiento)

Isabel Leseur

Dios mío, a tus pies deposito mi carga, mis dolores, mis tristezas, mis sacrificios. Transforma todas mis pruebas en gozo y santidad, en beneficios y gracias para mis hermanos (Isabel Leseur)

Escasos días atrás se ha conmemorado una efemérides: el 150 aniversario del nacimiento de Isabel Leseur. Mujer de espíritu sensible a Dios y de exquisita formación cultural, desde muy joven dio muestras de una gran religiosidad. Al casarse tomó el apellido de su marido Félix Leseur, un hombre de convicción atea que llegaría a convertirse en sacerdote católico (fray Marie-Albert Leseur, de los Hermanos Predicadores). Es la historia de un matrimonio con una gran vivencia cristiana (del calvario a la esperanza) y un milagro de amor conyugal. A continuación, mostramos un interesante texto de Fr. Carlos Amado que refleja perfectamente el semblante espiritual de Isabel:

Parisina de origen, – allí nació el 16 de octubre de 1866, y allí también murió el 3 de mayo de 1914 –, Isabel Leseur es una de las figuras más preclaras de la espiritualidad laical dominicana de principios del XX. Nacida en el seno de una familia profundamente religiosa, la formada por Antoine Arrighi y Gatienne Marie Picard, recibió desde su niñez una profunda y esmerada formación religiosa y humana por parte de su madre. En 1889 tomó el apellido de su esposo Félix Leseur, convirtiéndose ya para siempre en Isabel Leseur, la inolvidable “Babeth”, que en tal manera influyó en su inmediato entorno, que es posible descubrir la intensa actualidad de su vida y sus escritos aún en el mundo de hoy.

La historia de Félix e Isabel, es la historia de la lucha de la gracia de Dios y la libertad humana. La gracia de Dios que, aceptada libremente por Isabel, la transforma y la convierte en la “hija predilecta” que asocia a la Pasión de Cristo, y desde su sufrimiento y soledad, envía a un apostolado silencioso y fecundo.

Gracia de Dios, que actúa también en Félix, a través de la dulce y perseverante acción apostólica de Isabel, rompiendo poco a poco la resistencia de un hombre que, imbuido de la mentalidad liberal de su tiempo, se siente seguro en medio de un agnosticismo recalcitrante y agresivo, que lo mismo hiere la delicadeza espiritual de Isabel, que intenta alejarla, si bien inútilmente, de sus convicciones religiosas, convirtiéndose en una de las razones del dolor más íntimo y de la soledad más profunda de su amada “Babeth”. El propio Félix relata las etapas de su transformación:

Ya he confesado antes cuánto me mortificaba y me irritaba el fracaso de mi desgraciada tentativa contra sus creencias, y con qué miserable afán, me empeñé cobardemente, en contradecir todas sus ideas religiosas. Mi actitud se modificó algo a partir del año 1908. Cuando la vi tan enferma, y enferma de una de esas afecciones hepáticas que generalmente producen gran hipocondría, impaciencia y tristeza, los cuales soportaba con gran ecuanimidad, me sentí conmovido viendo a esa alma tan dueña de sí misma y de su cuerpo; y, reconociendo que la fuente de donde sacaba ella una fortaleza tan grande, eran sus convicciones religiosas, dejé de atacarlas. En 1911, a raíz de su operación, mi extrañeza se convirtió en respeto, y, en 1912 con motivo de un viaje de Lourdes, en admiración.” (…) “Después de su muerte, en el instante en que todo parecía derrumbarse a mi alrededor, encontré el Testamento Espiritual que había escrito para mí, y por las indicaciones de su hermana, su Diario. (…) Sentí a Isabel, aparentemente desaparecida, venir por mí y dirigirme. (…) En la primavera de 1915 la evolución se terminaba; no me quedaba más que realizar el acto definitivo, reconciliarme con la Iglesia…”

Isabel Leseur murió de cáncer hepático el 3 de mayo de 1914.

El Diario de Isabel Leseur, no es un diario curioso de viajero, —pese a que relata también momentos de sus viajes por Europa y África—, ni un diario frívolo y superficial de dama de sociedad sin responsabilidades; es el Diario de una mujer que acepta el reto de ser cristiana, y como tal, acepta también el reto de la transformación interior que Dios obra en ella a través del Espíritu Santo, inserta siempre en la cotidianidad de sus deberes de estado.

