Suavidad

Suavidad

En un día tranquilo de horas suaves
fue cuando tu mirar prendió mi vida…
—En la rama de almendro, ya florida
subió más alto el canto de las aves.

Las nubes eran templos, eran naves,
palios sobre le tierra que dormía …
Campana de una ermita, en lejanía,
tocaba una oración de notas graves.

Tú me mirabas siempre; y el destino
en el poema me prendió, divino
y triste, que se abrió ante mí, sin fin.

Y ya tu melancólica mirada
me ilumina tan tenue y plateada,
como el claro de luna en un jardín.

             Virginia Victorino