La posada del silencio

La posada del silencio

Mi posada es el silencio. Mi alcoba y mi descanso es el silencio. Mi paz, mi luz, mi patria, mi país, mi paisaje, es el silencio. Mi libertad es el silencio. Mi maestro, mi hogar, es el silencio.

Cuando se agotan todas las veredas y todos los caminos, siempre nos espera la posada del silencio.
No hay nada en la posada.
Nada hay en el desierto.
Nada hay en el silencio.

Sólo Dios es puro desierto, puro vacío, puro amor. El inefable, el innombrable. Si nombras el árbol te alejas de él, si nombras la mariposa se va de ti, si nombras a Dios te separas de Él. No cabe en las palabras, cabe en el silencio.

Como en la diminuta gota de rocío cabe la inmensidad del sol sin esperar que lo merezcas. No hay que merecerlo. Felizmente Él no se deja sobornar por merecimientos.

Una posada, la del silencio, donde te dice, entra, pasa, esta es tu casa, esta es tu patria, tu hogar.

Padre José Fernández Moratiel, O.P., del libro «La Posada del Silencio».