Mujer casada, su Diario tiene la deliciosa frescura de una pluma que inmersa en el mundo que la rodea; contempla con un amor profundo a aquellos que le rodean, e intensamente enamorada de su esposo, busca por todos los medios su conversión, suspirando por el día en que ambos puedan compartir juntos el gozo de la fe.

La vena dominicana de su espiritualidad proviene de su profunda convicción de que para poder vivir su fe le es necesaria una seria formación, lo que la lleva a vivir entre la oración y el estudio, para poder “predicar” desde el silencio de su sufrimiento y de su soledad, con la dulzura de su trato y la solidez de sus convicciones. El “apostolado intelectual” se le presenta como una vocación específica:

“Apostolado intelectual. Acaso sea éste, de un modo particular, el que Dios exija de mí; me ha tratado como “hija privilegiada”, así se me ha dicho y estoy convencida de ello, El lo ha dispuesto y realizado todo en mí y alrededor de mí para prepararme a esta forma de apostolado”.

Apostolado que realiza de manera especial por medio de su extenso epistolario dirigido a los más diversos destinatarios, reunido en diversas colecciones, y un fecundo apostolado de consejo personal. Por otra parte, es innegable la influencia que en ella ejerce su Director Espiritual, a quien escucha atenta y obedece con gran fidelidad, y al que también edifica.

Las diversas etapas de su crecimiento espiritual, mismas que nos va narrando como de paso en su Diario y Pensamientos de cada día, nos la presentan al mismo tiempo como una gran maestra de vida espiritual, que escribe, “bajo el impulso de un sentimiento interior, la necesidad de expansionar, en secreto, los pensamientos o las emociones que llenaban su corazón (…) y como escribía para ella sola, esta conciencia se expansionaba ante Dios con toda sencillez, con toda libertad, sin ninguna preocupación ni en lo tocante al estilo, ni a la composición.

Escribía para ella, y sin embargo, sabe del bien que sus escritos pueden producir. “Mi querido esposo podrá leerlo después de mi muerte, y esto le explicará muchas cosas”, responderá a su hermana que la convence de no destruirlos.

Fr. Carlos Amado Luarca
Historia de la Espiritualidad en la Orden de Predicadores

Fuente (texto): gabitos.com

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Carta Espiritual: Elisabeth (Isabel) y Félix Leseur

Madre Teresa María de Jesús Ortega Pardo, priora dominica

Sierva de Dios Teresa María

I. SEMBLANZA BIOGRÁFICA

Su biógrafo y excelente escritor, L. Galmés la ha llamado «Resonancia de amor eucarístico». Esta y otras muchas frases le cuadran admirablemente porque pueden atribuírsele los más diversos títulos como «Ciclón eucarístico», «Volcán eucarístico», «Prodigio eucarístico», etcétera. Quienes tuvieron contacto directo con Teresa Ortega dan testimonio unánime de su amor y devoción por el Misterio Eucarístico. Manifiestan que quedaron profundamente impactados por su ardiente palabra cuando se refería al Sacramento del Amor.

Era ciertamente un corazón enamorado de Cristo Sacramentado. Sus escritos electrizan al lector lanzándolo a una vida de intimidad con Jesús oculto bajo las especies eucarísticas. Resulta siempre útil recordar los datos principales de su andadura terrena, que ofrecemos como una abreviada ficha biográfica.

Nació en Puente Caldelas, pueblecito de Pontevedra la Nochebuena del año 1917. Fueron sus padres José María Ortega Ijazo y Manuela Pardo Valdomar. Sangre aragonesa y gallega se mezclaron para formar la suya, mezcla armónica de reciedumbre y dulzura en difícil síntesis. En su tierra natal pasó los primeros años de su vida. Trasladados sus padres a Teruel, aquí le sorprende la Guerra Civil Española (1936-1939), sufriendo el terrible asedio en el Seminario, durante una heroica resistencia. Prisionera de las hordas revolucionarias comunistas fue llevada con todos los suyos a Segorbe y más tarde a la cárcel de Valencia.

