El mar

EL MAR

Entrábamos en el mar aquel verano
como una fragata cargada de alegría,
fugitivos del bostezo de los días,
sostenidos en la balsa ligera de tu mano.
Flotábamos sin miedo sobre el agua
como si siempre hubiéramos nadado.
Sin miedo, entregados a tus brazos
que amorosos nos mostraban
cómo sostenerse flotando sobre el agua
era una cualidad necesaria para el tiempo.
Flotar. Dejarse llevar confiados sobre
unas manos que siempre nos sujetan,
nos decías. Sentirse así totalmente confiados.
¿Y ahora en qué manos sostendré yo mi vida?

Asunción Escribano