Regálame un nuevo reloj

Regálame un nuevo reloj

Hoy me he encontrado
en la repisa de la ventana,
donde estaban mis zapatos esperando,
tus regalos, Señor:
nuevo año,
nueva vida,
nuevas tareas,
nuevo horizonte,
nuevas flores,
nuevo aire,
nueva lluvia,
nuevo sol…
y un montón de bellas cajas
llenas de besos, risas e ilusión.

Por eso, sueño despierto
y tiendo hacia ti mis manos
como un niño mendigo,
y para este tiempo que estreno con amor
quiero, Señor, y te pido,
también, un nuevo reloj.

Un reloj que mida el tiempo
con tu paciencia, Señor,
con el ritmo y la medida
universal de tu amor,
y que nunca se pare,
aunque encuentre oposición.

Un reloj con música celestial,
despertador de rutinas,
del sueño compañero
y sereno como los de antes,
que nunca mida la entrega
del alma y del corazón.
Un reloj que mida el tiempo
con gracia y humor
cuando lo que tenga que hacer
sea, como siempre, urgente
y lo que necesito al momento
se retrase siguiendo la corriente.

Un reloj de bolsillo
que pueda sintonizarse
con las necesidades de tus hijos
y con las de mis hijos y amigos
sin entrar en conflicto
con los relojes laborales.

Con la vida y el tiempo,
con las flores y el horizonte,
con la lluvia y el aire,
con el nuevo año y sus tareas,
con el sol que reluce, Señor,
¡espero un nuevo reloj!
¡Ah!, y enséñame, Señor,
a ponerlo en hora y darle cuerda,
a usar su alarma
y a mirarlo cuando suene,
aunque todo esté a oscuras
y otros tictacs me llamen.

Florentino Ulibarri