Terminada la guerra cursa los estudios de Bachillerato en Valencia, durante los años 1940-42. Sigue estudios de Filosofía y Letras en las Facultades de Valencia y Zaragoza donde obtiene la Licenciatura el 13 de mayo de 1946. Finalizada su carrera se entrega por completo al apostolado, como Presidenta Diocesana de Acción Católica dejando una imborrable huella en diversos centros parroquiales y en el campo universitario además de su testimonio en el sector del mundo rural. Nombrada oficialmente Vocal de Propaganda de la Juventud Femenina de Acción Católica de la Archidiócesis de Zaragoza dio en este cargo toda su medida formando una generación de auténticas apóstoles.

Poseía extraordinarias cualidades humanas y sobre todo un temple inaccesible al desánimo. Por eso toda su actuación apostólica producía una impresión imborrable. Su actuación como formadora y propagandista produjo abundantísimo fruto en los miembros de la Acción Católica Femenina de diversas provincias españolas donde se desplazaba, siempre disponible cuando se le llamaba. Abnegada e incansable, ferviente y comunicativa sembró con generosidad la semilla fértil del Evangelio.

El 8 de diciembre decide «encerrar su impotencia en la Omnipotencia de Dios» según su propia expresión, ingresando en el Monasterio Jerónimo de Santa Paula de Sevilla. El 19 de octubre de 1957 fue trasladada al monasterio dominicano de «Madre de Dios» de Olmedo, con licencia de la Santa Sede, estando de acuerdo los superiores de ambas Órdenes en atención a la misión providencial que Dios marcaba para ella en dicho monasterio dominicano donde vivió con admirable fidelidad su vocación contemplativa.

Emite la Profesión solemne el 15 de septiembre de 1960. y el 23 de diciembre del mismo año fue postulada para su primer priorato viéndose confirmada para este cargo por la Santa Sede el 7 de febrero de 1961. A partir de esta designación fue sucesivamente reelegida como Priora y Madre de este Monasterio al que supo imprimir un ritmo vitalizante netamente contemplativo y dominicano. Como fruto ubérrimo de esta reforma —llamémosla así— van surgiendo nuevas fundaciones en Puerto Rico y Angola.

El 20 de agosto de 1972 muere santamente después de una octava intervención quirúrgica, como grano enterrado en el surco de la Iglesia. El testamento espiritual para todos sus monasterios constituye la síntesis de su edificante espíritu monástico: Silencio y Contemplación. Su fama de santidad comenzó pronto. El 29 de julio de 1999 el Sr. Arzobispo de Valladolid, D. José Delicado Baeza, ordenó que se abriera el Proceso sobre la vida, virtudes y fama de santidad de la Sierva de Dios Teresa María de Jesús Ortega, decretando la introducción de su Causa.

La apertura oficial del proceso de Canonización tuvo lugar el 14 de octubre de 1999, en su propio Monasterio de Olmedo, bajo la presidencia del Sr. Arzobispo Metropolitano. La clausura, presidida por el actual arzobispo, Exmo. Y Rvdmo. D. Braulio Rodríguez Plaza, tuvo lugar el 18 de julio. Las actas de este proceso ya han sido entregadas a la Congregación de la Causa de los Santos en Roma.

Estas breves singladuras de su itinerario histórico nos revelan la imagen de una egregia mujer de extraordinarios valores humanos y sobrenaturales. Quienes la conocieron y permanecieron muy cerca de ella nos la describen como una religiosa agraciada y simpática. Inteligentísima y superdotada. De una agilidad mental rápida y fina, que se manifestaba en las conversaciones de alto estilo. Sus escritos certifican que poseía una imaginación brillante y agudamente creativa. Poseía enorme facilidad para hablar y escribir. Sabía cincelar frases breves, densas de contenido.

Hacía gala de una voluntad de acero, incapaz de doblegarse ante ningún obstáculo y convertida en una fuente de energía muy exigente para consigo misma. Sus virtudes brillaron sobre todo en sus enfermedades, ya que seguía trabajando con la mayor normalidad como si no tuviese nada. Sensibilísima en todo, mostraba una exquisita delicadeza femenina. Alegre, positiva, optimista, abierta. Y muy sincera, ya que para ella la verdad constituía siempre un valor primario y fundamental. Por encima de todos los valores descritos emergía uno que con rasgos propios justifica lo que fue y lo que hizo Madre Teresa María. Fue, sin duda, la intervención divina, la gracia auxiliadora de Dios y su amor de predilección para con ella que supo corresponder con heroica generosidad.

