Madrigal de la rosa

Madrigal de la rosa

Claridad de la rosa. Deseo encadenado
a la gracia serena de una leve hermosura,
grito sobre el conjuro del tiempo desatado,
distancia en la que duerme la alegría más pura.

Volar sobre las horas. Alzar geometrías
donde el árbol levanta la esbeltez de su trazo
y en el que se cobijan con su dolor los días
mientras la rama espera un momento ser brazo.

Ver que el cielo cobija el rumor del instante
que se pierde atrevido en el tiempo que huye
y crear el recuerdo como algo alucinante
que el silencio o la noche en sus sombras intuye.

Tener un Dios que vela y un Dios que nos domina,
arquitectura firme que el milagro convierte
en palabra serena, en agua que camina,
en paisaje encendido, en frase, en vida, en muerte.

                                     Juan Lacomba