No sé…

No sé

No sé cómo segar estos rosales
que clavaron las rosas con espinas
soñando decorar arcos triunfales
en el hosco contorno del paisaje,
ni sé qué forma dar al hospedaje
que quiero levantar junto a unas ruinas.
Hoy… muy lejos de ayer. No hay entre éstas
una hora que esperar. Todo distante.
Ahora va el alma con la cruz a cuestas,
¡tan empequeñecida y vacilante!
Silencio y soledad. Nadie derecho
tiene a decir mi nombre, y si es que el eco
alguna vez me llama, no respondo:
ya sabe lo más vivo, y lo más hondo
que tiene que morir dentro del pecho.
Hay que vencer luchando a lo divino,
la ansiedad loca y el concepto abstracto,
y cumplir la encomienda del destino
con fe serena y corazón intacto.
Yo no sé dibujar este inconcreto
montón de sombras con perfil de aurora,
pero sé bien que al borde de un secreto,
o se aquieta el espíritu… o se llora.
Como hay paz dentro y hay silencio fuera,
tú tienes que ignorar si te he querido;
tú no debes sufrir, si yo he sufrido…
¡ni vayas a llorar cuando me muera!

                    Ignacia de Lara