El secreto de su vida monástica hay que buscarlo y encontrarlo en la Eucaristía. Vivió el misterio eucarístico apasionadamente y así se explica que pasara prácticamente noches enteras en adoración ante el sagrario a pesar de su frágil salud. Sabía por experiencia que en el Tabernáculo estaba la fuente «para cargarse de amor y poder derramar al Amor, repartiéndolo a los demás. Con Jesucristo vivo en la Eucaristía llegaría a los cinco continentes. Como Domingo de Guzmán, que no podía evitar las lágrimas cuando celebraba Misa, Sor Teresa María encontraba en la Eucaristía el entusiasmo apostólico y misionero que hizo de su Monasterio un semillero de fundaciones: Puerto Rico, Angola, Curagao, Taiwan, Argentina, Grecia, Camerún, Corea.

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II. TEXTOS ANTOLÓGICOS

Seleccionamos algunos que nos han parecido especialmente significativos renunciando, por exigencias de espacio, a otros muchos todos ellos reveladores de su gran personalidad monástica eucaristizada hasta un grado que solo Dios conoce.

  1. La Eucaristía nos convierte en una transparencia de Dios.

Mírale a los ojos y mira a ver a qué sabe Dios en la Eucaristía, y apóyate en Él sin miedo porque el que se apoya en el pecho de Dios es teólogo. Y aprovecha para arrancarle virtudes teologales y sus misterios. Dios te dirá sus secretos. Aprovecha tú el misterio de la Eucaristía para hacerte con la sabiduría de Dios, con esos secretos eternos de Dios, que son tuyos y de los demás.

  1. La Misa misterio de la Iglesia.

La Misa es la Iglesia en plenitud y en desarrollo de toda su jurisdicción. Nunca podrá hacer la Iglesia una cosa más grande que ésta. Esto es mucho más perfecto que el misterio de la resurrección de Lázaro, sin comparación. No hay milagro que se compare a éste. El momento de la transubstanciación es esa hora en que se produce el fíat creador en que un sacerdote con poderes de Dios, con poderes de Cristo realiza el más maravilloso de los milagros. Esa hora por la misericordia infinita de Dios nos la regala El todos los días.

  1. Gracias por la Eucaristía de cada día.

Gracias por mi Eucaristía de todos los días. Gracias por mi comunión de todos los días. Gracias porque al darme todo ese misterio de gracia, yo no entiendo nada de lo que me das. Gracias por ese misterio profundamente desconocido, del que no se nada, no conozco nada. No son lo sentidos los que me hablan de la Eucaristía, no es lo que yo veo, lo que yo toco. Es lo que yo creo. Es el Misterio de la Fe. Gracias por la Gracia de las gracias: el centro de las gracias es un Dios que vive en nosotros.

  1. Soñar con el Sagrario, sedientos del Pan divino.

Dame unos ojos nuevos, los tuyos mi Dios, para profundizar en Belén, en Nazaret, en el Gólgota, en el Pan. Dame hambre, dame sed para que me acerque a este Pan que exige hambrientos. Soñar con el Sagrario, soñar con la comunión de cada mañana, soñar con el trigo limpio de mi Dios hecho Pan. Ir como loco en busca de mi tesoro. Buscarle como le buscaba María en la mañana de la Resurrección. Comerle con hambre y preparar el alma para volverá tener hambre de nuevo. Fundirme con la Hostia de nuestras misas y ser una hostia viva que se de y se reparta para que todos coman (…) Ten sed de Eucaristía, ten sed de mirarle a los ojos.

  1. Oír los latidos del Corazón de Cristo Sacramentado.

Oiríamos los latidos del Corazón de Cristo si nos acercásemos a los secretos profundos de nuestros Sagrarios. El ejemplo vivo y la fuerza misteriosa que nos sostiene y empuja la tenemos en el secreto de Dios-Hostia. Ahí reside la fuerza de nuestra entrega y la de nuestra perseverancia. Ahí espera, ahí me espera. Ahí me cita en la noche interminable de su anonadamiento infinito. Ahí me espera sin cansarse de llamarme, y ahí me espera para dar fuerza a mi esperanza, para dar alivio a mi sequía y para ayudar mis impotencias.

  1. La Eucaristía enseña a ser grano de trigo.

Me impresionó siempre la Eucaristía. Ahora un poquito más que siempre. Debe ser que toda mi vida se ha forjado al calor de la Eucaristía. El Sagrario explica todo lo que soy, lo que tengo. Grano de trigo: i Que misterio encierra tu muerte, tu caída en el surco. Cuéntame tus secretos de destrucción, o no, mejor que calles, que te ignores, que no sepas hablar de ti, pensar en ti. Grano de trigo: calla, silénciate en el surco para siempre.

  1. La Misa, hecha vida.

No hay más que una Misa, una Hostia, un Sacerdote, un Ofertorio. Y esa Misa es mía por derecho propio en la actual economía de la gracia, pero ello encierra unas exigencias exhaustivas de expropiación total. En esa Hostia santa no está solo Cristo-Cabeza, sino el Cristo total con todo su peso, con toda su fuerza. Nuestra vida, Señor, es tu Vida. Nuestra vida es nuestra consagración, es tu Consagración.

  1. María en el Misterio de la Eucaristía.

Ella hará tu vida. Es la era de donde salió el grano. Acércate a la era, y te dará a comer el trigo de Jesús y ya no tendrás hambre. La Eucaristía sabe a Vida Eterna y sabe a María, porque la carne que se nos da en la Eucaristía es carne tomada de María. La Eucaristía sabe a María, sabe a Madre, sabe a eternidad, a Vida Eterna.

Además de los textos antológicos citados podríamos aducir numerosos testimonios escritos que iluminan poderosamente la personalidad intensamente eucarística de la eximia contemplativa de Olmedo. Sean suficientes los que hemos presentado. Si los meditamos y los asimilamos conseguiremos consolidar, más y mejor, nuestra piedad eucarística adoradora y reparadora. Quiera el Señor concedernos como a ella la gracia de que nuestra vida cristiana se alimente y se abrase en la Eucaristía.

Andrés Molina Prieto, Pbro. (“La revista del Santuario”, nº21, 2006)

Enlace recomendado: 

Sierva de Dios Teresa María Ortega Pardo, O.P.: una resonancia de amor eucarístico

Guillermo Rovirosa, el apóstol del mundo obrero: 30 máximas

Guillermo Rovirosa

ROVIROSA. Entusiasta

“Cualquiera que se haya aproximado a la trayectoria vital de este hombre queda impresionado por la actualidad de sus vivencias y de sus planteamientos. Ciertamente, Guillermo Rovirosa es un referente de cristiano laico y apóstol involucrado en la realidad social de nuestro tiempo, con un amor entrañablemente agradecido a la Iglesia y lúcidamente crítico con las deformaciones de la vida cristiana (empezando por las propias) que son un obstáculo a la evangelización. Buscador leal de la verdad, será comprendido por todo aquel que hoy lo busca. Converso a la fe en Jesús, ayudará al creyente a redescubrir el tesoro que se nos ha regalado, a agradecerlo y compartirlo. Encarnado en la realidad obrera, nos enseña a no evadirnos irresponsablemente, sino a asumir el conflicto social y ahí mismo encontrar a Cristo, seguirlo y darlo a conocer. La sabiduría que transmiten sus escritos es fruto de una experiencia de vida construida con fidelidad apasionada a Cristo y un gran amor a sus hermanos, los más pequeños”.

Alfonso Gil Montalbo, en Revista Ecclesia, nº 3162, agosto de 2003

Guillermo Rovirosa Albet, sindicalista cristiano y primer promotor y alma de la HOC (Hermandad Obrera de Acción Católica), nació en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) el 4 de agosto de 1897 en el seno de una familia religiosa, de valores tradicionales. Hombre de gran capacidad intelectual, fue un buscador (entusiasta) de la verdad en todos los órdenes de la vida. Junto al sacerdote Tomás Malagón dio auténtica vida a la HOC, una asociación seglar que pretendía acercar la religión al mundo obrero más pobre. Murió el 27 de febrero de 1964. En octubre de 2001, la Comisión General de la HOC acuerda solicitar la iniciación del proceso de canonización ante el Arzobispado de Madrid. Tras los pasos previos y necesarios para tal fin, tuvo lugar el acto de apertura de dicho proceso el 8 de julio de 2003. Recientemente, en marzo de 2016, se ha clausurado la fase diocesana de la Causa de canonización del Siervo de Dios Guillermo Rovirosa.

En sus escritos y publicaciones evidencia una gran preocupación por los obreros con menos recursos y denuncia la opresión a la que son sometidos. En los albores de la industrialización de España muchas familias (principalmente proletarias) llevaban una vida sacrificada sobremanera y en condiciones desfavorables e injustas. Pero especialmente, unida a esta inquietud social, Rovirosa mostró un gran amor por Jesucristo, que lo será todo en su vida: por estos hombres tan humildes  y entregados continúa Jesucristo su redención.

Sus pensamientos, apasionados y con un profundo espíritu religioso, nos llevan a interesantes reflexiones sobre la vida misma, las relaciones propias entre los hombres y la relación entre Dios y el hombre:

1⋅ “Jesucristo nos manda una sola cosa: amarnos. Cuando se ama ya no hacen falta mandamientos, pues el amor lo supera todo”.

2. “Jesucristo, como verdadero Dios, nos reveló ciertas intimidades de la divinidad, que los hombres por medios naturales jamás hubieran podido llegar a descubrir, y que en su esencia constituyen lo que llamamos: El Credo”.

3. “Dios nos dio:

1º.- Una LUZ, en su Mandamiento Nuevo.

2º.- Una MEDICINA, en la Gracia.

3º.- Una FORTALEZA, con los Sacramentos.

Todo ello formando un TODO que puede expresarse con la palabra: COMUNIÓN”.

4. “La COMUNIÓN preside las relaciones de las tres divinas Personas de la Trinidad Beatísima, y por esta COMUNIÓN podemos decir que Dios es Amor, y porque es Amor es COMUNIÓN. Para poder transportar esta COMUNIÓN (que de Tres hace Uno) desde el Cielo a la tierra, Dios se hizo hombre y entró en COMUNIÓN con la naturaleza humana, para que por Cristo los hombres pudiéramos entrar en COMUNIÓN unos con otros y con Dios. COMUNIÓN de Amor, pues únicamente el Amor puede hacer de varias personas una sola”.

5. “Jesucristo, por ser Dios, y por tanto infinito, dio su Vida, su Pasión y su Muerte por cada uno de los hombres. De manera que a mí no me corresponde una partecita de su Vida, su Pasión y su Muerte, sino que me corresponde TODA. Y cada hombre puede decir lo mismo”.

6. “En el orden individual ser perfectos como es perfecto nuestro Padre que está en los cielos. En el orden colectivo, que todos seamos uno, como son Uno el Padre y el Hijo; esto es: con unidad substancial”.

7. “El lema Uno para todos, y Todos para uno todavía contiene algo de egoísmo, que puede expresarse así: Doy para que me den, y esto es perfecto para los que no conocen a Cristo. Pero el cristiano colabora con los demás para servir al mismo Cristo, que se hace presente en “el otro”. Entonces la colaboración toma una magnitud y una fuerza que la hacen invulnerable a cualquier tentación de desánimo o de deserción”.

8. “La gran paradoja del cristianismo, que ha desconcertado, que desconcierta, y que desconcertará siempre la razón humana, es, precisamente, la de vencer a la fuerza con la debilidad, al poder con la mansedumbre, y a las leyes con el amor”.

9. “El pobre cristiano es el que comunica sus propios bienes a otros que los necesitan, o los desean; y no consiste tanto en dar como en compartir. La fracción del pan es su símbolo perfecto. El “espíritu de Pobreza” manifiesta el Amor cristiano en el com-padecer (padecer con), y conduce necesariamente a anteponer las necesidades y los deseos de los que se ama a los propios deseos y a las propias necesidades”.

10. “El que comparte lo que tiene, cada vez se da cuenta de que tiene más cosas para compartir. Aparte de compartir lo que sea fruto de su propio trabajo y esfuerzo material, intelectual y sobrenatural (que es un esfuerzo inmensamente más productivo y fecundo que el de los que se esfuerzan y trabajan únicamente para sí, en trabajos forzados y agotadores) se encuentra con que puede compartir su alegría con los tristes, y la luz del sol con los de ojos turbios; el gozo de las Estaciones del año y la Eucaristía; el cielo y la tierra; una lágrima y una sonrisa; la salud y la enfermedad; el trabajo y el descanso;… toda la creación, y el mismo Creador, son suyos si los comparte con Espíritu sobrenatural de Pobreza”.

11. “Los que miran el Espíritu de Pobreza cristiano solamente como un desapego de todo lo creado, se quedan en el primer paso, y por esto están inmóviles. Entre el egoísta que lo quiere todo para sí (y lo somos casi todos) y el Pobre cristiano que todo lo quiere para los demás (en los que ve a Cristo), el primer paso es desapegarse del egoísmo y detestarlo. Pero esto no basta, ni siquiera sería posible progresar ordenadamente por este camino si no se acompañara de su aspecto positivo, que puede expresarse así: No para mí, sino para Cristo que lo necesita, o lo desea, en la persona de los “próximos”.

12. “La Humildad de Corazón de Cristo es un puro misterio. Misterio grandioso y sublime que ilumina con luz esplendorosa la marcha triunfal de los Santos de su Iglesia”.

13. “Si la Humildad de Cristo le condujo a asumir todos los pecados de la humanidad no fue porque viera en ello un fin, sino un medio necesario para manifestar su Amor a los hombres. Así, muchos hombres al sentirse amados de esta manera han abominado y abominan sus pecados y hacen penitencia, provocando la alegría de los Ángeles del Cielo y la Gloria del Padre, por J.C.N.S”.

14. “El cristiano con Espíritu de Humildad mira y recibe como don de Dios todo lo bueno, noble y santo que percibe en los demás, ya que todo ello Dios se lo pone en su camino para su propia perfección”.

15. “El humilde acepta y agradece todo lo bueno que ve en los suyos, como exigencia de Amor, viendo en todo ello destellos de la presencia de Cristo en los demás. Aún en los más perversos no deja de ver nunca algo aceptable, que pondera y exalta (en vez de recriminar y gruñir por “lo malo”), y por el amor de correspondencia que esta actitud suscita, hace que el perverso amengüe su perversidad”.

16. “Sabiendo que lo malo que hay en los hombres tiene su origen en la carencia de Amor, el Humilde prodiga su afecto precisamente a los más despreciados. En ellos ve a Cristo despreciado de todos que le pide Amor para salir de la abyección en que se halla. Poco importará que “el otro” no lo agradezca ni se dé cuenta; a la larga no tendrá más remedio que rendirse, lo cual no será su derrota sino su liberación. Y habrá merecido que en el Último Día el Señor le diga: Ven a mi derecha, porque estaba envilecido y hundido, y con tu amor me levantaste y dignificaste”.

17. “El compartir lo nuestro con los demás (Pobreza) todavía puede suscitar algún sentimiento de superioridad y de excelencia, si nos olvidamos que los otros son Cristo; pero aceptar y amar a los demás tal como son, con alegría y con gratitud por el don de Dios que representan, no puede hacerse sin ver en ellos al mismo Cristo que se pone a nuestro alcance para comunicarnos lo bueno que en ellos hay, y para servirle como podamos en sus deficiencias”.

18. “Tanto tienes, tanto vales. Este es nuestro lema de mediocres. Para «tener», estorban todas las virtudes humanas de honradez, amistad, fidelidad a la palabra dada, culto a la verdad, sentido de justicia, probidad…”

19. “La victoria no depende de los azares de una lucha, sino de la decisión con que uno tome partido por Cristo. Si uno sigue fielmente a Cristo ya ha triunfado, en este mundo y en el otro, cualesquiera que sean las incidencias y las derrotas aparentes”.

20. “Cada persona, al aparecer en este mundo trae una Vocación a la santidad, a la que todos, sin excepción somos llamados. Ésta es la vocación fundamental, aunque la inmensísima mayoría no lo entiende así; y de responder (o no) a esta llamada de Cristo depende la felicidad en este mundo y en el otro”.

21. “Tengo la seguridad de que cuando hayan paladeado la Pobreza, la Humildad, y el Sacrificio en los pequeños detalles de la vida cotidiana de relaciones mutuas, cada vez será mayor su gozo y su deseo de que estas esencias cristianas pasen a constituir el centro de su vida, que cada vez será más y más una vida de comunión”.

22. “Gracias a Dios, el hombre perfecto no existe. No hubo más que uno y lo matamos, como es natural. Pero, como el ave Fénix, renació, y (¡oh maravilla!) los cojos, los ciegos, los lisiados,… podemos juntarnos y llevarnos unos a otros, y (si lo hacemos con Él) entonces sí que formaremos verdaderamente el hombre perfecto: el Cuerpo Místico de Cristo. Pero ello no a base de nuestras semejanzas, sino de nuestras diferencias”.

23. “Por la Revelación sabemos que Dios es Amor. Y es Amor por que es Uno y Tres. Y Dios puede ser Uno y Tres porque es Amor. Amor absoluto, que se da plena y totalmente, y de Tres hace Uno”.

24. “Cada Bautismo es una nueva encarnación del Verbo de Dios, más maravillosa y sorprendente todavía que la que se realizó en el seno de la Virgen. Entonces Dios se sujetó a la naturaleza humana que Él había creado, haciéndose uno de nosotros, semejante en todo a todos, excepto en el pecado. En el Bautismo se va más allá, pues ya no es a la naturaleza humana que Dios se sujeta, sino a la naturaleza personal del bautizado. La persona de Jesús era la encarnación del Verbo y nadie más. En el bautizado encarna la Trinidad Beatísima y se somete al neófito, sin coaccionar su libertad en lo más mínimo. Esto da el vértigo, pero es así. Cada bautizado recibe no sólo los dones de Dios, sino al mismo Dios Trino y Uno. ¿Para qué se le da? Para que pueda realizar su libertad aceptándolos, o para qué pueda frustrar su libertad rehusándolos”.

25. “No hay ninguna incertidumbre en el destino histórico. No puede pasar nada más que lo que está pasando: Cristo vencedor absoluto. Cristo es TODO, y el resto es NADA”.

26. “Porque la victoria de Cristo es ésta, precisamente. Con Él la Paz, sin Ella guerra en todas sus formas: caliente o fría, pequeña o grande, individual o colectiva,… Con Él la Justicia y sin Él toda injusticia. Con Él la libertad, y sin Él todas las esclavitudes posibles, desde las más grosera a las más refinadas. Con Él el amor mutuo, y sin Él el asqueroso amor propio”.

27. “Veo que se llama trabajar a cualquier cosa que sirva para justificar un sueldo. Cada día veo un desprecio mayor por los llamados trabajos productivos. Cada día va en aumento el entusiasmo y el alistamiento de voluntarios en el innumerable ejército de trabajadores improductivos. Como el mal reside en que los parásitos están organizados y los primos sin organizar… pues ¡vamos a organizarnos! ¿Cómo? Alrededor del Obrero de Nazaret. Este es el único que hace milagros y el único Redentor. Y la fuerza de su Amor”.

28. “A Cristo lo reconocemos con ropa de obrero, con las manos encallecidas, con la frente sudorosa, cansado del trabajo”.

29. “Buscamos dinero. Y como la droga es curativa en pequeñas cantidades y luego pasa a esclavizar, así pasa con el dinero. El hombre, imagen de Dios, necesita INDISPENSABLEMENTE un mínimo de bienes materiales, como complemento de su cuerpo; un mínimo de bienes intelectuales, como complemento de su alma, entre los que destaca una profesión vocacionada. Y como complemento a toda su persona una FE que dé sentido a su vida. Nos está MANDADO aspirar a la perfección; por eso queremos una PROPIEDAD PERFECTA. Aspiramos a la perfección en nuestra profesión. Y más en nuestra fe. Una fe viva y perfecta que podamos decir: ¡Vivo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí! La fe me fue dada en el Bautismo y ahora me falta apropiármela. Si cultivara mi fe con ACTOS DE AMOR sería mucho más propietario de fe que alimentándola exclusivamente con ritualismo y fórmulas”.

30. “Siempre estaré donde los empobrecidos protagonicen su vida personal y colectiva”.

* * *

Guillermo Rovirosa 1

Oración 

Padre, tu llamaste a Guillermo Rovirosa
le mostraste la grandeza de tu amor, manifestado en Jesucristo,
el obrero de Nazaret entregado hasta la muerte y resucitado,
y lo enviaste como apóstol al mundo obrero.
Concédenos vivir, con su misma coherencia,
el bautismo que nos ha hecho hijos tuyos,
de modo que en el trabajo de cada día
lleguemos a transformar la sociedad según tu voluntad
y a transmitir la alegría de la fe a nuestros hermanos.
Te pedimos, por su intercesión,
ayuda ante la necesidad que te presentamos (petición)
y el gozo de agradecértela con un mayor compromiso
a favor del amor y la justicia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

(Esta oración no tiene finalidad alguna de culto público)

Enlace recomendado: Guillermo Rovirosa (página dedicada a la difusión de su vida y obra)